El investigador Rubem Centeno comprueba la existencia en el cementerio de San Amaro de las que podrían ser «las mayores fosas comunes del franquismo en Galicia», donde se sepultaron unas 250 personas
Bebel García, jugador del Deportivo fusilado en julio de 1936, será homenajeado este domingo
Bebel García (1914-1936), uno de los hermanos de la Lejía, es un mito del Deportivo, la camiseta blanquiazul que alternaba con la roja de las Juventudes Socialistas Unificadas. Así lo decía Eduardo Galeano en el cuento en el que narró su fusilamiento. En Última voluntad, el futbolista, de 22 años recién cumplidos, mandaba parar al pelotón de ejecución para desabrocharse lentamente la bragueta y, mirando hacia ellos, echar “una larga meada”, volver a abrocharse y decirles: “Ahora, sí”. Más allá de ese gesto para la leyenda, lo que nunca se había sabido es qué pasó con el cadáver de Bebel, el de su hermano France y el de Enrique Moscoso, O Cristo de Vioño, tras su asesinato. Una incógnita que el historiador Rubem Centeno ha conseguido desvelar casi 90 años después. Y que es sólo la punta de lo que parece un enorme iceberg.
“Fosa 12ª del depto 3º ampliación”. La seca prosa administrativa del libro de registro de enterramientos, citada por El Ideal Gallego, confirma que fueron sepultados en esa zona del cementerio de San Amaro, el histórico camposanto que mira hacia el Atlántico en el mismo barrio de Monte Alto donde vivió el futbolista. Bajo su suelo, según Centeno, podrían estar “las mayores fosas comunes del franquismo en Galicia”, con unos 250 cuerpos sepultados de forma clandestina.
Bebel aparece en el registro con el número 721; France, con el 722; Moscoso, con el 723. Tras el golpe de Estado, los tres participaron en la vigilancia nocturna del Comité de Defensa de la República, instalado en la sede del Gobierno Civil. Por el día, podía vérseles en las barricadas de las calles de la ciudad, donde jugó un importante papel su hermano mayor, Pepín.
Cuando la caída de A Coruña era inevitable, Bebel, France y otro de sus hermanos, Jaurés, trataron de huir a Asturias, donde seguía la resistencia contra los fascistas. Sin embargo, fueron detenidos en la localidad lucense de Guitiriz y, tras un simulacro de juicio, condenados a muerte. Inicialmente, Jaurés -de 17 años- se salvó porque era menor de edad y fue condenado a cadena perpetua. Sin embargo, un año después, en lo que parecía un traslado de presos a la cárcel de Pamplona, la Guardia Civil se llevó a tres de los reos -Jaurés, Jose María Eirís y Leovigildo Taboada- al Campo da Rata, un terreno frente al mar, a los pies de la Torre de Hércules, donde cientos de republicanos -incluidos Bebel y France- habían sido fusilados y les aplicaron la llamada Ley de Fugas. Tras su asesinato, a Jaurés, que acababa de cumplir 18 años, se le concedió la conmutación de la pena de muerte por 20 años de cárcel.
Los hermanos de la Lejía
Desde 2002, una calle recuerda en Monte Alto a los hermanos de la Lejía, los ocho hijos de José y Conchita García. Él era de Ribadeo, en el límite entre Lugo y Asturias, y ella de Castropol, al otro lado de la frontera. Por sus actividades socialistas, a José lo desterraron a 150 kilómetros de la villa lucense, así que se instaló en A Coruña, donde abrió el negocio de lejía que daría el apodo a la familia. Los ideales que ambos compartían quedaron reflejados en los nombres de sus hijos: tras José -el mayor y el único que fue bautizado- llegaron France, Bebel, Jaurés, Voltaire, Conchita, Bélgica y Berthelot. Su fama llegó a un punto que, durante los años de la República, las familias bien de la ciudad asustaban a sus hijos con los hermanos de la Lejía como hoy lo harían con el coco.
Cementerio de San Amaro, en A Coruña
De pequeño tamaño y carácter aguerrido, es fácil imaginarse a aquel Bebel como una especie de David Mella, el jovencísimo extremo derecho que hoy hace las delicias del público que abarrota Riazor, convertido en uno de los símbolos de la cantera que sacó al Deportivo del infierno de las categorías semiprofesionales.
“Era un buen delantero, un extremo derecha. Aunque muy bajito, casi enano, tenía unas condiciones fabulosas para el fútbol. Pero en la cabeza tenía otras cosas”. Así lo recordaba en 2008 en La Voz de Galicia otro mito -éste sí sobre el césped- del Deportivo, Rodrigo García Vizoso. Los datos recogidos por El Ideal hablan de un Bebel que militó durante tres temporadas en el Deportivo -la 32/33, la 33/34 y la 35/36, tras pasar por el Coruña-, jugó 22 partidos y marcó 6 goles. Era un equipo que contaba con un núcleo duro de 15 profesionales y el resto con ficha de aficionados, entre los que estaba el propio Bebel, “zurdo para jugar y para pensar”, en palabras de Galeano.
“Era muy buen chico, muy gracioso, aunque algo infantil, y muy valiente. Hacía frente a la policía y a todo lo que hiciese falta”. Un año antes de la Guerra Civil, Bebel fue detenido junto a France y otras 40 personas en la playa de Durmideiras, en Monte Alto, donde realizaban “ejercicios de formación” y “entonaban cánticos subversivos” vestidos con la camisa roja.
Los hermanos de la Lejía combinaban su militancia socialista con la práctica deportiva. Mientras Bebel jugaba al fútbol y France boxeaba, José, conocido como Pepín, practicaba atletismo. Fue detenido por su participación en la huelga general revolucionaria de 1934 y el golpe de Estado lo sorprendió como secretario de la Juventudes Socialistas Unificadas de A Coruña. Perdió una pierna en la batalla de Brunete y una hija en un bombardeo, pero consiguió embarcar en el Winnipeg, el barco que Pablo Neruda puso a disposición de los republicanos, y huir a Buenos Aires, donde se convirtió en un referente de la colonia de emigrantes y exiliados. Tras la muerte del dictador regresó a A Coruña, donde murió en 1996. Sus restos fueron sepultados en el monumento a los Mortos da Liberdade, en el mismo cementerio de San Amaro en el que, sin saberlo, reposaban sus hermanos.
La punta del iceberg
Ese desconocimiento de lo que se encuentra bajo el suelo de San Amaro no es exclusivo de los García. Hasta hoy se desconocía qué había pasado con los cuerpos de cientos de represaliados tras ser ejecutados por los fascistas en lugares como el Campo da Rata. La investigación de Rubem Centeno, A sociedade silenciada: as fosas ocultas do franquismo na cidade da Coruña, concluye que en el cementerio, hoy municipal, existieron enterramientos clandestinos de las víctimas de los sublevados. Así, podrían ser “las fosas más importantes de Galicia”, según la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica da Coruña (CRMH), colaboradora de Centeno en un trabajo que ha presentado sus conclusiones este miércoles en la sede de la Asociación Cultural Alexandre Bóveda.
“Se trata de personas que, en algunos casos, fueron trasladadas a nichos de cementerios -del propio San Amaro o a otros de la comarca de A Coruña- pero en otros es posible que aún permanezcan allí”, asegura la CRMH. Junto a personas anónimas que aún habría que identificar, el trabajo localizó ejemplos “sorprendentes”. Entre los cuerpos trasladados, el que fue Gobernador Civil de A Coruña, Francisco Pérez Carballo o el alcalde de Sada, Antonio Fernández Pita. Entre los que aún podrían estar allí, el padre y el hermano del legendario cantante Pucho Boedo. Además, claro, de dos de los hermanos de la Lejía. O quizá tres.