Un estudio de Greenpeace cruza la caída de recursos hídricos prevista debida al cambio climático y la demanda que supone el sector actual y su ampliación: si no se contiene «llegaremos a un colapso hídrico”, advierten
España se enfrenta al dilema imposible de un campo que multiplica los regadíos en un país sin agua
España afronta un problema derivado de la crisis climática: el agua es cada vez más escasa porque van descendiendo las precipitaciones y hace más calor. Pero sigue desarrollando un sector de la agricultura de regadío de primer orden que es el primer consumidor de agua del país.
Ante este panorama, la organización Greenpeace ha analizado cuánto podría regar España para no caer en el “colapso hídrico” en un escenario de reducción de recursos. Y le ha salido una cuenta de casi un millón de hectáreas respecto a las casi cuatro millones que hay en la actualidad, especialmente las dedicadas a la agricultura intensiva e industrial.
El trabajo titulado ¿Cuánto podremos regar? Análisis del agua disponible en una España con cambio climático cuantifica el impacto que tendrá la reducción prevista de disponibilidad de agua en los próximos años (2030-2100) sobre el campo, teniendo en cuenta las previsiones meteorológicas y de aumento de la demanda. “No es el primer informe que hacemos sobre ello, pero ahora era necesario ahondar en el ‘cuánto’, concretarlo”, señala Julio Barea, responsable del Programa de Campaña de Aguas de Greenpeace.
España es el cuarto país de la UE con mayor estrés hídrico y ocupa el puesto 28º en el mundo. “La disponibilidad de agua en nuestro país está decreciendo. Sin embargo, el consumo de agua sigue. Si no atajamos este problema llegaremos a un colapso hídrico del que ya nos encontramos a las puertas”, cuenta el experto. El 80% del agua en España se destina a la agricultura, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Nuestro territorio cuenta con 3.,8 millones de hectáreas de regadío en la actualidad. Greenpeace afirma que se espera que sigan en aumento en el corto plazo, según la revisión de los planes hidrológicos de cuenca en vigor. “Sin embargo, la propia estrategia de lucha contra la desertificación y todos los modelos climáticos para el futuro señalan que cada vez habrá menos recursos disponibles, más sequías y más frecuentes”, recuerdan.
Menos precipitaciones
La previsión es que se reduzcan las precipitaciones, según el estudio de la organización, en entre un 2% y un 4% para 2040, entre un 8% y un 12% para 2070 y entre un 15% y un 26% para 2100. Las reservas hídricas más afectadas por esto serían las de las demarcaciones hidrológicas de las Islas Canarias, Guadalete-Barbate y las Cuencas Mediterráneas Andaluzas. También la del Guadiana, Guadalquivir, Tinto-Odiel-Piedras o las de Baleares.
A su vez, debido a la esperada subida de temperaturas que se está produciendo y que cada vez será más acusada con el calentamiento global, se estima que para 2040 la evapotranspiración potencial de estos lugares –la cantidad máxima de agua capaz de ser evaporada en un clima dado– aumente en entre un 3% y un 4% para 2040, entre un 10% y un 14% para 2070 y entre un 19% y un 31% para 2100, siendo la cuenca del Duero la más afectada por esta causa, abunda el análisis de los ambientalistas.
Ambas variables juntas darán como resultado que, para 2040, en España haya 889 hectómetros cúbicos menos de agua disponible en el mejor de los escenarios y 1.515 en el peor. Es decir: se reducirá el agua disponible en entre un 4% y un 7% en apenas 20 años.
Sólo un recorte del 20-25 % del regadío actual podría garantizar disponibilidad de agua suficiente para la población, pero los planes hidrológicos siguen proyectando aumentar los regadíos
“Sólo un recorte del 20-25 % del regadío actual podría garantizar disponibilidad de agua suficiente para la población, pero los planes hidrológicos siguen proyectando aumentar los regadíos”, señalan desde Greenpeace. Este recorte se traduciría en eliminar alrededor de un millón de hectáreas de regadío del país: un país en riesgo de sequía donde los volúmenes de agua almacenada en embalses son ya un 31% inferiores a la media de los últimos 10 años, pero que pretende seguir aumentando los regadíos legales hasta 2033 (hasta 2039 en el Segura), asegura la ONG.
Tanto es así que, en las cuencas del Duero, Ebro, y Guadiana, sumarán más de 106.892 nuevas hectáreas de regadío, según los registros de sus planes hidrológicos que ha ido revisando la organización.
Queremos y necesitamos la agricultura sí o sí, pero no así
“Queremos y necesitamos la agricultura sí o sí, pero no así. ¿Por qué? Porque la agricultura en los últimos años ha cambiado mucho. Ya no es la agricultura que pensamos: el pequeño labrador, la familia que trabaja… Ahora se han reagrupado muchas tierras, se han hecho grandes, grandísimas, explotaciones, y estas explotaciones, cada vez más, están en manos de grandes agroindustrias”, denuncia Barea.
Fijarse en grandes explotaciones
Greenpeace exige como medidas indispensables que el Gobierno establezca una hoja de ruta de reducción de los regadíos para 2040, señala que la reducción de estos regadíos debe enfocarse a las grandes explotaciones, demanda como indispensable eliminar todos los regadíos ilegales del país, que se priorice las reducciones en las zonas ya tensionadas (acuíferos en mal estado cuantitativo y químico así como sobre zonas vulnerables a la contaminación por nitratos), que congele cualquier proyecto de nuevo regadío que se sitúe en estas áreas definidas como críticas, así como las inversiones en nuevos regadíos en todas las cuencas, entre otras recomendaciones. “Nuestra esperanza es que nos hagan caso, pero tenemos delante a un Ministerio de Agricultura que va completamente en sentido contrario”, exclama el experto.