Medio centenar de personas acompañaron a «32», «33» y «36», identificados así porque no se conocen sus nombres ni cuáles eran sus flores favoritas
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Tres coches fúnebres llegaron en la tarde de este lunes al cementerio de El Mocanal, en El Hierro. Transportaban en modestos ataúdes los cuerpos de tres de las nueve víctimas del naufragio del pasado 28 de septiembre. Se trata de los tres entierros que el Ayuntamiento de Valverde se ha comprometido a acoger, tres días después de la que ya es considerada como la mayor tragedia migratoria de Canarias.
Sobre las siete de la tarde ya se está poniendo el sol en la isla del Meridiano, pero el aire frío no impidió que más medio centenar de personas despidieran a “32”, “33” Y “36”, identificados así de forma anónima, si es que esta frase es posible. Ninguno de estos asistentes estaba llamado hace una semana a estar aquí para despedir a estas tres personas de las que no se sabe tampoco cuáles eran sus flores favoritas. “De algunos, sí sabemos, de J15”.- enterrado también en el Mocanal- “que era musulmán, porque estuvo en el Hospital de El Hierro y le dio tiempo de hablar antes de morir con pie de patera, una infección de la que no logró sobrevivir”, nos cuenta Haridian Marichal, periodista y vecina de El Hierro.
Pertenece a un grupo de WhatsApp integrado por vecinos y vecinas de la Isla, que veían la necesidad de que las personas migrantes que fallecían en las costas “no se fueran solas”. Marichal recuerda que a través de este tipo de iniciativas se han leído en ceremonias similares los versos del canario Pedro García Cabrera, A la mar fui por naranjas/ cosa que la mar no tiene /Nadie se atrevió a explicarme / si las olas van o vienen/.
Asistentes al entierro de tres de los nueves fallecidos en el naufragio de El Hierro.
Las olas no traen respuestas sobre el paradero de los 54 desaparecidos, cuya búsqueda continuaba mientras transcurrían las sepulturas. El silencio de la ceremonia solo fue roto durante el primer enterramiento por el sonido de los zapatos impactando en el picón volcánico y por las pocas, pero justas palabras de Mamadou Agne, representante de la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU: “No deseaba venir de esta manera, pero podrá descansar”.
Y no era la única Organización No Gubernamental que quiso despedirse de los migrantes, también estaban los miembros de Cruz Roja, ataviados con los chalecos que visten en las llegadas de cayucos a los puertos, que son quizá el primer abrazo que estas personas encuentran al pisar tierra. Entre una sepultura y otra, el alcalde de Valverde, Carlos Brito, llevaba la parte que le correspondía del peso del ataúd y se reafirmaba mirando a su alrededor en la solidaridad del pueblo herreño, que ante una despedida hace eso tan canario y tan lleno de significado, acompañar. “No nos queda otra”, dice en la puerta del cementerio cuando ya ha concluido la ceremonia, donde la gente se queda un rato hablando fuera, como si se hubieran dejado algo dentro.
Cementerio de El Monacal, Valverde.
Algunos ya comentan y hablan de la vida, pero también hubo lágrimas porque la gente se aflige cuando sus vecinos mueren. “A mí me acogieron cuando vine de La Gomera, y devuelvo todo ese amor a la sociedad y aquí ya nadie va a morir solo”, comenta Marichal, que también se ha quedado un rato hablando con los trabajadores del Centro de Atención Temporal de Extranjeros (CATE), que acompaña a los supervivientes a que continúen su viaje en condiciones dignas y se echan a la espalda una gestión política nefasta, y mediáticamente estridente, tanto a nivel comunitario como nacional y regional, de un problema global que afecta a los Derechos Humanos.
Por su parte, el Gobierno insular de El Hierro ha acordado este lunes en Junta de Portavoces declarar tres días de luto a la espera de conocer los detalles de la ceremonia de los otros seis entierros previstos en el municipio de La Frontera.
Faltan 54
La búsqueda continúa en las inmediaciones del Muelle de La Restinga con el sonido de fondo de nuevas embarcaciones que llegan. Hoy en total han sido dos llegadas y un aviso al sur de la Isla, por lo que los servicios de salvamento han estado toda la noche rastreando sin éxito. Las guardamares no han tenido descanso y el personal de Salvamento no ha atinado a poder quitarse las botas de plástico desde hace casi cuatro días, es quizá de los pocos trabajos que por rutinarios no se normalizan porque se respira en el aire que algo va mal.
En el mar continúan movilizadas la patrullera Río Tajo de la Guardia Civil, una semi rígida del grupo de buceo y otra de Cruz Roja, más una de Salvamento Marítimo. También se encuentran desplegados medios en tierra para detectar si en la zona de costa aparecen cuerpos humanos o los restos del naufragio. Por el aire, En el mar están movilizadas la patrullera Río Tajo de la Guardia Civil, una semi rígida del grupo de buceo y otra de Cruz Roja, más una de Salvamento Marítimo.
Durante la mañana, el delegado del Gobierno en Canarias, Anselmo Pestana, ha puesto sobre la mesa una de las hipótesis que explicaría el motivo por el que los cadáveres no emerjan a la superficie y se deba a la presión que se ejerce en grandes superficies donde el mar desciende a profundidades de hasta mil metros, unido, explica, “a las corrientes submarinas”.
La Restinga es un don del Atlántico, océano indomesticable, un pueblo pesquero acostumbrado a recibir con desconfianza las noticias que vienen del mar. Estos días hay entre los vecinos una calma tensa, incertidumbre, resignación y esa forma que tiene la vida de resurgir en lo cotidiano hasta de los peores derrumbes.