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Cero sorpresa, la verdad. Resulta que Alvise Pérez, nuevo líder de la extrema derecha, vendedor de crecepelos, populista de manual, era el sheriff de Nottingham, en vez de Robin Hood. Hemos pillado al supuesto azote de corruptos chapoteando en la corrupción. Antes siquiera de alcanzar su primer cargo público, Alvise agarró el primer maletín con billetes que apareció.
La historia que esta semana ha desvelado en exclusiva elDiario.es está llena de detalles que aparentan modernidad: criptomonedas, youtubers, obras de arte digitales, un club de inversión y hasta unas cajas fuertes con seguridad militar. Pero en el fondo lo ocurrido se resume con facilidad. Es una historia clásica: la del político que pide dinero negro en billetes que nadie pueda rastrear; la del empresario que se lo da.
Alvise Pérez cobró 100.000 euros en efectivo de un gurú de las criptomonedas al que prometía cambiar las leyes a su favor. “Las encuestas me encaminan cada vez más cerca de ser llave de Gobierno con Feijóo y con Abascal” –decía Alvise– “y esto significa que yo en un posible acuerdo de Gobierno, puedo poner como condición sine qua non una serie de legislación [sic] relativas a bitcoin, etcétera”.
“Es un pulso entre el estado nación y la libertad financiera”, decía también Alvise. En realidad era un pulso entre la indecencia y la moral. Y en la cabeza de Alvise, ya te imaginarás quién ganó.
El relato de los hechos figura en una denuncia presentada ante la Fiscalía, cuyos datos principales el propio Alvise ha confirmado y que ya está bajo investigación. El denunciante es Álvaro Romillo, aunque es más conocido por su pseudónimo en Internet: Luis Cryptospain. Un empresario que empezó su carrera como youtuber, grabándose vídeos con una mascarilla negra que le cubría medio rostro, dando consejos sobre cómo eludir impuestos. Y que, gracias a la popularidad de esos vídeos, pudo montar después el Madeira Invest Club.
Este “club financiero” prometía dos cosas con las que logró convencer a alrededor de 3.000 personas para que pusieran su dinero allí.
La primera: un anonimato total. A diferencia de lo que exigen las normas antiblanqueo, que aplican todos los bancos o fondos de inversión, en el Madeira Invest Club no hacía falta que explicaras ni el origen del dinero ni tu verdadero nombre. Podías firmar el contrato con seudónimo. No había que aportar ninguna documentación.
La segunda promesa era la verdadera tentación: una rentabilidad estratosférica, hasta del 50%. Una cifra tan desmesurada, tan fuera de lo normal, que hace ya un año que la Comisión Nacional del Mercado de Valores alertó de que aquello era un “chiringuito financiero”.
Había otras ventajas para los miembros de este “club”: coches deportivos de lujo a su disposición, un gancho que ayudaba a captar a nuevos inversores. ¿Y en qué se supone que invertían? En teoría, en ‘tokens’ de arte digital. Puro humo, en realidad.
Durante un tiempo, la rueda giró y el “club financiero” pagó. Hasta que ha dejado de hacerlo; lo que siempre suele pasar cuando alguien promete tanta rentabilidad.
Luis Crytospain también fundó otro negocio, en línea con el anterior. Se llama Sentinel y está en un local de la calle Maldonado 43 de Madrid, en el distrito de Salamanca, una de las zonas más caras de la capital. En el sótano de ese edificio, construyó un auténtico búnker: 5.000 cajas fuertes individuales con seguridad militar de grado 7, protegidas por un enorme muro de hormigón armado y con vigilancia las 24 horas.
El negocio de Sentinel, en teoría, era el de una consigna. O el de una caja de seguridad, como las que alquilan algunos bancos en su cámara acorazada. La diferencia, de nuevo, era el anonimato: no hacía falta dar tu nombre real para contratar una de estas cajas fuertes. Lo que allí se escondía quedaba así al margen de los embargos, de las inspecciones de Hacienda o de cualquier investigación judicial.
Sentinel, ese local de la calle Maldonado de Madrid, también ofrecía otro servicio más: cambiar criptodivisas por dinero en efectivo. Y también al revés: comprar bitcoins y otras monedas digitales con billetes al contado. Siempre de manera anónima: sin dejar ningún rastro de quién había hecho la operación.
¿Qué clase de “clientes” buscan servicios así? Es una pregunta retórica. Es fácil de suponer.
El 29 de marzo de este año, Alvise se puso en contacto con Luis Cryptospain a través de whatsapp. “Me han recomendado su asesoría para un tema que se me escapa, y me encantaría que pudiéramos colaborar”, le escribió Alvise. En aquel momento le trataba de usted, pero no tardó en coger más confianza y pasar al tú. Pronto también cambiaron whatsapp por signal, otra aplicación de mensajería en teoría más segura. Son esos mensajes, hoy en manos de la Fiscalía, los que demuestran todo lo que pasó.
Apenas una semana después de ese primer contacto, el 4 de abril, Alvise fue la estrella invitada en un evento del Madeira Invest Club en el Hipódromo de Madrid. Allí Alvise defendió que “su lucha” era la misma: “La lucha de la libertad financiera” contra “un estado criminal, que os roba más del 75% de lo que producís”. “Yo lo llamo esclavismo moderno”, aseguró también.
Los datos: los impuestos en España para las rentas del capital, los que se pagan por los rendimientos financieros, tienen un tipo máximo del 28%. Y solo a partir de 300.000 euros en un mismo año. Pero dejaré el fact check para otro día: como empiece con los bulos de Alvise, esta carta nunca terminará.
Tras elogiar el Madeira Invest Club, tras ver las enormes cantidades de dinero que movía su nuevo amigo, Luis Cryptospain, Alvise empezó a apretar. “Estoy pensando en la potencialidad de nuestra colaboración”, le escribe el 7 de abril. “Con un buen acuerdo tus proyectos podrían llegar a muchísima gente, y yo financiar con seguridad y holgura mi campaña sin la problemática de la persecución estatal”, le dice también.
Los mensajes son muy claros. Los hemos publicado en elDiario.es. Entre abril y mayo, poco antes de que empezara formalmente la campaña electoral, Alvise pide fondos “que no requieran ser controlados por el Tribunal en Cuentas”. “Fondos para el partido” y para “afrontar cierta multas por revelación de secretos” –en realidad varias condenas judiciales por mentir y difamar–.
–Tengo que ponerme a recaudar fondos en modo urgente. ¿Conoces gente que pueda estar interesado en apoyar nuestra comunidad como la nuestra de libertad y lucha de éxito contra la corrupción– escribe Alvise el 14 de mayo, a pocos días de que arranque la campaña de las europeas.
–¿Cuántos fondos necesitas?–, pregunta Luis Cryptospain.
–Entre 300.000 y 360.000 euros– responde Alvise.
–Creo que puedo lograrlo. Déjame que lo revise en detalle y veo cómo hacerlo–, contesta Luis.
El primer intento sale mal. No había tanta gente interesada en apoyar la “lucha” de Alvise contra la corrupción. Luis le facilita una ‘wallet’, una cuenta para recibir bitcoins, que Alvise promociona en sus redes sociales. ¿El resultado? Muy lejos de lo esperado. Apenas 7.000 euros.
–Va demasiado lento y el tiempo me come para los pagos de la campaña–, se queja Alvise el 26 de mayo.
Al día siguiente, en la madrugada del 27 de mayo, Luis Cryptospain le soluciona parte del problema de una tacada. “Mañana puedes pasar por el sentinel a por 100k, es una cantidad que no será problema de recaudar”, le dice Luis. Y así ocurrió. Alvise pasó por el Sentinel: esa cámara acorazada en la calle Maldonado, donde recogió los 100.000 euros en billetes. Después le dio “100.000 gracias” a su generoso benefactor.
¿Las pruebas? Están en estos dos pantallazos. Salen de un informe pericial, presentado ante la Fiscalía, que demuestra que los mensajes no han sido manipulados.
Conversación entre Alvise y el empresario sobre la entrega de 100.000 euros
Los mensajes son clarísimos. Los audios también lo son. Tanto que Alvise se ha visto obligado a confesar que cobró ese dinero en B. Dice que lo hizo “para no enriquecerse con la política”, como si los 100.000 euros no tuvieran relación con su candidatura y lo que a su donante prometió. En una nueva pirueta, intenta presentarse como un “autónomo sin IVA”; como si hubiera cobrado ese dinero en negro por un trabajo que realmente realizó.
Solo hay un problema en esa huída hacia adelante. Uno fundamental: que hablamos de un presunto delito de financiación ilegal, no de un simple fraude fiscal.
En cuanto a Luis Cryptospain – o Álvaro Romillo– hace apenas una semana anunció que no podía pagar. El Madeira Invest Club está quebrado. El Sentinel tampoco ha vuelto a abrir. Ha puesto todos sus bienes a disposición de la Justicia para intentar devolver a los socios del club Madeira parte de lo que invirtieron allí. Unas personas entre las que habrá ingenuos e inocentes, pero también otros con su parte de responsabilidad. ¿Quién invierte en un “club financiero” donde te prometen anonimato, opacidad frente Hacienda, una rentabilidad desmesurada y que tampoco preguntarán por el origen del dinero?
El vídeo con las excusas de Alvise para justificar lo injustificable es digno de ver. Lo tienes aquí. Alvise ahora llama “estafador” a su antiguo benefactor, Luis Cryptospain. Su “lucha” ya no es la misma, al parecer.
“Cobré el dinero para no enriquecerme con la política”, dice Alvise. “¿Quién no ha hecho pequeños sacrificios de moral para llegar donde está?”, se justifica también.
Es el clásico discurso populista, el trumpismo habitual. Una huida hacia adelante, no muy distinta a lo que protagonizó Isabel Díaz Ayuso cuando descubrimos que su hermano había cobrado una comisión de 234.000 euros de un contrato a dedo de su gobierno a un empresario de su pueblo. O cuando Ayuso aseguró que era Hacienda quien le debía dinero a su pareja tras una “inspección de Hacienda sacada de quicio”. No es la misma dosis que aplica Alvise. Pero sí la misma medicación.
Hay una enorme diferencia. Alvise no cuenta con la protección de la que disfruta la lideresa de Madrid. Ni en los medios de comunicación, ni en la derecha judicial –lo más probable, es que acabe imputado en el Supremo–. Es más bien al contrario: todos estos poderes lo quieren hundir. No por su discurso xenófobo y populista, que no es novedoso, ni tan distinto al de otros líderes de la ultraderecha española. Le quieren fuera porque la división del voto reaccionario en tres partidos debilita a la derecha para recuperar el poder.
Ha sido la primera ocasión en la que una investigación de elDiario.es aparece recogida en absolutamente toda la prensa de derechas. En todos los medios.
Alvise tiene un problema. Uno serio. Y puede que esta historia suponga el final de su corta carrera política. O tal vez no, y tengo verdadera curiosidad por saber qué ocurrirá; si un discurso populista como el suyo es capaz de sobrevivir a estos mensajes, a estos audios, a los 100.000 euros en negro que se llevó. ¿Mantendrá Alvise esos 800.000 votantes? ¿Tragarán con esto también?
Lo dejo aquí por hoy. Ojalá tengas un buen fin de semana. Gracias por tu apoyo a elDiario.es.
Un abrazo,
Ignacio Escolar