Una investigación de elDiario.es revela que el 4,3% de las viviendas españolas, la mayoría en el Mediterráneo, están en riesgo medio de inundación fluvial o marítima, una vulnerabilidad que puede aumentar con el cambio climático debido a una mayor frecuencia de lluvias torrenciales
Mapa – Consulta si tu casa o vivienda está dentro de una zona de riesgo de inundación
Diez minutos bastaron para que la tromba de agua que descargó sobre Javalí Viejo, una pedanía de la ciudad de Murcia, arrasara con decenas de viviendas. Ocurrió en septiembre de 2022. Los vecinos de la calle San Nicolás, paralela a la rambla de la Ventosa, se llevaron la peor parte. El agua atravesó los hogares y arrastró muros, mobiliario y vehículos. También a Antonio, el hombre que fue hallado muerto a 300 metros. “Pensé que íbamos a morir”, cuenta, todavía asustada, Josefa Santiago. Ella es una de las habitantes de la España inundable, un censo nunca elaborado al detalle pero que abarca al menos 1,03 millones de viviendas en todo el país. Nada menos que el 4,3% del total.
Fuente:
Ministerio de Transición Ecológica, Catastro
El paisaje habitado de esta España que vive con un ojo puesto en riadas y subidas del mar –o peligrosamente ajena a ellas– comprende al menos 370.415 edificios, según una investigación elaborada por elDiario.es a partir de datos del Catastro y del Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables. El mapa, que permite consultar calle a calle, incluso casa por casa, los enclaves inundables, analiza por primera vez la situación de los más de 12 millones de inmuebles que hay en el país (haz click para ver la metodología completa). Y permite constatar cómo hay pueblos enteros dentro del perímetro de alcance de posibles riadas, así como kilómetros y kilómetros de nuevas urbanizaciones bajo amenaza de inundación litoral.
El paso de la gota fría por la península este fin de semana ha devuelto a la actualidad los daños que pueden causar las anegaciones, que han dejado hasta el momento tres fallecidos. Entre las zonas peor paradas por el temporal figuran Toledo, Madrid, Castellón y el sur de Tarragona.
Pero en la radiografía de la España inundable, es Murcia la que aparece de largo como su capital. Es la ciudad con más casas en riesgo de acuerdo con los cálculos elaborados por elDiario.es, que toman como referencia las probabilidades medias u ocasionales de inundación. Son 60.775 viviendas, el 28,6% del total de las que hay en la ciudad. Y la hemeroteca lo confirma: según los registros históricos disponibles, Murcia acumula, al menos, una sesentena de episodios de serias inundaciones en los últimos cien años y es el municipio con más episodios de este tipo identificados en los registros oficiales.
Detrás de ella, Valladolid, Palma, Girona y Cartagena son las otras grandes urbes que superan los 15.000 hogares construidos en zonas inundables. Y en términos relativos, destacan una veintena de pueblos como La Algaba, en Sevilla; Deltebre, en Tarragona; o Santoña, en Cantabria; que tienen más de un 70% de sus calles en área inundable. El récord absoluto lo comparten San Miguel del Pino –en Valladolid, a orillas del Duero– y Alfara del Patriarca –en Valencia, bordeada por el río Carraixet–, ambos con el 100% de sus habitantes en área de riesgo. En España hay un total de 200 localidades que tienen uno de cada cinco inmuebles en esta situación.
Por comunidades autónomas, el ranking lo lidera la Región de Murcia (un 17% de viviendas afectadas), seguida de Cantabria (10%), Asturias (9%) y Baleares (8%).
Las CCAA con más viviendas en riesgo de inundación
Porcentaje de viviendas construidas en zonas inundables sobre el total en cada comunidad autónoma
Fuente:
Ministerio de Transición Ecológica, Catastro
“En España se ha construido muchísimo cerca de los ríos”, constata Ernest Bladé, profesor de la Escuela de Ingeniería de Caminos de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) y director del Instituto Flumen. Los conocidos como llanuras de inundación, aquellos terrenos contiguos a los cauces fluviales, suelen ser muy golosos para urbanizar, explica este académico. Son planos, y por lo tanto es más sencillo edificar o instalar infraestructuras de comunicación en ellos. “El problema es que como las riadas han sido históricamente de frecuencia baja, nos olvidamos de ellas y durante años se construyó sin tenerlo demasiado en cuenta”, desgrana.
En Alcanar, en la costa de Tarragona, lo saben bien. Tras caer 218 litros por metro cuadrado este domingo, se inundaron casas y negocios por tercera vez en cinco años. “Antiguamente se hizo una lectura errónea del urbanismo, con edificios en medio de barrancos y cauces”, lamentaba el alcalde de la localidad, Joan Roig, después de que se llenase y desbordase el conocido como barranco del Llop. Tantos episodios de lluvias torrenciales han dejado las finanzas del pueblo en “situación desastrosa”, reconocía el edil.
La delimitación de las zonas inundables, un cálculo que depende de modelos estadísticos e hidráulicos y de criterios geomorfológicos, funciona con probabilidades. El concepto que se usa es el período de retorno en años; es decir, las posibilidades de sufrir una avenida o riada cada 10, 50, 100 o 500 años de promedio.
Para este reportaje, siguiendo el criterio consensuado por media docena de expertos, elDiario.es ha escogido el período de retorno de 100 años. Es decir, todas aquellas zonas que pueden padecer –aunque no de forma exacta– una inundación o más durante este período de tiempo. “Es el estándar en Europa, el que usan todos los países para establecer limitaciones en el uso del suelo”, resume Francisco Javier Sánchez Martínez, subdirector general de Protección de las Aguas y Gestión de Riesgos del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico.
Aunque parezca una enorme ventana de tiempo, es lo que se considera como “probabilidad media u ocasional”. Además, con la emergencia climática esta podría estrecharse. De hecho, la Administración considera técnicamente como zona inundable todo lo que abarca un período de retorno de 500 años. Si se siguiese este último criterio, y con estimaciones del Ministerio que hacen referencia solo a las grandes cuencas fluviales –los ríos que atraviesan comunidades autónomas, como el Tajo, el Ebro o el Guadalquivir–, un total de 2,7 millones de españoles vive en zonas en riesgo de inundación. El 5,7% de la población.
En este sentido, que una edificación no aparezca en el mapa no quiere decir que no esté expuesta al riesgo. De hecho, el cálculo del millón de hogares –como mínimo– en zona inundable es conservador: en primer lugar, no incluye los datos del País Vasco y Navarra, que cuentan con su propio organismo catastral; y, en segundo lugar, no refleja un tercer tipo de inundaciones, además de las fluviales y las marítimas, que también pueden causar estragos: las pluviales. Estas son las que se deben a la simple acumulación de precipitaciones sobre un terreno que no puede evacuarlas (el ejemplo más gráfico de ello serían las que se producen en los pasos subterráneos en las ciudades).
Los efectos de las inundaciones
Imágenes de distintas inundaciones ocurridas en los meses de septiembre entre 2019 y 2022
Fuente:
vídeos oficiales de servicios de emergencia, Europa Press, EFE
El mayor peligro, en las Zonas de Flujo Preferente
Tras décadas de escasa regulación en la materia, lo que ha llevado a una urbanización desordenada y desmedida en zonas inundables –especialmente en la costa–, en 2016 se introdujo un nuevo concepto: las Zonas de Flujo Preferente. Estas describen aquellas áreas más acotadas que no solo se inundan de agua cuando hay una riada, sino que cuando ocurre lo hacen de forma violenta. Entre los criterios que se tienen en cuenta está que el agua supere el metro de altura y que su velocidad sea de al menos un metro por segundo para un período de retorno de 100 años.
“Ante una riada, fuera de las zonas de flujo preferente lo que te puede ocurrir es que se te llene la calle y la casa de agua 20 centímetros o medio metro, por ejemplo. Pero en una zona de flujo preferente, si vas por la calle puede que no lo cuentes”, resume Sánchez Martínez.
La diferencia es fundamental en cuanto a las consecuencias. No toda la España inundable está expuesta al mismo riesgo de sufrir daños graves, sean personales o de bienes materiales. En parte de las zonas inundables las consecuencias de las avenidas pueden ser leves o inexistentes, si el agua se acumula en las calles y se va sin dejar más rastro que el barro. En las Zonas de Flujo Preferente, sin embargo, los efectos pasan a ser potencialmente graves, y de ahí que la regulación actual limite mucho más las construcciones que se pueden llevar a cabo dentro de sus perímetros.
Sin comparación en daños económicos
Desde la calle San Nicolás de Javalí Viejo, todos estos datos tienen una traducción palpable. Se cuentan en desperfectos y en vidas. A Isabel, cuya casa quedó arrasada por completo, el seguro le cubría 25.000 euros, pero la reforma la tiene presupuestada en 55.000. “A ver de dónde saco el dinero”, lamentaba hace unos meses, cuando este diario visitó el lugar. En casa de Josefa todavía huele a húmedo y en la pared, explicaba, van saliendo grietas cada día. Y luego está el miedo: “Ahora vemos nubes y ya nos ponemos nerviosos”.
Murcia, capital inundable
Mapa de las zonas de la ciudad de Murcia que están en riesgo de inundación
Fuente:
Ministerio de Transición Ecológica, Catastro, Polícia Local de Murcia, Europa Press
Las inundaciones son de largo el fenómeno de causas de origen natural que más daños ocasiona en España, también en el plano económico. En los últimos 35 años, el Consorcio de Compensación de Seguros ha destinado un total de 7.251 millones de euros en indemnizaciones para compensar a damnificados por aluviones y lluvias torrenciales, con especial incidencia en la costa mediterránea.
Desde la Costa Brava en Catalunya hasta la del Sol, en Andalucía, el litoral mediterráneo es uno de los frentes considerados de mayor riesgo en el futuro. En él se juntan varias problemáticas. De entrada, las urbanizaciones más a pie de playa suelen estar en zona inundable. A ello se le suma la subida del nivel del mar, ya detectada, y que en las próximas décadas se incrementará debido al aumento de las temperaturas, hecho que provoca que las playas sigan retrocediendo… Y todo en un frente marítimo que está altamente construido –casi la mitad del litoral tiene cemento y asfalto–, repleto de antiguos torrentes, hoy secos, que se transforman fácilmente en ríos.
Varias mujeres barren las calles de Alcanar (Tarragona) tras las intensas lluvias de este domingo.
Cada año, especialmente en los meses de septiembre y octubre, se registran inundaciones en el levante. En Lorca y Puerto Lumbreras, en Murcia, se cumplen once años de la riada de San Wenceslao, que mató a cinco personas en 2012. En los municipios del Mar Menor son recurrentes los anegamientos, con Los Alcázares como símbolo de esta pesadilla. La localidad, atravesada por tres ramblas distintas, ha vivido media docena de grandes inundaciones en los últimos cinco años, hasta el punto que hay vecinos que buscan marcharse y algunas casas, cuando se ponen a la venta, tienen que especificar si están en zona inundable.
Tal es el alcance del peligro de riadas y de los temporales de mar en la Región de Murcia que incluso el cálculo de las zonas inundables se ha convertido en material de discusión política entre administraciones. El gobierno regional ha mantenido abierta una batalla con la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), que depende del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, por las delimitaciones. Los nuevos mapas cartográficos han provocado la paralización cautelar de decenas de proyectos urbanísticos que estaban en estas zonas, lo que ha indignado a no pocos alcaldes y constructores.
Las olas se comen el tren más antiguo
Más al norte, una zona que combina también urbanizaciones, peligrosas ramblas y playas en retroceso es la comarca del Maresme, en Barcelona. En su caso, lo que quita el sueño a sus decenas de alcaldes y vecinos es la línea de tren de Rodalies R1, a la que se suben más de 100.000 pasajeros cada día, la mayoría para ir a la capital catalana a trabajar o a estudiar. Es la heredera del ferrocarril entre Barcelona y Mataró, el más antiguo de la península, inaugurado en 1848.
Sus vías, así como la carretera N-II, discurren en paralelo al mar, a escasísimos metros de unas olas que ganan terreno a la playa año tras año. Su emplazamiento es cada vez más insostenible.
El oleaje destruyó durante la borrasca Gloria las defensas de la R1 del tren a la altura de Santa Susanna, en la provincia de Barcelona.
Joan Manuel Vilaplana, geólogo especializado en riesgos naturales con cuatro décadas de experiencia en la materia, tiene debilidad por esta zona. Siempre acude a ella después de una borrasca para tomar fotos y valorar las afectaciones. Él tiene claro el futuro de los 50 kilómetros de vía férrea de R1 y hace años que lo pregona en informes y en reuniones con los políticos. “Se tiene que desmontar y recuperar el espacio de las vías y la N-II para que se ensanche la playa, que es la mejor defensa contra las inundaciones”, sostiene. “Deconstruir es doloroso, pero es un proyecto de país con un horizonte a 50 años”, prosigue el que es actualmente director del Observatorio de GeoRiesgo del Colegio de Geólogos de Catalunya.
La vía del tren al borde de inundación
Mapa de las zonas de estos pueblos del Maresme, en Barcelona, que están en riesgo de inundación
Fuente:
Ministerio de Transición Ecológica, Catastro
El traslado de la infraestructura ha ganado adeptos a lo largo de las décadas, pero sigue siendo una quimera. Adif no lo contempla por ahora, y mientras tanto se ha gastado millones de euros para mejorar la seguridad de la línea, que aun así se tiene que interrumpir a menudo cuando hay temporales. El último, la borrasca Celia en 2022, provocó vencimientos en una de las escolleras de piedra que protegen el trazado. Allí sigue todavía el boquete. Poco después, otro espectacular desprendimiento dejó las olas a menos de un metro del cobre de las vías entre Pineda de Mar y Malgrat de Mar, una imagen que escandalizó a los usuarios.
Cuando se juntan las lluvias hacia el interior de la comarca con las marejadas, las inundaciones son todavía más peligrosas, añade Vilaplana. Su receta para convivir con este fenómeno natural pasa por transformar la primera línea de costa. Lo puso sobre la mesa abiertamente después del temporal Gloria, cuando hizo un llamamiento a deconstruir el litoral.
En un paseo entre Premià de Mar y Vilassar de Mar, lleno de núcleos habitados, viejos y modernos, Vilaplana ofrece un diagnóstico contundente: “Hemos sido poco previsores, irresponsables. La gente conocía los efectos de las riadas y aun así los municipios dieron permisos en zonas inundables. Se cometió una gran irresponsabilidad, lo digo sin embudos”, afirma.
En Premià de Mar, el 5% de las viviendas están en zonas de riesgo de inundación, según los datos recabados por elDiario.es. En Vilassar, el 25%.
Biescas, un antes y un después
Hasta la catástrofe de la localidad oscense de Biescas, donde una riada acabó con la vida de 87 personas que se encontraban en el cámping Las Nieves, las administraciones no se comenzaron a poner las pilas en materia de urbanización y prevención de inundaciones. Aquella riada ha sido la segunda más letal de la historia reciente de España, después de la que arrasó con la comarca barcelonesa del Vallès y dejó centenares de muertos en 1962. La tragedia de Biescas ocurrió en 1996. “Aquello fue un antes y un después en materia de prevención de inundaciones”, reconocen el subdirector general de Protección de las Aguas y Gestión de Riesgos y los demás expertos consultados.
Antes de aquella tragedia, la regulación de zonas inundables en España era como un puzle, describe Sánchez Martínez. “Había comunidades que asumían las competencias, como Catalunya, la Comunitat Valenciana, el País Vasco y Navarra, y otras miraban hacia otros lados. En el Estado había quien pensaba que era competencia de las comunidades, al ser ordenación del territorio y urbanismo, y había comunidades que decían que era del Estado por ser riesgos naturales”, resume Sánchez Martínez.
Otro momento decisivo fue la entrada en vigor de la normativa europea de 2007, a la que se adaptaron las sucesivas modificaciones del reglamento español de dominio público hidráulico. A partir de entonces, constatan los expertos, construir en zonas de riesgo de riada es más complicado y se deben cumplir requisitos urbanísticos y arquitectónicos de prevención, como es elevar los terrenos o levantar muros de contención. Sobre todo desde 2016 en las llamadas Zonas de Flujo Preferente. “Pero antes nada de esto estaba regulado. Las decisiones se tomaban basándose en la memoria humana y esta es muy corta”, insiste el ingeniero Ernest Bladé.
Una vista del camping Las Nieves de Biescas (Huesca) el día después de la riada que dejó 87 muertos en 1996.
Enclavado entre los ríos Guadalquivir y Rivera de Huelva, pocos municipios como el sevillano de la Algaba conocen lo que es convivir con las riadas. El 99% de sus viviendas está en zona inundable. “Aquí no se autoriza ninguna construcción hasta que no tenemos el informe de aguas”, resume el concejal de Gestión Urbana, José Manuel Gutiérrez. “El pueblo está donde está”, insiste. En la memoria local pervive con cierta nostalgia la cantidad de veces que en el pasado tuvieron que escapar en barca de las crecidas del río. Mención aparte merece la conocida como Tragedia del Puente Viejo, de 1924, cuando la infraestructura que cruza el Guadalquivir se venció con 200 personas encima. Murieron quince.
Un siglo después, en la Algaba se analiza cada palmo de tierra que se urbaniza. La última gran avenida, en 2010, anegó solamente dos kilómetros de naranjos cerca del pueblo. “A la hora de construir una nueva vivienda hay estudios geotécnicos que indican dónde está el nivel freático, qué tipo de tierra hay y qué tipo de cimentación o de impermeabilización es más idónea”, informan desde el consistorio.
Vista aérea de La Algaba inundada
Las formas en que las ciudades han combatido –y siguen haciéndolo– las inundaciones son muchas y variadas. Y la eficacia de las medidas ha ido aumentando con los años. A la importancia capital de los pantanos en este cometido –una de las principales herramienta para la gestión de riadas– se le suman motas, depósitos pluviales en las ciudades, mejoras de alcantarillado, encauzamientos –como el faraónico desvío del Turia en Valencia tras una inundación que dejó cien muertos en 1957–, impermeabilización de fincas… Pero también el replanteamiento de algunas urbanizaciones.
En Salou, el Ayuntamiento ha derribado hasta 29 viviendas de la zona del barranco de Barenys, un clásico de los telediarios catalanes cuando hay inundaciones, para canalizar un torrente. En el País Vasco, el gobierno tiene en marcha varios proyectos para zonas inundables, entre ellos la elevación de varios puentes en Guipúzcoa para evitar que se taponen cuando crece el nivel del río. Y en Cuenca, por ejemplo, se han tenido que invertir dos millones de euros para naturalizar el entorno del hospital Recoletas y la residencia de mayores Alameda y así evitar anegaciones con las crecidas del Júcar.
Edificios de servicios en zona de riesgo
Mapa de algunas de las zonas de la ciudad de Cuenca en riesgo de inundación
Fuente:
Ministerio de Transición Ecológica, Catastro, Confederación Hidrográfica del Júcar
La emergencia climática preocupa
La mayoría de las actuaciones que acometen a día de hoy las administraciones, muchas de ellas con solicitudes de fondos Next Generation, tienen que ver con las advertencias de que la emergencia climática se va a traducir en episodios más violentos de lluvias torrenciales como las derivadas de las DANA. A diferencia de las temperaturas, que el consenso científico tiene claro que están subiendo, las predicciones sobre pluviosidad no son tan certeras. Y en medio de una sequía sin apenas precedentes en España, puede resultar paradójico hablar de más y peores inundaciones. Pero lo que sí señalan organismos como la ONU –y su panel de expertos para la emergencia climática, el IPCC– es que habrá más episodios extremos de precipitaciones, con fuertes descargas en pocas horas.
“Lo que se espera es que las tormentas de pequeña duración sean cada vez más intensas, y esto tiene una influencia clara en el levante español”, afirma Luis Mediero, ingeniero especializado en hidrología de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Es en esta zona donde abundan las ramblas y torrentes secos que se desbordan con las lluvias torrenciales.
En el Ministerio advierten también sobre otros factores que pueden agravar las inundaciones, más allá de los episodios de aguaceros súbitos y de mayor magnitud. Uno de ellos es la mayor rapidez de la fusión de la nieve en el Pirineo, que preocupa especialmente en la cuenca del Ebro. “Esta es una prioridad fundamental por la cantidad de daños que se pueden dar, y el cambio climático ya se empieza a notar”, sostiene Sánchez Martínez.
Aunque las riadas son el desastre natural donde más difícil es obtener fotografías satelitales por la presencia de cielos totalmente nublados, las imágenes obtenidas por elDiario.es del sistema Copernicus muestran cómo las áreas anegadas en inundaciones recientes coinciden en la mayor parte con los perímetros dibujados por el Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables. Por ejemplo, es el caso de la crecida del Ebro en 2018.
La crecida del Ebro
Imágenes de satélite de las inundaciones en Zaragoza en abril de 2018
Fuente:
Ministerio de Transición Ecológica, Copernicus, foto de EFE (Javier Cebollada)
Y otro aspecto a tener en cuenta ante la emergencia climática es la desertificación de las cuencas. Con el calor y los incendios, los cauces están cada vez más secos, con suelos que se consideran desestructurados. Esto hace que se vuelvan más impermeables cuando hay lluvias abundantes y absorban menos agua.
Una ciudad de secano con historial de inundaciones es Valladolid, que según los datos analizados para este reportaje tiene 46.888 de sus viviendas en riesgo de inundación, el 30%. No porque la atraviese el Pisuerga, su río más conocido. Las avenidas más graves que se han registrado en la ciudad tienen que ver con los ramales del río Esgueva, uno de los cuales fue canalizado en el siglo XIX. “Aquí siempre se ha temido al Esgueva”, explica el historiador Jesús Anta. La riada más destructiva de la ciudad se vivió en 1636. Mató a un centenar de personas.
Ya en el siglo XX, Anta recuerda que en la Nochevieja de 1961 una tormenta hizo desbordar el Pisuerga. En 1978, el Esgueva estuvo a punto de desbordarse porque las compuertas estaban cerradas y resultaba imposible abrirlas. “Tuvieron que ir los militares con goma-2 para intentar reventarlo y produjeron más destrozos por la explosión y rotura de cristales en el Barrio España que otra cosa”. Cuarenta años después, en 2019, algunas calles se comenzaron a llenar ‘inexplicablemente’ de agua durante una tormenta. Entre ellas, la de Platería, por donde antaño pasaba el Esgueva. Ana y Carmen, que regentan allí una tienda de tés, recuerdan aquella jornada. “El agua nos llegaba al tobillo, pero llegó hasta el almacén, porque como el local está inclinado hacia abajo… Nos quedamos sin luz”, explican.
Peligro en el antiguo paso del río Esgueva
Mapa de las zonas de la ciudad de Valladolid que están en riesgo de inundación
Fuente:
Ministerio de Transición Ecológica, Catastro
Las riadas duran minutos, pero sus consecuencias tardan tiempo en disiparse. Lo saben bien en Javalí Viejo. Se va el agua y comienza el viacrucis burocrático para recibir ayudas. El Ayuntamiento de Murcia ha tramitado 25. “Son las únicas que hemos recibido hasta ahora, 5.000 euros de los trabajadores sociales y 600 de Cáritas”, se queja Josefa. “Al presidente López Miras no le hemos visto ni pasearse por aquí; debería acercarse a nuestro barrio y ver cuál es nuestra situación real, esto es un drama”.
Tras ver su casa arrasada, Isabel no pudo salvar ni el DNI, lamenta. “Solo una foto de mi comunión que estaba en el salón en alto”. Ella, amiga de Antonio, dice que ahora se plantea lo que antes nunca le había pasado por la cabeza, irse del barrio: “He vivido aquí toda mi vida, y siempre he tenido mucho respeto a la rambla, pero nunca imaginé que pudiera pasar esto”.
¿Y en tu municipio, cuántas viviendas hay en zonas de riesgo? En el siguiente buscador encontrarás todos los municipios con alguna vivienda construida encima de áreas en riesgo medio de inundación. Puedes ver el número de viviendas que se encuentran en esta situación y el porcentaje que representan sobre el total.
Esta información se ha elaborado con la colaboración de Erena Calvo (Murcia), Alba Camazón (Valladolid) y Ana Ordaz (Sevilla). David Velasco ha colaborado en el diseño editorial del proyecto y el montaje de vídeo es de Nando Ochando y Clara Rodríguez.
ESPECIAL | La España inundable
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