España se ha abstenido en la votación en la que la imposición de las tasas no ha tenido la mayoría cualificada en contra (quince estados miembros que representen al 65% de la población europea) que se requería para tumbar la medida. La pelota queda en el tejado de Bruselas, que defiende firmemente el incremento de los recargos
No ha habido fumata blanca, pero tampoco se ha rechazado. La división en la UE por los aranceles al coche eléctrico chino es total y los países han dejado la pelota en el tejado de la Comisión Europea, que es la que tiene la competencia en materia comercial, para tomar una decisión definitiva. Los gobiernos de los 27 han votado este viernes la imposición de tasas extraordinarias a los vehículos fabricados en China, una propuesta de Bruselas, que concluyó que los subsidios masivos a la industria en ese país está colapsando el mercado europeo con prácticas de competencia desleal. No ha habido una mayoría cualificada a favor, pero tampoco en contra de la medida, por lo que la decisión definitiva queda en manos del gobierno comunitario, que defiende firmemente los recargos.
Diez países se han posicionado a favor del incremento de los aranceles, cinco los han rechazado, pero la mayoría (doce) se han abstenido. Tumbar los aranceles requería de la mayoría cualificada de la UE (al menos quince estados miembros que representen al 65% de la población tendrían que haber votado en contra). Tampoco ha tenido una mayoría simple en contra, por lo que la decisión final depende de la Comisión Europea, que siempre se ha manifestado a favor de los aranceles para proteger el mercado de la UE.
“La propuesta de la Comisión Europea de imponer derechos compensatorios definitivos a las importaciones de vehículos eléctricos procedentes de China ha obtenido el apoyo necesario de los estados miembros de la UE para la adopción de aranceles. Esto representa un paso más hacia la conclusión de la investigación antisubvenciones de la Comisión”, señala el gobierno comunitario en un comunicado.
España se abstiene
España se ha abstenido en la votación en línea con lo que había deslizado Pedro Sánchez durante su viaje a China hace unas semanas, desde donde dio un giro a la posición al reclamar a la Comisión Europea que reconsiderara los aranceles. Esa posición, que el Gobierno ha justificado en la necesidad de huir de una “guerra comercial”, la defendió el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, en una carta que envió al vicepresidente económico de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis, en la que pedía intentar la negociación con Pekín.
Las palabras de Sánchez cayeron como un jarro de agua fría en Bruselas, donde consideraron que la posición pública de uno gobiernos más relevantes de la UE, que se sumaba al rechazo expresado por el alemán Olaf Scholz, debilitaba su posición negociadora. De hecho, acusaron a Sánchez de pronunciarse en esos términos por los intereses económicos de España en el gigante asiático en un momento en el que hay varias fábricas en juego.
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