Acabar con el ‘cabeza de familia’ o pelear por el aborto: 40 años de ‘Trabajadora’, la revista pionera en unir feminismo y clase

La publicación, que nació al empuje combativo de las mujeres de las Comisiones Obreras, cumple 40 años. En sus páginas, las sindicalistas hablaron de planes de igualdad, despidos por maternidad o brecha salarial décadas antes de que se aprobara la Ley de 2007

“Cuando por efecto de un cierre de empresa o reconversión industrial están en juego los puestos de trabajo, observamos cómo emergen posturas de tolerancia hacia la exclusión de las mujeres en el derecho al trabajo, como si pudieran existir trabajadores de primera y segunda categoría”. Era 1988 y la tasa de desempleo de las mujeres doblaba a la de los hombres. El trabajo femenino le parecía todavía a muchos algo prescindible, un complemento al ‘cabeza de familia’, una etapa seguramente salpicada de ausencias o cortada abruptamente para cuidar a la prole y al marido. Una revista criticaba en su portada la situación y explicaba la diferencia entre “discriminación legal” y “discriminación real”. Era ‘Trabajadora’, una publicación pionera en aunar reivindicaciones feministas y de clase que nació al empuje combativo de las mujeres de las Comisiones Obreras y que este octubre cumple 40 años.

Begoña San José fue nombrada a finales de los años 70 Secretaria de la Mujer de CCOO, la primera de muchas. San José recuerda cómo los movimientos de mujeres se organizaron en protestas nada más morir Franco y cómo ese impulso feminista traspasó también a quienes formaban las Comisiones Obreras, por entonces aún en la clandestinidad. En la Asamblea que la organización celebró en 1976 en Barcelona, dos compañeras -Nuria Casals y Carmen Fraile-, levantaron la voz para reclamar una estructura propia que recogiera los problemas y demandas de las trabajadoras. De ahí surgió el cargo que desempeñó Begoña San José y también la estructura de secretarías de igualdad en territorios y sectores que desde entonces se formalizó en el sindicato.

«En sus comienzos su aparición fue esporádica y estaba muy dirigido hacia el interior del sindicato, «para hablar de la doble discriminación, de clase y de género», explica Eva Antón, que trabaja en la Secretaría Confederal de Mujeres e Igualdad del sindicato y que plasmó la historia de la revista en una investigación

Esa red, dice la sindicalista, necesitaba un vehículo de información y comunicación. Nació así el germen de la futura revista: un boletín de tres o cuatro páginas con ese mismo nombre -‘Trabajadora’-, que se lanza alrededor del primer congreso del sindicato, en 1981. En sus comienzos su aparición fue esporádica y estaba muy dirigido hacia el interior del sindicato, “para hablar de la doble discriminación, de clase y de género”, explica Eva Antón, que trabaja en la Secretaría Confederal de Mujeres e Igualdad del sindicato y que plasmó la historia de la revista en una investigación. En esos primeros años las trabajadoras también se sumaban a la petición de elecciones democráticas en las centrales y reclamaban la participación de más mujeres con poder en las estructuras y también como delegadas sindicales.

En octubre de 1984, ‘Trabajadora’ renació en forma de revista y ya para quedarse. “Ahí empieza a tener regularidad, aunque al principio sigue siendo un folleto de cuatro o cinco páginas. Se imprimían en Madrid, se metían en sobres y se enviaban a las secretarías de la mujer de territorios y sectores y ellas, a su vez, las repartían en sus entornos; entre las afiliadas, pero también en universidades, asociaciones, bibliotecas, centros cívicos”, cuenta Eva Antón, que estima que durante sus primeros años se enviaban entre 10.000 y 25.000 ejemplares por número. El trabajo salía adelante gracias a las contribuciones voluntarias de muchas mujeres.

Trabajo para todas

Begoña San José recuerda la gran preocupación por el paro que existía en esos primeros años. “El lema de muchos era que las mujeres les quitábamos el puesto de trabajo a un padre de familia, que tenia un salario que servía para alimentar a toda la familia y, en cambio, se decía que el salario de las mujeres era para trapos”, afirma. De ahí, el esfuerzo de la revista por reivindicar el derecho al trabajo de las mujeres y denunciar la existencia de trabajadores de primera y segunda categoría. Pero también la reivindicación de que no se excluyera a las trabajadoras del hogar del Estatuto del Trabajo, que se aprobó en 1980, y la denuncia de que mecanismos que a priori se vendían como fórmulas para ‘proteger’ a las mujeres, en realidad eran mecanismos para discriminarlas. Era el caso de las excedencias por matrimonio y familia: “La mujer que la pedía estaba perdida, era un despido encubierto. Las empresa te decían que para qué iban a tener una mujer que siempre iba a estar faltando”.

«El lema de muchos era que las mujeres les quitábamos el puesto de trabajo a un padre de familia, que tenia un salario que servía para alimentar a toda la familia y, en cambio, se decía que el salario de las mujeres era para trapos», dice Begoña San José, la primera secretaria de la Mujer de CCOO. De ahí, el esfuerzo de la revista por reivindicar el derecho al trabajo de las mujeres

Aunque los compañeros de lucha aceptaban, en general, las reivindicaciones, también hubo debates y batallas. “El problema no era tanto que nos llevaran la contraria sino que no encontraban hueco para abordar lo nuestro, siempre había algo más importante, más urgente. Otros creían que lo que teníamos que hacer era traer mujeres al sindicato, sin más”, señala Begoña San José. Una de esas batallas para las que ‘Trabajadora’ sirvió de punta de lanza fue el subsidio que se cobraba tras el paro: solo podía percibirlo el ‘cabeza de familia’ y eso, se entendía, solo lo podían ser los hombres. “Para que las mujeres pudieran serlo su marido tenía que ser inválido”, subraya San José. En sus primeros intentos por cambiar esta ayuda, las sindicalistas perdieron la pelea.

Aborto o derecho al divorcio

Pero los temas que abordaba ‘Trabajadora’ iban más allá de lo estrictamente laboral y económico. “Comisiones es y era un sindicato sociopolítico y por eso temas como el derecho al aborto, al divorcio, la participación de las mujeres en la política o la cultura siempre han estado presentes en la revista”, explica Eva Antón. La actual secretaria de Mujeres e Igualdad del CCOO, Carolina Vidal, destaca la importancia de ‘Trabajadora’ dentro y fuera del sindicato, tanto en asuntos puramente laborales como en la reivindicación general de derechos: “Ha hecho mucho camino y ha tenido un elemento diferencial: su conexión entre sindicalismo y feminismo, que ha hecho que se haya trabajado de manera transversal y entrelazada la clase y el feminismo”. La publicación, añade, ha servido para hacer pedagogía fuera, y para que internamente el feminismo estuviera siempre presente.

‘Trabajadora’ creció y fue pasando por distintas etapas. Hubo cambios de formato, rediseños, reorganización de temas y secciones, el blanco y negro dejó paso al color. En los año noventa personal especializado se hizo cargo de la revista, que seguía nutriéndose de aportaciones internas pero también de colaboraciones externas. Veinte años antes de que el Gobierno de Zapatero aprobara la Ley de Igualdad, la revista ya pedía planes de igualdad en las empresas y hablaba de transversalizar la perspectiva de género a toda la acción sindical.

“Ha sido muy pionera, muy a la vanguardia a la hora de pedir normativa sobre igualdad, de hacerse eco de sentencias que podían servir para la acción sindical en este sentido y también un elemento de concienciación interna y externa y una manera conectar con el mundo feminista, académico, cultural… A veces iba por delante de lo que el propio sindicato recogía en sus estatutos”, asegura la sindicalista Eva Antón.

Una ventana

La periodista Mamen Briz se hizo cargo de la revista en 2001, cuando la publicación inició su cuarta época y vivió otro rediseño. “Yo la seguía, me gustaba, había pocas publicaciones feministas en ese momento. Pensamos en qué tipo de secciones montar y en buscar mucho en la actualidad, estar muy informada en lo que sucede dentro del sindicato, de lo que hacen las secretarias, lo que hacen los medios…”, cuenta. ‘Trabajadora’ ha tenido distintos comités de redacción, “gente a la que le apetece estar y colaborar y gente a la que nos hemos acercado para que hubiera representación diversa dentro del sindicato”. Su empeño ha sido también que haya una presencia de firmas masculinas.

«Hemos intentado ser una ventana muy abierta al mundo, hemos escrito sobre los temas más diversos que se pueden imaginar, nos hemos nutrido de muchos feminismos y disciplinas para pensar qué podíamos aplicar a otras facetas del sindicalismo, contaminarnos mutuamente de saberes», describe Mamen Briz sobre las dos últimas décadas

“Hemos intentado ser una ventana muy abierta al mundo, hemos escrito sobre los temas más diversos que se pueden imaginar, nos hemos nutrido de muchos feminismos y disciplinas para pensar qué podíamos aplicar a otras facetas del sindicalismo, contaminarnos mutuamente de saberes”, describe Mamen Briz sobre las dos últimas décadas en las que han buscado, también, escribir para no solo para quienes ya estaban convencidos ni para quienes saben lo que es la negociación colectiva. Ha sido en este periodo cuando la revista comenzó a difundirse más allá de la afiliación y a ser una publicación digital.

Cuatro décadas después, la revista cuenta con cuatro números al año y algunos de sus temas podrían ser los de hace treinta años. “Ves un número de hace tiempo y algunas cosas parecen actuales y otras, efectivamente, de otro tiempo. Hace 25 años no hablábamos de cuidados pero sí de conciliación, a la que ahora le hemos añadido el ”corresponsable“. La brecha salarial ya estaba ahí y ahora seguimos hablando de ella, pero hemos aprendido que no solo vale con la negociación colectiva sino que hacen falta reformas y que nada de esto debe ser una reivindicación solo de mujeres”, dice la secretaria de Mujeres e Igualdad, Carolina Vidal. La apuesta es que ‘Trabajadora’ siga existiendo como revulsivo y también como herramienta para que los cambios sociales y económicos que vienen “sean feministas”.

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