El Ministerio de Cultura convertirá en Bien de Interés Cultural todos los trabajos conservados de la escuela donde se formaron, entre otros, Cecilia Bartolomé, Jaime Chávarri, Carlos Saura o Víctor Erice
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Lo definían como “un nido de rojos”, una reunión de subversivos contra el régimen armados con cámaras de cine. La Escuela Oficial de Cinematografía se convirtió durante el franquismo en un reducto de libertad. Un hogar para creadores que usaron la libertad que les daban esas cuatro paredes para aprender un oficio, sí, pero también para saltarse la censura y crear obras radicales y antifranquistas. Lo hacían a través de las prácticas de una escuela que vio nacer a cineastas como Iván Zulueta, Carlos Saura, Víctor Erice, Pilar Miró, Jaime Chávarri o Cecilia Bartolomé.
Todos esos trabajos forman una de las colecciones más importantes de Filmoteca Española, y por ello, el Ministerio de Cultura ha comenzado los trámites para convertir dicha colección en Bien de Interés Cultural (BIC). Es la primera vez que un archivo fílmico adquiere dicha categoría. Urtasun lo ha anunciado, precisamente, en la presentación de la exposición Los 100 metros libres: Vida y milagros de la Escuela de Cine (1947-1976), que recoge en la sede de la institución un viaje por aquel lugar y por las prácticas que ahora adquieren más protección.
Urtasun se acordó de los innumerables nombres que pasaron por la escuela, a la que definió como “un refugio en medio del asfixiante clima impuesto por la dictadura franquista” y “el origen de una extensa producción cinematográfica, pero también de una mirada acompasada al cine de su tiempo, aquel que se hacía fuera de nuestras fronteras y en condiciones de libertad”.
Ignasi Camós, Valeria Camporesi, Asier Aranzubia, Ernest Urtasun, Cecilia Bartolomé y Jaime Chávarri
Por ello se mostró orgulloso de iniciar los trámites para declarar dicha colección como BIC. “Se trata de la figura que garantiza una protección más completa entre las estipuladas en nuestra Ley de Patrimonio y por primera vez se aplicará a una colección cinematográfica. Estamos recopilando toda la información necesaria para elaborar el expediente que pronto se publicará en el BOE. Nuestro objetivo es que a mediados del año que viene el archivo de la Escuela de Cine sea ya oficialmente un bien de interés cultural en España”, anunció.
Preguntado por los trámites parlamentarios de la Ley del Cine, que incluye en su texto que la Filmoteca Española pase a ser también BIC, el Ministro avanzó que esta misma semana han estado en contacto con los grupos parlamentarios. El primer paso es ver si se presentan enmiendas a la totalidad -la anterior vez Vox lo hizo- , pero mientras están “viendo algunas de las cuestiones que sabemos que preocupan al sector, como por ejemplo la existencia o no de una ventana para las salas, o la posibilidad de incluir incentivos fiscales”. “Estoy convencido de que entre todos los grupos parlamentarios haremos la mejor ley para este país. Estamos trabajando intensamente con ellos”, dijo sin avanzar fechas.
Tuve mucha libertad y recibí muchas bofetadas. La libertad se paga, pero por lo menos hice lo que quise hacer. Luego tuve problemas, pero mi recuerdo de la escuela es excelente
Asier Aranzubia, comisario de esta exposición que se podrá ver en la sede de Filmoteca hasta el 27 de abril, explicó como esta escuela, que estuvo abierta desde 1947 hasta 1976, tuvo en las prácticas de sus alumnos sus mayores expresiones de libertad. A estas prácticas se las conoció con el nombre de los 100 metros libres, porque 100 metros era la cantidad de película que tenían para rodar, unos tres minutos, y en ese tiempo tenían la libertad que fuera la censura impedía.
“Al estar destinadas al consumo interno, al no estar pensadas en principio para proyectarse públicamente, esto hizo que los alumnos pudieran decir y mostrar cosas que eran impensables en el cine español del periodo y en un contexto en el que imperaba la censura e imperaba también esa doctrina nacionalcatólica que lo condicionaba todo en la vida social y cultural del franquismo y de la que ellos estaban un poco exentos, porque la escuela era una isla de libertad en términos de de ideología”, explicó el comisario.
En estos ejercicios hay “discursos contra el régimen, a veces velados y otras abiertamente críticos”, pero también se derribaban tabúes como “el de la desnudez”. La colección de estos materiales suma en torno a 1750 títulos de los que se produjeron en la escuela entre cortometrajes, mediometrajes o spots publicitarios, pero además, Filmoteca Española, y por tanto la exposición, cuenta con “un un riquísimo inventario de documentación que va desde exámenes, carnets de los alumnos, ejercicios escritos, storyboards…”.
Un rodaje de una práctica de la Escuela de Cinematografía
Esos exámenes son los de, por ejemplo, Iván Zulueta o Pilar Miró. El primero sacó un 9 y la segunda un 8 en Historia del cine cuando fueron preguntados por la Nouvelle Vague, como se puede ver en la exposición. Pero a pesar de ser una reducto de libertad, también se dieron cuenta pronto de que estaban ante lo que denominaron “un nido de rojos”. “Una de las razones porque la escuela se cerrara en el año 71 es porque se les había ido de las manos, porque las prácticas son tan irreverentes y tan subversivas que la administración se da cuenta de que esto de formar y de gastar mucho dinero público para formar a cineastas no tiene ningún sentido. Máxime cuando lo que están haciendo es un cine abiertamente contrario al régimen”, recordó Aranzubia.
En la exposición se pueden ver las hojas de censura de varios trabajos de alumnos de la Escuela, y una de ellas se lleva la palma. Cecilia Bartolomé y su Margarita y el lobo fue calificada como “pornográfica”, “blasfema”, “obscena” y hasta un censor escribió una frase lapidaria: “De juzgado de guardia”. Bartolomé acabó la escuela, pero nunca pudo levantar una filmografía por culpa de la censura y las secuelas del franquismo, que nos privó de una realizadora irreverente y única.
Hoja de censura sobre el trabajo de Cecilia Bartolomé en la exposición de la Filmoteca Española
Ella misma recordaba todo esto en la exposición, ya que acudió a su inauguración junto a otro exalumno, el director Jaime Chávarri, que años después rodaría El desencanto. Agarrados del brazo recorrieron sus pasillos y mientras Chávarri ponía en duda esa supuesta libertad, ya que fuera la dictadura seguía apretando, Bartolomé sí explicó que allí dentro hizo lo que quiso: “Yo por lo menos tuve mucha libertad y recibí muchas bofetadas. La libertad se paga, pero por lo menos hice lo que quise hacer. Luego tuve problemas, pero mi recuerdo de la escuela es excelente”.
Chávarri cree que él hacía cosas más domesticadas y Bartolomé era “rompedora”, pero la verdad es que fue una práctica suya la que provocó la censura dentro de la propia escuela. Una recreación del asesinato de Sharon Tate, en donde aparecía un chico travestido que cantaba canciones de Chicho Sánchez Ferlosio y que provocó la ira de la dirección. “Hicimos una huelga general de brazos caídos y nos fuimos de la escuela voluntariamente. No nos dejaban reunirnos, nos hartamos y nos fuimos el 90% de los alumnos de dirección. Pero Juan Antonio Bardem, que en una de esas contradicciones era del Partido Comunista y el jefe del Sindicato vertical del Cine, nos dio el carné a todos, porque sin ese carné no hubiéramos podido hacer cine”, recordó Chávarri que definió entrar en la escuela de cine como “un mundo nuevo” que le cambió la vida. También a todos los que décadas después pueden descubrir sus trabajos, que ahora tendrán la protección que merecen.