El Gobierno argentino redacta unas cuentas con una inflación a la baja hasta el 18%, aunque el mercado pronostica un 67%. No subirán impuestos, ni se emitirá moneda y si los ingresos no alcanzan para la deuda, se recortaran gastos salvo en algunas áreas como las Fuerzas Armadas
La motosierra de Milei aplasta a la industria argentina: “Vamos hacia un industricidio”
El presidente argentino, Javier Milei, ofreció este domingo un discurso político en el Congreso en el que, aunque no entró en detalles sobre el presupuesto del próximo año, sí avanzó un aspecto innovador: el déficit cero a toda costa.
Si los ingresos resultan mayores a los previstos, sólo aumentará el gasto indexado automáticamente por inflación y otras variables, como las jubilaciones, pero el resto de las partidas quedarán congeladas. Si el economista libertario, que en teoría no cree en la intervención del Estado, considera que el alza de recaudación es estructural, entonces bajará los impuestos. Ya en el pasado prometió quitar las retenciones y el tributo a las transferencias financieras. Si las entradas son menores a las pronosticadas, entonces caerán todos los gastos. Todo sea para tener superávit fiscal y pagar el único gasto que no piensa tocar, los vencimientos de la deuda.
Se trata de una novedad porque siempre los presupuestos predecían tales ingresos y gastos, pero si se recaudaba más, se solía gastar más y si se ingresaba menos, se recurría a aumentar impuestos (Milei los considera un robo, pese a que las economías desarrolladas los utilizan para redistribuir la riqueza y mejorar sus sociedades), ajustar erogaciones (que es lo que está dispuesto a hacer el jefe de Estado), emitir moneda (herramienta a la que no sólo el peronismo echó mano, que no es inocua pese a lo que diga la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, ni la única razón de la inflación, como lee en su discurso Milei) o tomar deuda (como hizo Luis Caputo, actual ministro de Economía, cuando estaba al frente del Ministerio de Finanzas en el gobierno de Mauricio Macri).
Javier Milei en el Congreso durante la presentación del Presupuesto 2025.
El Presidente descartó la subida de impuestos porque alegó que Argentina es el país con presión tributaria del mundo, algo que las estadísticas niegan porque ubican a la nación en el puesto 43°. Incluso se apiadó de los millonarios que emigraron, como Marcos Galperin y muchos más, en el anterior gobierno por el alza del Impuesto de Bienes Personales, que ahora él y la oposición dialoguista rebajaron, y por el aporte extraordinario por la pandemia: “Terminan con la expulsión de compatriotas por impuestos prohibitivos”.
Milei también descartó la opción de seguir dándole a la maquinita de imprimir billetes o al endeudamiento. Una, porque empobrece a los argentinos de hoy y la otra, a los del mañana -aunque no tan mañana, teniendo en cuenta que se van pagando vencimientos de intereses y capital-. De hecho, en enero y julio próximos están agendados los primeros pagos de la deuda dejada por Caputo y reestructurada por Martín Guzmán, ministro de Economía del anterior gobierno.
Es cierto que Argentina ahora carece de acceso a los mercados de deuda y no puede darse el lujo de emitir moneda ante tanta inflación que padece. Por eso hasta Juan Grabois proponía un déficit cero en su campaña de precandidato presidencial. El tema es cómo financiarlo. Pero sorprende que un economista que se enorgullezca de serlo como Milei reniegue en el Congreso de la posibilidad de hacer política contracíclica en caso de que se hunda la economía. Es repudiar una de las herramientas de cualquier economía desarrollada, pero quizá supondría admitir que su repudiado John Maynard Keynes tenía razón. El libertario prefiere citar varias veces en su discurso a Milton Friedman repudiando el gasto público y los impuestos. Que Argentina ahora no pueda hacer política contracíclica no significa que deba atarse de manos para siempre. Que hoy no pueda emitir moneda no significa que no hayan sido los mismos empresarios los que pedían en la cuarentena que se le dé a la maquinita para pagarles los sueldos de los empleados.
Las proyecciones del Presupuesto 2025
Por fuera del discurso que dejó los lineamientos generales, el Palacio de Haciendo divulgó minutos después un resumen del presupuesto. No difundió el proyecto de ley completo. “El PIB se proyecta con una subidaa del 5% para 2025”, informó Economía. Bancos y consultoras nacionales e internacionales relevadas por la firma FocusEconomics prevén en promedio un crecimiento menor, del 3,5%. Pero en lo que más difieren es en la previsión de inflación: Milei y Caputo predicen un 18,3%. Pero el mercado, en el que tanto confía el Presidente, atisba un 67%. Al dólar en diciembre de 2025, el presidente y su ministro lo ven en $1.207, pero bancos y consultoras, en $1.738.
“El presupuesto del Sector Público Nacional para el ejercicio fiscal 2025 se proyecta levemente superavitario en términos del PBI. El resultado primario, en tanto, alcanzaría el 1,3% del PIB”, informó el ministerio. “Desde 2014 no se presenta al Congreso de la Nación un presupuesto equilibrado. Aún más, desde el 2010 no se alcanza un resultado fiscal anual superavitario, y desde 2008 no se alcanzan dos años consecutivos de superávit financiero. Los recursos totales estimados alcanzan el 16,5% del PIB, mientras que los gastos totales ascienden a 16,5% del PIB”, completa la cartera de Caputo.
Pocos manifestantes, a favor o en contra de Milei, en las afueras del Congreso.
Milei argumentó que la regla del déficit cero busca “blindar el equilibrio para siempre, obligar al Estado a hacerse cargo y si hay mejoras permanentes, deberá devolverlas a la sociedad con reducción de impuestos”. “Achicar el Estado es engrandecer la Nación”, dijo, tal como pregonaba Álvaro Alsogaray en las elecciones de 1989, cuando salió tercero pero su programa económico terminó siendo ejecutado por el ganador, Carlos Menem.
El Presidente llamó a un “debate honesto acerca de qué se debe ocupar el Estado”. “Es la niñera, desde dar de comer hasta entretener”, dijo. Advirtió que hay “pobreza, analfabetismo y hospitales sin insumos”, mientras se gasta en “recitales, medios de comunicación, rutas a ningún lado y leyes inútiles”. Según él, el Estado nacional sólo debe ocuparse de tres funciones: la estabilidad macroeconómica, el “imperio de la ley”, o sea, la “defensa de la vida y la propiedad”, y la “defensa de ataques externos”. Tres ministerios: Economía, Seguridad y Defensa.
No por nada la cartera de Caputo reivindicó al comunicar el presupuesto que en 2024 se abocó a la “recuperación de las capacidades de defensa y seguridad” y al “acompañamiento social sin intermediaciones”. Tal como contó elDiarioAR, pese al ajuste casi generalizado del gasto este año hay sectores que gastaron más que en 2023. Es cierto que aumentó la asignación universal por hijo (AUH) y que cortaron los planes que involucraban organizaciones sociales como la asistencia a comedores -eso sí, ahora la canalizan por la Fundación Conin e iglesias católicas y evangélicas-, pero no lo es que se haya incrementando la partida de la Tarjeta Alimentar. Es verdad que dieron prioridad al Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas y la Secretaría de Inteligencia (SIDE), entre otros rubros como los gastos del propio Ministerio de Economía, mientras se relegaron otros como las jubilaciones, las universidades, los libros escolares, los medicamentos para pacientes oncológicos o el mantenimiento de los trenes.
AR/DTC