Contigo aprendí que el cine, el deseo y la pasión mueven montañas y dan sentido a la vida. Que defender mi lugar en el mundo y mi forma de sentir es un acto de dignidad y poderío revolucionarios. Que la valentía, el y la autenticidad irreductible son oxígeno necesario en una realidad como la nuestra y valen la pena, por mucha soledad e incomprensión que puedan provocar. Que es posible derribar muros y cambiar el mundo expresándose con libertad y existiendo. Que la creación y una pantalla son nuestros mejores aliados. Que no importa lo que digan ni lo que opinen ni el triunfo que resulte, solo importa ser drásticamente honesto con uno mismo y con el resto.