Treinta años después del estreno de (1994), uno de los iconos cinematográficos de la generación X dirigido por Ben Stiller, la tensión sentimental y sexual entre Lelaina (Winona Ryder) y Troy (Ethan Hawke) sigue arrancando suspiros. Y eso que la película nos propone justo el tipo de relación que llevamos años entrenándonos para evitar: un amor romántico no exento de toxicidad.