Un testigo declara que la Guardia Civil mató al joven con un brote psicótico disparando por la espalda

La declaración choca frontalmente con el testimonio del acusado, un agente que ha asegurado ante el tribunal que solo disparó cuando Diego se abalanzó sobre él para clavarle las pequeñas navajas que portaba

La Fiscalía pide una multa para el guardia civil que causó la muerte a tiros de un joven con un brote psicótico

La primera sesión del juicio contra un guardia civil por la muerte de Diego Martínez-Conde, un joven de 26 años que padecía esquizofrenia, ha finalizado este martes con el testimonio de un vecino de Manzanares el Real que ha asegurado haber presenciado cómo los agentes dispararon a la víctima por la espalda, mientras huía y se negaba a detenerse. Antes, el guardia civil acusado de homicidio imprudente había narrado una versión muy diferente: Diego se abalanzó sobre él portando dos pequeñas navajas y no tuvo más remedio que dispararle a las piernas en dos ocasiones para salvar su vida.

La familia de la víctima, Diego Martínez-Conde, pide cuatro años de cárcel para el agente que realizó los dos disparos por homicidio imprudente mientras que la Fiscalía rebaja su petición a una pena de multa al considerar que el agente no cometió una negligencia grave. En representación del guardia civil acusado, la Abogacía del Estado pide la absolución.

Según han relatado sus padres, Diego era un chico con inquietudes artísticas, al que se le daba bien el dibujo, pero al que una enfermedad grave que superó en la adolescencia, con la pérdida de un testículo, le acomplejó hasta derivar en episodios de esquizofrenia paranoide. Por temporadas negaba su enfermedad y rechazaba tomar la medicación.

Los hechos tuvieron lugar la madrugada del 20 de septiembre de 2020. Diego pasaba los meses de verano en casa de unos amigos en Manzanares el Real y algo antes de las cuatro de la mañana estaba en la plaza del pueblo alterado, asegurando que la policía le quería matar. Primero acudieron dos guardias civiles de una localidad próxima hasta completar un dispositivo de 12 agentes.

El acusado, un guardia civil de 25 años en el momento de los hechos, ha explicado que él y sus compañeros fueron los primeros en llegar, pero que ante la actitud de Diego, blandiendo dos pequeñas navajas y amenazándoles, optaron por meterse en el coche y esperar refuerzos. Cuando llegaron esos refuerzos sumaban un total de doce agentes con un sargento al mando.

Diego no habría atendido a las palabras del sargento tratando calmarle y, asustado ante su obsesión de que le querían matar, escapó al arco que formaron los guardias a su alrededor. En la huida se habría girado en un callejón para blandir las navajas frente al acusado. No hay más testigos de eso que otro agente, que declarará en próximas sesiones.

Unos metros más adelante, la víctima se giró otra vez sin motivo aparente y arremetió contra el guardia civil que se sienta en el banquillo, siempre según el testimonio de este. Cuando casi lo tenía encima, el guadia le disparó en las piernas, alcanzándole en dos ocasiones. Diego moriría después desangrado.

“De nuevo, sin ningún motivo, se gira, nos sorprende más próximos [al sargento y al acusado], y en ese momento veo que el sargento realiza varios disparos al aire. Esta persona se gira, me fija en mi y se abalanza sobre mi. Yo sacó el arma y realizo dos disparos”, ha descrito el acusado la escena.

El guardia civil ha dicho al tribunal que nunca percibió que estuviera enfrentándose a una persona con problemas de salud mental pese a que Diego hacía llamadas, les enseñaba el móvil, decía que la policía le quería matar y se mostraba agitado y nervioso.

“No le dio tiempo ni a pararse”

El penúltimo testigo de la jornada ha sido un vecino de Manzanares que ha explicado que, desde su balcón, tuvo “una visión panorámica” de lo sucedido. El joven testigo ha dicho que veía una serie con un amigo en su habitación cuando oyó voces. Al salir a la terraza vio a Diego corriendo, a los guardias civiles gritando “alto” y “quieto”.

“Al chico no le dio tiempo ni a pararse”, ha dicho el vecino de Manzanares que presenció la escena. “El chico estaba de espaldas. No le dio tiempo a darse la vuelta antes de que dispararan”, ha asegurado. “Con los disparos se paró, dio dos saltos hacia un lado y se cayó desplomado al suelo”, ha añadido. Según el testigo, fueron tres o cuatro guardias civiles los que dispararon y todos en dirección a donde estaba Diego.

Esta versión es absolutamente contraria a la versión de los guardias civiles de que el sargento disparó al aire y el guardia civil acusado solo lo hizo a las piernas y porque Diego le embistió con las navajas. Los informes de Criminalística y Balística apuntan a que los disparos se realizaron entre 1,5 y 2,5 metros de distancia y que tienen una trayectoria lateral.

El testigo ha relatado luego que los guardias civiles pusieron el coche encima de parte del cuerpo de Diego, impidiéndole que escapara. Según el agente acusado, Diego se resistió incluso en el suelo a que los agentes le desarmaran. Según el testigo, pasaron más de diez minutos hasta que decidieron quitarle el coche de encima y empezar a atenderle. El guardia civil asegura, en cambio, que le hicieron un torniquete en seguida. Luego llegaron los servicios de emergencia y una ambulancia.

El testigo ha contado que los guardias civiles insultaban a Diego una vez en el suelo y herido y que dos de ellos se apartaron y que, cerca de su terraza, uno le repetía al otro: “¿Por qué has disparado? ¿Por qué has disparado?”. Mientras, los otros se pusieron a fumar. Este diálogo también fue presenciado por la hermana del testigo, que también ha declarado en la sesión de este martes.

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