No, José Luis, no eres Marco Aurelio: cómo la manosfera retuerce figuras históricas para venderlas como ideales

Algunos grupos de la derecha antisistema ensalzan en redes sociales personajes cuya imagen se desvirtualiza y adapta para reforzar sus discursos sexistas o ultraliberales. Por la mañana, ‘burpees’ para no tener una «fucking panza». Por la tarde, a conquistar Hispania

¿Qué les pasa a los hombres con el Imperio Romano?

“No te leas cien libros, léete un libro, léete a Marco Aurelio. Y léetelo cien veces”. El pseudogurú de la libertad financiera Amadeo Llados, que asesora en sus cursos a cambio de cientos de euros sobre cómo alcanzar un supuesto éxito económico y personal —no caer en ser unos “fucking mileuristas” con una “fucking panza”, en sus palabras— lanza este consejo durante una entrevista. No es el único. Como él, otros ‘influencers’ y cuentas del ultraliberalismo online y cripto alaban las enseñanzas del emperador romano, el estoicismo, los vikingos o los espartanos. Figuras históricas que, aunque diferentes, tienen algo en común: su imagen es retorcida por ciertas esferas y vendida como ideal de masculinidad hegemónica, especialmente en redes sociales, obviando aspectos que no encajan con sus valores y exagerando otros que les sirven para reafirmarlos. Pero no, José Luis —sin ánimo de ofender a José Luis—, no eres Marco Aurelio. Y quizá tampoco querrías —o podrías— serlo, en realidad.

El libro al que se refiere Llados, y del que asegura que “puede cambiar tu vida”, no trata sobre cómo invertir ni sobre dietas, ejercicio o mindfulness. Elige Meditaciones, del antiguo emperador romano, una obra con más de un milenio en la que se recogen una serie de reflexiones que siguen la filosofía estoica, una guía para mejorar la vida de quien lo lea y conseguir ser ‘la mejor versión de sí mismo’. No falla y un repaso rápido por redes lo confirma: parece el libro de cabecera de los supuestos gurús del crecimiento personal. Pero ¿cómo un libro escrito hace siglos sirve de inspiración a personas que viven realidades tan diferentes? Y, sobre todo, ¿por qué Marco Aurelio y otros son elegidos como símbolos de este tipo de masculinidad?

Por la mañana, burpees. Por la tarde, a conquistar Hispania

El estoicismo es una escuela filosófica de la Antigua Grecia que se basa en la racionalidad. Los seguidores de la doctrina daban mucha importancia a no dejarse llevar por las pasiones y los sentimientos, con el fin de alcanzar el autocontrol. Una corriente que resurge ahora, llevada al extremo y aplicada al perfeccionamiento físico o la autodisciplina como características de la virilidad. Una virilidad que algunos grupos ven amenazada por el avance feminista.

“Se toma lo que más conviene de esas meditaciones que encaja con ciertos modelos de masculinidad, como puede ser el hombre hecho a sí mismo o el individualismo”, explica el arqueólogo y divulgador Mikel Herrán (@PutoMikel), autor de Sodomitas, vagas y maleantes (Planeta).

En la Antigüedad no se da un todo único, tenemos muchos modelos. La gente se queda con algunos, como la masculinidad espartana. Pero no ven que en Esparta y Macedonia era masculino acostarse con otros hombres

Mikel Herrán (@PutoMikel)
Divulgador y arqueólogo

Los antiguos estoicos podían llevar a cabo estas reflexiones porque tenían sus necesidades cubiertas gracias a un sistema patriarcal y de esclavitud. Es decir, estaban pensadas para una clase privilegiada. Hoy en día se replican sus lecciones “para hacer burpees [un tipo de ejercicio físico parecido a una sentadilla] o trabajar aún más para tu jefe, cuando Marco Aurelio hablaba para gente que no tenía obligaciones como trabajar”, apunta Mikel Herrán. “Todos aspiramos a mejorar, pero en este caso se toma en el ámbito de lo físico y lo económico como si fuesen los marcadores de éxito, también por estar vinculados a la masculinidad tradicional”.

Pero no solo Llados aconseja seguir las enseñanzas del estoicismo. Quizá el mejor ejemplo sea el del ‘influencer’ Andrew Tate, conocido por lanzar mensajes de una misoginia violenta y por promover la masculinidad tóxica. “Enseño estoicismo. Control emocional. Autorresponsabilidad. Enseño a los hombres cómo convertirse en formidables fuerzas de competencia que protegen y proveen a todos los que aman. Especialmente las mujeres en sus vidas”, decía Tate hace un año en un mensaje de X, unos meses después de ser detenido por tráfico de personas y violación. “Los hombres fuertes son más necesarios que nunca”, afirmaba.

Además, hay diferentes puntos del estoicismo que “son abiertamente sexistas”, explica Herrán. “Excluyen a las mujeres y las consideran incapaces por verlas más vinculadas al cuerpo. No las ven capaces de abstraer”.

No solo los pseudogurús del neoliberalismo o los ‘influencers’ del cripto tienen a estas figuras históricas como referentes. De hecho, también se puede ver en televisión. Uno de los concursantes del programa de citas First Dates, de Cuatro, explicaba a su cita que leía a Marco Aurelio y seguía el estoicismo —recordemos, control de las emociones y las pasiones—. Ella, sin embargo, no parecía estar muy interesada. Justo después de su alegato, preguntan al joven qué es lo que más le atraía de su compañera. “Lo que más me gusta de Natalia son sus tetas”, reconocía, estoicamente —pero no mucho—.

Estos paladines de la libertad individual, que añoran tiempos pasados (al menos una parte de ellos) y se ven a sí mismos como conquistadores (de tierras y mujeres) tienen referentes más allá del Imperio Romano.

Vikingos fake, Jake Angeli y el Valhalla misógino de los baños de hielo

Un tiktoker aparece en un lago helado, con el agua por las rodillas, sin camiseta. Con una mano, clava un hacha en el hielo. Con la otra, sujeta un bote de proteínas en polvo, que sumerge en el lago y del que bebe. Suena de fondo música que parece sacada de un ritual nórdico. “Cómo empezar un día”, escribe en la descripción del vídeo, que acumula más de 14 millones de visualizaciones. Añade hashtags: #gym #gymtok #fitness #vikings #valhalla #vikingtok.

La divulgadora Laia San José Beltrán (@TheValkyriesVig), autora de La huella vikinga (Roca Editorial), suelta una carcajada ante la imagen descrita. “No sé de dónde se saca eso la gente”. La red social de los vídeos verticales está llena de hombres de gimnasio que promueven una vida fitness regada de estereotipos y que se bañan en hielo. Una práctica que muchos atribuyen a los vikingos.

Una vez más, la realidad histórica parece ser otra. “Lo normal era que se bañasen en sus casas con el agua lo más calentita posible”, explica la historiadora, que aclara: ser vikingo y ser nórdico no es lo mismo. Lo primero era una ocupación, no un grupo geográfico. La imagen asociada hoy en día a este tipo de piratas se crea, en realidad, en el siglo XIX y se amplía a través de películas y series, como la reciente Vikings.

A raíz de redescubrir la literatura nórdica, se va construyendo esta imagen. “Acaba siendo un cajón de sastre en el que echan adjetivos que les vienen bien y les interesan”, indica Beltrán en conversación telefónica. “Crean esa idea de un hombre fiero, con mucho honor y valor. A nivel histórico esa imagen no tiene sentido pero a nivel popular sigue teniendo mucho valor”.

“La masculinidad tóxica ve en los vikingos un espejo perfecto”, pero es falso: “No todos los escandinavos fueron vikingos, la mayoría eran granjeros y comerciantes y la mayoría no eran guerreros experimentados, mucha gente iba con lo puesto”. Además, aunque sí era una sociedad con “cierto interés en el aspecto físico”, “no hay una evidencia de un culto al cuerpo tan exagerada”.

Hay grupos de ciertas ideologías que han cogido a los vikingos como bandera de ciertas cosas porque beben de esa definición y esa visión que tenemos de ellos, pero la realidad histórica es muy diferente

Laia San José Beltrán (@TheValkyriesVig)
Divulgadora y especialista en el mundo nórdico

Incorporar como propios estos estereotipos históricos no es algo exclusivamente actual: también lo hicieron los nazis con las culturas del norte para fundamentar sus teorías supremacistas. Y lo replican ciertos grupos de la extrema derecha actual. Un ejemplo es el activista ultra Jake Angeli, conocido por participar en el asalto al Capitolio de Estados Unidos en 2021. Solo por su apariencia se puede ver el intento de rebuscar en la historia para reapropiarse de símbolos de diferentes culturas que, a su entendimiento, representan ese supremacismo blanco.


Jake Angeli, uno de los asaltantes del Capitolio y defensor de las teorías de Qanon.

Laia San José Beltrán se dirige a esos grupos que cogen diferentes elementos para crear un “conglomerado de ideas loco”: “Os molaría saber que, como ser vikingo era una ocupación, no estaba restringido a una nacionalidad. Los estudios de ADN nos han permitido saber que en entierros considerados vikingos hay cuerpos que no tienen ascendencia nórdica (…) Seguramente había matrimonios interraciales”.

Tanto en el caso de los ‘vikingos’ como el de los emperadores, estos grupos se fijan en hombres que consideran de éxito y que, además, representan un tipo concreto de virilidad. “Lo que busca esa gente con el pasado es un vínculo identitario. Yo puedo ser así porque alguien antes ha sido así”, afirma Herrán. Eso sí, siguiendo la falacia del cherry picking (selección de cerezas, en español): cogiendo solo las características que gustan y eliminando las que no.

“¡Han convertido a Alejandro Magno en gay!”

Quizá el ejemplo más claro de este cherry picking sea el de Alejandro Magno. “Netflix ha hecho un nuevo documental sobre Alejandro Magno. En los primeros ocho minutos, lo han convertido en gay”. “Lo han convertido en gay”. Las cuentas en redes sociales que batallan contra el progresismo que califican como woke pusieron el grito en el cielo con el último documental de la plataforma sobre el antiguo rey de Macedonia. No es que Netflix se inventara nada.

Alejandro Magno no podía considerarse gay porque no podemos aplicar las etiquetas que usamos hoy en día para hablar del sexo e identidades en la Antigüedad. Pero eso no quita una realidad que no gusta a algunos: el monarca se acostaba con otros hombres e incluso se enamoró de uno.

Lo que busca esa gente con el pasado es un vínculo identitario. Yo puedo ser así porque alguien antes ha sido así

Mikel Herrán
Divulgador

“La gente quería ver el documental porque admiran la figura de Alejandro Magno, pero vieron que le estaban metiendo ideología woke”, explica Herrán de manera irónica. Los modelos de masculinidad del presente y del pasado tienen similitudes, pero también diferencias, continúa el divulgador. “No es un todo único”. Estos grupos prefieren adoptar algunos como la “masculinidad espartana” pero no aceptan la idea de que en “Esparta y Macedonia era muy masculino acostarse con otros hombres”. Lo mismo sucede con la poesía en el Imperio Romano.

“Hay aspectos que no encajan del todo” en ese estereotipo creado de una figura histórica poderosa y, cuando se resaltan por parte de divulgadores o historiadores, “se produce ese rechazo, ese impulso a atacar”, resume Herrán.

El dejar de lado ciertos aspectos de referentes históricos también se da en lo relacionado con los pueblos escandinavos. “Loki es uno de los personajes más interesantes de la mitología nórdica y tiene una fluidez increíble. Da a luz varias veces y cambia de género y sexo. Las barreras de género eran más ambiguas de lo que pensamos”, explica Beltrán.

Pero eso se obvia en los reels de los ‘influencers’ del neoliberalismo que quieren ser (en parte) como Marco Aurelio y que tú, José Luis, también lo seas.

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