«La oxidación y la inflamación siempre van de la mano, por eso lo llamamos ahora ‘oxi-inflammaging», dice la doctora en fisiología Irene Martínez de Toda Cabeza. «La evidencia científica lo ha demostrado. Si aumentas el daño oxidativo, se acelera el envejecimiento, mientras que si das antioxidantes, lo retrasas»
Estos son los comportamientos que influyen más en el envejecimiento
El famoso actor de Hollywood George Clooney tuvo un mal 2005. Engordó 12 kilos para su papel en la película Syriana, y sufrió un accidente en el rodaje que le produjo una lesión cerebral y le dificultó volver a su peso anterior para su siguiente trabajo. Poco más tarde diría: “Todo el mundo tiene un año en el que envejece una década, y este fue el mío”.
El tiempo pasa para todo el mundo, pero es evidente que hay personas que envejecen más lentamente y otras, de forma acelerada. Incluso para una misma persona, un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista Nature encontró que el envejecimiento no es continuo, sino que sufre dos ‘acelerones’, aproximadamente a los 44 y a los 60 años de edad.
Hay diversos factores que aceleran el envejecimiento. El estrés –o “los disgustos”, como se diría coloquialmente–, es uno de ellos. Exponerse a tóxicos, como el tabaco o el alcohol, puede ser otro. Las principales causas del envejecimiento se detallaron en un importante estudio del científico español López-Otin sobre los marcadores del envejecimiento. A esa lista se han añadido otros, y resalta uno en especial: el envejecimiento a causa de la inflamación crónica o inflammaging, como se abrevia en inglés.
“La inflamación es una respuesta fisiológica necesaria que lleva a cabo nuestro sistema inmunitario para hacer frente a daños, como patógenos externos o las células cancerígenas de nuestro propio cuerpo”, explica la doctora Irene Martínez de Toda Cabeza, directora del Grupo de Investigación de Envejecimiento, Neuroinmunología y Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid.
Un estudio reciente publicado en la prestigiosa revista Nature encontró que el envejecimiento no es continuo, sino que sufre dos ‘acelerones’, aproximadamente a los 44 y a los 60 años
La doctora Martínez prosigue: “El problema es que, a medida que envejecemos, la respuesta inflamatoria se va desregulando. En lugar de volver al estado de base, se mantiene. Es una inflamación crónica de bajo grado. Esto es lo que se llama inflammaging”. Martínez es la autora principal y coautora de varios estudios científicos sobre la relación entre la inflamación, el sistema inmunitario y el envejecimiento.
Los daños de la inflamación que envejecen las células
Un estado constante de inflamación tiene efectos devastadores en el cuerpo, sobre todo porque la inflamación produce estrés oxidativo, la liberación de radicales libres y otras sustancias oxidantes que provocan daños en los tejidos sanos.
“La oxidación y la inflamación siempre van de la mano, por eso lo llamamos ahora oxi-inflammaging. La evidencia científica lo ha demostrado. Si aumentas el daño oxidativo, se acelera el envejecimiento, mientras que si das antioxidantes, lo retrasas”, aclara Martínez. “A su vez, cuando falla un órgano porque las células envejecen, se se produce un estado de mayor inflamación”. Se trata pues de un círculo vicioso entre la inflamación y el envejecimiento, pero ¿qué ocurre primero y, sobre todo, por qué?
Una de las causas sería la acumulación de células senescentes. Estas células defectuosas han dejado de dividirse, pero no mueren, se convierten en células zombi. Ya no hacen su trabajo y, en su lugar, empiezan a producir citoquinas inflamatorias, mensajeros químicos que producen inflamación. Entre estos se encuentran interleucinas (como IL-6 y IL-1β), factores de crecimiento y quimiocinas, que dañan los tejidos circundantes.
Las células del sistema inmunitario, los llamados glóbulos blancos, deberían eliminar a estas células defectuosas. La doctora Martínez explica el problema: “Lo que ocurre es que propias células del sistema inmunitario también se vuelven senescentes y dejan de eliminar a las otras células dañadas. Estas células inmunitarias defectuosas empiezan a producir más citoquinas y más oxidación”.
El problema es que, a medida que envejecemos, la respuesta inflamatoria se va desregulando. En lugar de volver al estado de base, se mantiene. Es una inflamación crónica de bajo grado. Esto es lo que se llama ‘inflammaging
La inflamación y las enfermedades de la vejez
La inflamación crónica no solo causa envejecimiento, sino que, como explica una revisión de estudios, también está detrás de las enfermedades asociadas al envejecimiento: diabetes, enfermedades cardiovasculares, enfermedades neurodegenerativas y cáncer.
Los daños producidos por el aumento de la inflamación afectan a una parte fundamental de las células: las mitocondrias, esas ‘baterías’ celulares que proporcionan energía para los procesos químicos necesarios para la vida. Pero, de nuevo, las mitocondrias defectuosas producen un exceso de especies reactivas de oxígeno (ROS), lo que causa daños al ADN y las proteínas, o en otras palabras, hacen que envejezcan aceleradamente las células.
“No hace falta estar viejos, si sufrimos mayores niveles de oxidación, nuestras células envejecen más rápidamente”, aclara Martínez. Muchos factores del estilo de vida moderno promueven estos daños oxidativos a nuestro organismo y aceleran el envejecimiento: el sedentarismo, una dieta rica en alimentos ultraprocesados con gran cantidad de azúcar y grasa, el estrés crónico, no comer frutas y verduras ricas en antioxidantes y la falta de sueño pueden contribuir al desarrollo de un estado inflamatorio crónico.
Además de generar inflamación sistémica, estos factores alteran la microbiota intestinal. Hoy sabemos que un desequilibrio de la microbiota puede aumentar la permeabilidad intestinal, es decir, la aparición de “agujeros” en la barrera intestinal por los cuales pasan bacterias y toxinas a la sangre, lo que desencadena una reacción inflamatoria.
La obesidad es otro factor que agrava el proceso de inflammaging. El tejido adiposo, especialmente el visceral, actúa como un órgano endocrino que secreta sustancias proinflamatorias. A medida que aumenta la grasa corporal, también lo hace la producción de estas sustancias, lo que exacerba aún más el estado inflamatorio.
Cómo evitar el inflammaging
¿Se puede frenar esa rueda de inflamación, envejecimiento acelerado y enfermedades? “Si se puede tomar una pastilla que lo solucione la gente lo vería mejor”, bromea la investigadora. “La solución más conocida es el ejercicio, y puede parecer contradictorio porque el ejercicio físico supone un estrés y genera oxidación e inflamación, pero, si se mantiene a lo largo del tiempo, es beneficioso porque hace que las células se hagan más resistentes a la oxidación”, aclara.
Una revisión de estudios de distintas especialidades encontró que cualquier tipo de ejercicio favorece la reducción de las citoquinas inflamatorias, y que las personas mayores que hacen ejercicio tienen niveles de inflamación más bajos.
La dieta es otro de los factores fundamentales. Numerosos estudios han demostrado que una dieta inflamatoria acelera el envejecimiento, mientras que, por el contrario, una dieta rica en antioxidantes, grasas saludables y fibra, especialmente de cereales integrales, pescado, frutas, verduras, frutos secos y semillas puede reducir significativamente los marcadores inflamatorios.
Los alimentos ricos en polifenoles, como las frutas, verduras, el aceite de oliva y el té verde tienen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes que ayudan a combatir el daño celular. “Es mejor obtener antioxidantes de los alimentos, no de los suplementos, que contienen cantidades excesivas”, aclara la doctora Irene Martínez.
El cuidado de la microbiota y los probióticos es otra de las palancas para luchar contra la inflamación crónica. Según Irene Martínez, “tomando probióticos con un cóctel de cepas bacterianas se pueden mejorar los síntomas de las enfermedades autoinmunes o ralentizar el proceso de envejecimiento”.
“Cada vez somos más conscientes de la importancia de la gestión del estrés”, añade. El estrés crónico, aunque sea de bajo grado, produce una supresión del sistema inmunitario y al mismo tiempo, también inflamación. “Por eso te puede salir un herpes antes de un examen”, explica Martínez.
No se trata tanto de potenciar el sistema inmunitario, como muchos suplementos y alimentos funcionales prometen, ni tampoco de evitar el estrés, tarea imposible en la sociedad moderna. La clave está en la capacidad de adaptación. “Cuando un ser vivo funciona bien, las respuestas fisiológicas son adaptativas y duran un tiempo corto”, aclara la especialista en envejecimiento. Como ocurre con todo, necesitamos la medida justa de inflamación en nuestra vida para no envejecer más rápido.
* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.