Olaf Scholz se la juega en las elecciones regionales de Brandeburgo

Dos semanas después de la debacle sufrida por el gobierno tripartito del canciller socialdemócrata en los comicios de Turingia y Sajonia, en los que la ultraderecha AfD obtuvo resultados históricos, las urnas se vuelven a abrir en el estado que rodea Berlín

Los resultados históricos de la ultraderecha alemana dejan al gobierno de Scholz contra las cuerdas

Cuando este domingo a las seis de la tarde los medios alemanes publiquen las primeras proyecciones de los resultados electorales de Brandeburgo, para Olaf Scholz será todavía mediodía. El canciller estará a más de 6.000 kilómetros de Potsdam, la capital del estado federado que rodea la cosmopolita capital Berlín. Representará a Alemania en la Cumbre del Futuro de Naciones Unidas en Nueva York. 

Los medios alemanes analizan la situación con cierta sorna: Nueva York parece un buen lugar para que Scholz observe la cita electoral con suficiente distancia. El canciller tiene poco que ganar en unas elecciones regionales en las que la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD) pelea con los socialdemócratas del SPD por ser primera fuerza. 

Si AfD gana las elecciones, todas las miradas se posarán de nuevo sobre la debilitada y desunida coalición tripartita de SPD, verdes y liberales que lidera Scholz como la causa principal del avance ultra. Si el candidato socialdemócrata y actual primer ministro de Brandeburgo, Dietmar Woidke, consigue relegar a AfD a la segunda posición, la lectura predominante será que Woidke lo ha conseguido precisamente porque el canciller ha estado ausente en la campaña electoral. 

Nuevo gran resultado de AfD

La cita con las urnas en Brandeburgo llega veinte días después de los resultados históricos de AfD en los estados orientales de Turingia y Sajonia. La ultraderecha ganó el pasado 1 de septiembre en el primer estado y quedó a pocas décimas de ganar también en el segundo. Brandeburgo comparte con Turingia y Sajonia varias características: los tres son estados germano orientales, los tres son regiones relativamente poco pobladas y con poco peso económico dentro de Alemania, y en los tres, AfD se ha convertido en un Volkspartei o un partido sistémico de grandes resultados gracias a un electorado trasversal.

Según la última encuesta electoral publicada el pasado jueves por el canal de televisión público ZDF, AfD podría ser primera fuerza con el 28% de los votos, seguida de cerca por el SPD con un punto menos. Los conservadores de la CDU apuntan a terceros con alrededor de 14%. La izquierda conservadora y de discurso antimigratorio de Sahra Wagenknecht (BSW, en sus siglas en alemán) entrará en el parlamento regional con un gran resultado de dos cifras, como ya hizo en Turingia y Sajonia. 

Los socios de Scholz en el gobierno federal de Berlín, los verdes y los liberales del FDP, se quedarán muy probablemente fuera del parlamento, mientras que los poscomunistas de La Izquierda siguen su particular camino hacia la desaparición, un destino que parece ahora aún más inevitable tras la tremenda interrupción en el sistema de partidos alemán protagonizada por la formación fundada el pasado enero por su exdiputada, Sahra Wagenknecht. En menos de un año, el BSW ya pelea en las encuestas por ser cuarta fuerza a nivel nacional.

Con este panorama, Scholz tendrá poco que celebrar desde Nueva York. Como mucho, él y su partido podrían amortiguar el gran resultado de la ultraderecha en Brandeburgo con una victoria del candidato de socialdemócrata Woidke que le permita seguir como primer ministro al frente del gobierno del estado. De lo contrario, Woidke ya ha anunciado que renunciará al cargo, lo que añadiría un problema más a Scholz en el complicado otoño político que se avecina para su gobierno. 

Woidke gobierna actualmente con un tripartito con la CDU y los verdes. Si estos últimos quedan fuera del parlamento, la formación de gobierno pasará inevitablemente con pactar con la CDU y BSW, una coalición antinatural pero necesaria para evitar acordar nada con la ultraderecha. Esta situación también se da en Sajonia y Turingia, estados en los que todavía no hay acuerdos para formar nuevos gobiernos regionales tras las elecciones.

Consecuencias políticas

A estas alturas, el gobierno de Scholz, el peor valorado desde que hay encuestas en la Republica Federal, solo parece seguir unido para evitar unas elecciones anticipadas que supondrían otro castigo para las tres formaciones. Las encuestas apuntan que si hoy se celebrasen elecciones federales en Alemania, el SPD estaría entorno al 15% de los votos, mientras que Los Verdes obtendría el 10% y los liberales del FDP se quedarían por debajo del umbral del 5% y fuera del Bundestag (parlamento federal). Las elecciones de este domingo en Brandeburgo no disiparán las dudas sobre la ‘coalición semáforo’ de Scholz. Una eventual victoria de AfD las aumentaría. 

En el FDP ya se oyen voces que apuestan por abandonar el gobierno e intentar así remontar el vuelo. El presidente del partido liberal y ministro federal de Finanzas, Christian Lindner, habla de un “otoño de decisiones”, una expresión que abre la puerta a la salida de su partido del gobierno federal y a una posible moción de confianza al canciller en el Bundestag. El presidente de la CDU y ya candidato oficial a canciller, el derechista Friedrich Merz, ha dicho que él y su partido están preparados para unas elecciones anticipadas.

Olaf Scholz sigue diciendo que su objetivo es repetir como candidato a la cancillería en las elecciones federales previstas para septiembre del próximo año. Ello a pesar de las pésimos datos de popularidad que arrojan las encuestas: en el actual barómetro político de la televisión pública ZDF, un 65% de los encuestados considera malo el desempeño de Scholz y sólo un 32% lo califica de bueno. 

Una victoria de la ultraderecha en las regionales del domingo avivará aún más el debate ya abierto en las filas socialdemócratas sobre la idoneidad de Scholz como candidato a canciller. El ministro federal de defensa, Boris Pistorius, tiene mucho mejor valoración ciudadana que él y ya asoma como alternativa. En Brandeburgo, Olaf Scholz tiene poco que ganar y mucho que perder. Se juega parte de su futuro político en unas nuevas elecciones regionales que, en condiciones normales, serían un simple termómetro electoral. 

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