Tres décadas después, este icono cinematográfico de la generación X sigue arrancando suspiros. Y eso que propone justo el tipo de relación que llevamos años entrenándonos para evitar, un amor romántico no exento de toxicidad: «Me comí con patatas todo lo que representaba Troy»
Buscando a Mr. Darcy ardientemente: por qué ‘Orgullo y prejuicio’ se ha convertido en un ‘Imperio romano’ generacional
Treinta años después del estreno de (1994), uno de los iconos cinematográficos de la generación X dirigido por Ben Stiller, la tensión sentimental y sexual entre Lelaina (Winona Ryder) y Troy (Ethan Hawke) sigue arrancando suspiros. Y eso que la película nos propone justo el tipo de relación que llevamos años entrenándonos para evitar: un amor romántico no exento de toxicidad.
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