Bebel García (1914-1936), uno de los , es un mito del Deportivo, la camiseta blanquiazul que alternaba con la roja de las Juventudes Socialistas Unificadas. Así lo decía Eduardo Galeano en el cuento en el que narró su fusilamiento. En , el futbolista, de 22 años recién cumplidos, mandaba parar al pelotón de ejecución para desabrocharse lentamente la bragueta y, mirando hacia ellos, echar “una larga meada”, volver a abrocharse y decirles: “Ahora, sí”. Más allá de ese gesto para la leyenda, lo que nunca se había sabido es qué pasó con el cadáver de Bebel, el de su hermano France y el de Enrique Moscoso, , tras su asesinato. Una incógnita que el historiador Rubem Centeno ha conseguido desvelar casi 90 años después. Y que es sólo la punta de lo que parece un enorme iceberg.