El PP queda perplejo al descubrir que se ha llevado un guantazo en toda la cara y que se lo ha propinado a sí mismo con la reforma que reducirá penas a presos etarras. Alude a un error, pero resulta que sus portavoces dijeron conocer muy bien la enmienda que hizo posible el cambio
El PP defendió en el Congreso la iniciativa que incorporó la conmutación de penas: “Llega con dos años de retraso”
Alberto Casero vive. La lucha sigue. Esta vez no fue una gastroenteritis de efectos explosivos la que confundió a un diputado del Partido Popular en el voto. Fueron todos ellos juntos los que metieron la pata. En realidad, no se sabe muy bien qué pasó cuando el PP y Vox aprobaron un cambio con sus votos que adelanta la salida de prisión de algunos presos etarras que cumplieron pena en Francia. Sí hay algunas pistas que indican que el partido cayó en la misma trampa que lleva años tendiendo a sus adversarios. Todos los que no son como yo son ETA. Ahora de alguna manera el PP también es ETA.
Cuando quedas como un gilipollas, lo último que te queda es acusar al otro de ser un malvado. Es una salida desesperada, nunca funciona del todo, pero si no tienes otra, recurres a ella. Mejor eso que quedarte con la boca abierta como un… eso mismo. Es una costumbre que se practica mucho en política.
Fue el lunes cuando el PP se llevó el susto y le costó digerirlo. En plena campaña para promover una ley de conciliación y conseguir que parezca que Alberto Núñez Feijóo realmente se preocupa por los débiles, el partido se veía en un papel al que no está acostumbrado. Había recibido un guantazo en toda la cara y resulta que se lo había propinado a sí mismo. Lo mismo en el caso de Vox.
La primera idea fue pedir disculpas a la AVT y hablar de “un error generalizado”. Es una respuesta clásica. Así, cuando el error es de todos, al final no es de nadie. Lo que quiere decir que nadie pagará con su cabeza en el caso de que algunos exijan que unas cuantas sean clavadas en picas para deleite de la muchedumbre. Lo de que rueden cabezas no suele solucionar nada, pero sirve para calmar a las fieras que quieren sangre. Hasta que alguien llega a la conclusión de que sería mejor apuntar a un chivo explicatorio, como dirían Les Luthiers.
Al día siguiente, tocaba el contraataque. Lo de siempre. Sueltas a Miguel Tellado para que ponga en marcha el lanzallamas. Ahora mostraba un aire algo patético. Igual que el niño que niega de forma tajante haberse comido todo el chocolate que quedaba mientras le corren churretones marrones por la cara. Hubo espacio para su típica frase hiriente: “Han demostrado que Bildu tiene encañonado a Pedro Sánchez”. Lo que se espera de Tellado en estos casos.
La parte más relevante era aquella en que en el PP reconocían que habían picado como idiotas: “El engaño más mezquino que nunca podíamos haber imaginado”. Y eso que el PP es capaz de imaginar lo peor en relación al Gobierno. Emosido engañado. Ni nos leemos las leyes, decretos y reformas legislativas que votamos. Somos así de ineptos.
En esos momentos, Feijóo se encontraba en Guadalajara presentando sus planes sobre conciliación. Ese era el mensaje por el que quería apostar el PP el martes. Se vio enterrado ante la polémica relacionada con los presos etarras. Además de reconocer el error, intentó obligar al PSOE para que le resuelva la vida y cancele la reforma (el Senado no puede hacerlo).
“Hay un abismo moral entre un error en la tramitación parlamentaria y la voluntad deliberada de sacar de la cárcel a los presos de ETA”, dijo. Cuando ya no sabe qué decir, a Feijóo le gusta sacar el tema de la moral. Será que piensa que los políticos saben tanto del tema como los catedráticos de Ética.
El socialista Patxi López lo tenía fácil para responder al PP. Bastó con que dijera que el proceso de discusión había durado seis meses y que su complejidad no era mucha, porque sólo se presentaron trece enmiendas. Aparentemente, demasiadas para el PP.
Tellado, a su llegada a la reunión de la Junta de Portavoces del Congreso.
Por la tarde en el pleno del Congreso, el PP soltó toda su rabia. El diputado Jaime de Olano acusó al PSOE de ser un “estercolero moral”. Llamó al número tres socialista, Santos Cerdán, “sinvergüenza” y “cobarde”. Había barra libre para los insultos. Cuando el vicepresidente del Congreso ordenó retirarlos del diario de sesiones, una medida simbólica, Tellado le dijo que era una “mafia”. Barro para tapar la supuesta negligencia que les había dejado en ridículo.
La parte psicótica de la polémica correspondió a Isabel Díaz Ayuso: “ETA está más fuerte que nunca”. No es la primera vez que afirma algo así. Según su lógica, ETA está más fuerte que en 1979, cuando asesinó a 80 personas. ETA está más fuerte que en 1980, cuando asesinó a 97 personas. ETA está más fuerte que en 1987, cuando asesinó a 21 personas en el atentado de Hipercor. ETA está más fuerte que en el año 2000, cuando asesinó a Fernando Buesa, José Luis López de Lacalle, José María Martín Carpena, Juan María Jauregi, José María Korta y Luis Portero. Todo eso le da igual a Ayuso. Nunca se debe olvidar esos nombres y esas cifras por mucho que a algunos políticos les venga bien hacerlo.
Antes de hacer unas risas con la depresión del PP por su incompetencia, hay hechos que desmienten las excusas. En el debate parlamentario, el diputado José Manuel Velasco reprochó al Gobierno haber tardado dos años en llevar a la Cámara la transposición de la directiva europea. A ella se había unido una enmienda de Sumar para que los presos españoles que hubieran cumplido una pena en una cárcel europea no tuvieran que estar encarcelados durante ese periodo de tiempo en España a cuenta del mismo delito.
En su intervención, Velasco no olvidó la aportación de Sumar. De hecho, le pareció estupenda: “Celebramos la incorporación de las enmiendas de Sumar, que vienen a mejorar los efectos jurídicos de las sentencias condenatorias anteriores sobre un nuevo proceso penal al aplicarse tanto en la fase previa del proceso y durante el proceso como en la ejecución de las condenas”.
No sólo habían leído las enmiendas de Sumar, sino que las habían entendido y las elogiaban. También sobre el asunto de “la ejecución de las condenas”, es decir el cumplimiento de la pena.
El fuego amigo se le acumuló al PP en las redes sociales desde la derecha. Era inevitable. También lo eran los comentarios propios de demagogos hiperventilados que ahora quieren meter en prisión a los diputados del PP que votaron a favor de la reforma.
No hay que negar la evidencia. Alguno opositó al título de mejor tuit del día. No fue otro que el economista Juan Ramón Rallo: “Al final han sido PP y Vox quienes han votado a Txapote”.
Ouch, ouch y cien veces ouch. Ahora habrá que pedir al etarra que agradezca el gesto al PP. Que te dé las gracias Txapote, podría ser el eslogan para la próxima campaña en los mítines del PP.