Al menos que sus asesores le digan a Feijóo en privado que un decorado de cartón piedra no servirá para curar sus traumas pero sí para evidenciar una debilidad con la que la opinión pública se llene de chanzas, bromas y burlas. Para ganar unas elecciones es vital que los electores tomen en serio al candidato
Crónica – Feijóo se monta un Pueblo Potemkin en Madrid. Por Iñigo Sáenz de Ugarte
El patetismo en política solo es tolerable para los electores cuando tienes el poder para llevar a cabo tus degeneraciones morales y ambiciones personales. No es algo que se pueda decir de Feijóo, que en cada acto y recreación simbólica no hace más que ejecutar una exhibición de impotencia que obliga a apartar la mirada por sentir una vergüenza que el protagonista no es capaz de sentir. Aparecer en una comparecencia con un decorado que simule que estás en La Moncloa es uno de esos actos que más que reflejar institucionalidad muestra una serie de complejos que han de ser tratados por especialistas antes que por analistas.
Alberto Núñez Feijóo, rodeado de barones del partido, con un atril en el palacete de los Duques de Pastrana, y mostrando un teatrillo en el que hace de presidente del gobierno nos hace de manera irremisible retrotraernos a una opereta medieval de nuestra historia que surgió con la intención de desbancar a un dirigente en una conspiración de nobles y aristócratas. Feijóo, estaba, sin saberlo, porque nunca sabe nada, rememorando la Farsa de Ávila.