El dirigente de la extrema derecha inicia en Asturias un periplo por España tras comprobar el bajón de afiliados y el estancamiento en todas las encuestas ante la amenaza de Alvise Pérez
Abascal no logra contener la sangría de cargos y militantes en Vox
Santiago Abascal está dispuesto a recuperar el espacio político perdido que según todas las encuestas no solo le está arrebatando el PP sino también, aunque en menor medida, el inesperado rival que le surgió a Vox en las pasada elecciones europeas: Se acabó la Fiesta (SALF), el partido del agitador ultra Alvise Pérez.
La semana pasada Abascal anunciaba su intención de iniciar una “gira” por toda España con el fin de redoblar la oposición al Gobierno de Pedro Sánchez y mantener el protagonismo político, en plena pugna por ver cuál de los tres partidos de la derecha exprime más y mejor el debate sobre la política de inmigración y sobre la financiación autonómica de Catalunya. Con esa gira el líder de Vox busca a la vez levantar los ánimos a los suyos en unos momentos en los que el censo de afiliados de Vox estaba languideciendo.
Aunque el líder de Vox ha intentado ignorar a Alvise Pérez, la dirección del partido de extrema derecha no quita ojo a los sondeos que apuntan a un notable ascenso electoral de la nueva formación. Las noticias sobre el dinero negro recibido por Pérez de las que ha ido informando elDiario.es han dado un respiro a los de Abascal dado que suponen un duro revés para la credibilidad del dirigente de SALF ante sus incondicionales. Algunos opinan, desilusionados, que su discurso de que todos los demás son corruptos menos él ha quedado desmontado.
En Vox, no obstante, saben que el verdadero rival electoral ahora es el PP, que les está ‘robando’ sus banderas contra Pedro Sánchez, tanto en materia de inmigración como de financiación autonómica, con la presidenta regional madrileña, Isabel Díaz Ayuso, marcándoles a todos el camino. Abascal también está viendo los ‘coqueteos’ del líder conservador con algunos de los aliados tradicionales de la extrema derecha europea, como la italiana Giorgia Meloni. Aunque los dirigentes de Vox niegan públicamente la preocupación por el estancamiento que les dan casi todos los sondeos, fuentes internas de Vox aseguran en privado lo contrario.
Esta preocupación se ha acentuado después de la drástica decisión tomada por Abascal de romper todos los pactos autonómicos que mantenía Vox con el PP, que conllevó para la formación de extrema derecha una sangría de abandonos de cargos institucionales y orgánicos que no estaban de acuerdo con la ruptura. Varios consejeros autonómicos desobedecieron al líder y permanecieron con esos gobiernos presididos por los de Feijóo y anunciaron que dejaban el partido.
El goteo de bajas desde entonces no cesó, aunque ya había comenzado meses antes tras la Asamblea General extraordinaria celebrada en enero, en la que el líder fue ratificado en su cargo sin oposición interna, tras la que nombró una nueva dirección en la que incluyó a los dirigentes territoriales para aplacar el malestar interno que ya se fraguaba. Pese a los intentos de calmar las aguas, ese goteo de abandonos que sigue causado rotos a Abascal. El pasado miércoles daba un portazo el diputado balear Agustín Buades, al que el partido había abierto un expediente disciplinario después de que decidiera abandonar el grupo parlamentario sin renunciar al acta.
Por entonces el partido ya había empezado a sufrir un notable descenso de afiliados, según se pudo comprobar en las cuentas de 2023 que colgó Vox en su web, la mitad del censo de afiliados no pagaban sus cuotas. Los datos son reveladores: aunque el partido tiene registrados cerca de 67.000 militantes, solo 35.000 están al corriente de pago, lo que ha supuesto para Vox además una importante merma de ingresos en ese ejercicio por este concepto. El objetivo ahora es recuperar el terreno perdido y captar nuevos afiliados y simpatizantes.
Esa gira de Abascal por España comenzó la pasada semana. El lunes pasado el líder de Vox se desplazó a Asturias, cuna del secretario general del grupo parlamentario José María Figaredo. Desde Covadonga, alertó ante sus seguidores de que “hay un intento permanente” de “desmoralizarles”. “No hay más que ver las encuestas, no hay más que ver las noticias en las que aparecemos porque muchas veces parece que Vox no existe. Y no hay más que ver los certificados de defunción de Vox que se expiden constantemente por los medios de comunicación”, lamentó.
“El intento de desmoralizarnos, de pensar que este proyecto ha fracasado ha sido una constante, pero aquí seguimos”. Abascal apeló a la historia: “Aquí empezó todo”, recordó.
El dirigente de extrema derecha se refirió a las “desigualdades” que, a su juicio, va a generar el llamado “cupo catalán”. “Nosotros hacemos una enmienda a la totalidad del sistema de las autonomías. Esa es nuestra posición. No ha dejado de serlo nunca, a pesar de que hemos gobernado en las regiones. Pero hoy una vez más se comprueba que quien actúa desde la deslealtad es el que se lleva premios”, clamó.
En ese mismo acto Abascal fue preguntado también si tenía “celos” del acercamiento de Núñez Feijóo a sus aliados europeos de la extrema derecha, poco después de la foto de Núñez Feijóo con Meloni, con la que el líder del PP mantuvo un encuentro la semana pasada en Italia ensalzando su política de inmigración.
“¿Celos?”, se extrañó Abascal. “Absolutamente ninguno. Estamos muy contentos de que nuestros adversarios tengan que reconocer que nuestros socios y aliados tiene razón y están haciendo las políticas adecuadas”, zanjó. En su opinión, será “al revés”, que el PP es el que tiene celos de su estrechísima relación que él y Vox tienen con Fratelli d’Italia y la propia Meloni. Abascal despreció que Feijóo se haya hecho esa fotografía ya que eso en su opinión “no sirve” y es “una parte más de la estafa del PP a los españoles”.