La Presidencia de la República Francesa ha anunciado en un comunicado el nombramiento, poniendo fin a ocho semanas de suspense, negociaciones, consultas y especulaciones tras las elecciones legislativas
Fin a ocho semanas de suspense, negociaciones, consultas y especulaciones. La Presidencia de la República francesa ha anunciado el nombramiento de Michel Banier, exministro conservador, excomisario y negociador del Brexit, como primer ministro tras la segunda vuelta de las elecciones legislativas el pasado 7 de julio.
La secuencia política que ha llevado a la elección del nuevo jefe de Gobierno comenzó con la disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria de elecciones decidida por el presidente Emmanuel Macron, unos días después de los comicios europeos que dieron la victoria a la extrema derecha. Decisión personal del jefe de Estado, tomada en busca de una “clarificación” del panorama político.
Tras una campaña relámpago, las legislativas situaron a la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP) como principal fuerza política de la Asamblea (193 escaños), por delante de la coalición centrista de Macron (166) y de la extrema derecha de Marine Le Pen (142).
La particularidad del resultado de las elecciones legislativas es que ninguno de los tres grandes bloques se acercaba a la mayoría absoluta de 289 diputados (de un total de 577), una fragmentación parlamentaria inédita en el actual sistema político francés acostumbrado a grandes mayorías. Después de anunciar una “tregua política” durante los Juegos Olímpicos, Macron comenzó dos semanas de consultas con los líderes de las distintas formaciones políticas, así como varios antiguos presidentes y primeros ministros.
El Elíseo afirmó que buscaba un candidato de compromiso, que no suscitase el rechazo de una mayoría de los diputados y que pudiera superar una posible moción de censura parlamentaria. El anuncio de los partidos de centro y derecha de que, en caso de moción de censura, votarían en contra de cualquier primer ministro salido del NFP fue el argumento esgrimido por Macron para negarse a nombrar a la candidata de los partidos progresistas, la economista Lucie Castets, a pesar de representar la coalición con más escaños.
Aunque Castets había propuesto buscar acuerdos parlamentarios fuera de la coalición, ofreciendo además un método de trabajo “más colaborativo” para la Asamblea Nacional, el resto de formaciones políticas afirmó rechazar el programa del NFP, que incluía elementos como la anulación de la reforma de las pensiones o el aumento del salario mínimo.
El presidente, al que corresponde la designación del primer ministro sin que la Constitución le imponga plazos ni límites, declaró en varias ocasiones su deseo de construir una nueva coalición -distinta a las que se presentaron a las elecciones- que se agruparía alrededor de su partido, con la derecha moderada, socialistas, ecologistas y comunistas. Una propuesta que supondría fracturar el Nuevo Frente Popular para aislar a Francia Insumisa.
La mañana del jueves los líderes de los principales partidos del Nuevo Frente Popular, junto a Lucie Castets habían publicado un comunicado en la red social X en el que denunciaban que «Emmanuel Macron está llevando al país al callejón sin salida que él mismo ha creado“. Afirmaban que ”solo dos opciones se abren ahora ante el presidente de la República: la primera es un gobierno del Nuevo Frente Popular, que salió vencedor en las urnas; la segunda es un gobierno de la coalición presidencial, que sólo pueda mantenerse gracias a un acuerdo tácito con la extrema derecha“.