El hace sentir al espectador como si mirara a través de una mirilla algo prohibido. Pero lo que encontrará al otro lado de la puerta no es sino lo que realmente rehúye. En el cineasta catalán sujetó la cabeza del público para que asistiera a un en la época de Luis XVI donde el sexo era sucio y desagradable. En uno asistía a la descomposición de un monarca (y la monarquía) que apenas podía moverse y que iba viendo cómo se acababa su tiempo mientras su cuerpo se consumía.