Lo que en julio era rechazo frontal al lepenismo, en septiembre es pacto con el lepenismo. ¿Se imagina, señoría, qué cara se les ha quedado a quienes se atuvieron al “cordón sanitario? ¿A esa pobre gente de izquierdas que votó a un candidato de Macron para que el escaño no cayera en manos de la Agrupación Nacional?
Macron pone en manos de Le Pen la supervivencia del nuevo Gobierno bajo la amenaza de un bloqueo político
Lo mío, señoría, no es nada personal. No siento ninguna inquina por el ciudadano Emmanuel Macron. Si fuera jefe de una oficina bancaria, o vendedor de automóviles, me daría quizá un poco de repelús, pero nada más. El problema consiste en que este caballero lleva siete años en la presidencia de Francia, un país en el que he vivido bastantes años y que aprecio. Señoría, ¿se acuerda usted del adjetivo “funesto”, muy de la época de Franco? Pues eso. Macron es un tipo funesto. Y un embaucador, un campeón de la estafa política, incomparablemente superior a Pedro Sánchez en el arte de prometer una cosa y hacer lo contrario. Por decirlo a la manera del insigne Javier Krahe: “Hombre blanco hablar con lengua de serpiente”.
Escuche mis argumentos, señoría.