Francisco nombra comisario pontificio «plenipotenciario» al decano del tribunal de la Rota, el español Alejandro Arellano tras la disputa entre la Obra y la diócesis por el santuario
Poder, dinero y engaños en el nombre de Dios: la batalla entre la Iglesia y el Opus Dei por el santuario de Torreciudad
El Papa Francisco toma el control de Torreciudad. Dos semanas después de que lo pidiera el obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez Pueyo, la Santa Sede toma las primeras medidas en Torreciudad, y ha nombrado a Alejandro Arellano Cedillo, decano del Tribunal de la Rota Romana, comisario pontificio plenipotenciario y delegado de la Santa Sede para el “complejo de Torreciudad”. Arellano será el encargado de dilucidar el futuro del santuario edificado por orden del fundador del Opus Dei en la provincia de Huesca.
Arellano es operario diocesano, de la misma hermandad que Pérez Pueyo, lo cual sugiere que Francisco coloca a un hombre de la entera confianza del obispo para dilucidar uno de los escándalos que afectan al Opus Dei, después de que fracasaran todos los intentos por encontrar una solución dialogada entre la Obra y la diócesis. El obispo fue informado el pasado lunes durante una reunión en Nunciatura. El Opus Dei también fue informado.
La decisión, en principio, valida las pretensiones del obispo de Barbastro-Monzón, que en las últimas semanas se ha visto asediado desde sectores ultracatólicos. De hecho, algunas fuentes sugerían que, una vez intervenido Torreciudad, el siguiente paso sería el cese de Pérez Pueyo. Algo que no parece que vaya a suceder.
Desde este momento, como plenipotenciario, Arellano tendrá toda la fuerza para investigar y tomar decisiones ejecutivas que afecten al santuario fundado por Escrivá de Balaguer. También, para acceder a toda la documentación económica sobre el mismo.
El ‘lugar santo’ de Escrivá
Torreciudad es todo un símbolo para el Opus Dei. Cuando tenía dos años, Escrivá de Balaguer fue llevado por sus padres a la ermita de Torreciudad para agradecer la curación de una grave enfermedad. Esa visita determinó de alguna manera para el fundador de la Obra que aquel lugar debía ser suyo. El 7 de julio 1975, dos semanas después de su muerte, abría las puertas un nuevo santuario gestionado por el Opus.
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