¿Qué es corrupción?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿Y tú me lo preguntas?

El día amaneció con el PSOE y el PP machacándose por los casos de corrupción de sus gobiernos y terminó con el Tribunal Supremo cumpliendo los pronósticos que había hecho el jefe de gabinete de Díaz Ayuso

El Supremo abre una causa contra el fiscal general por revelación de secretos tras la querella de la pareja de Ayuso

Es un chiste típico entre periodistas imaginarse una pregunta inaudita y vergonzante de la que el interpelado no podrá salir indemne. Algo así como: ¿mantuvo relaciones sexuales con una cabra? Si el político lo niega escandalizado, que es lo más probable, el titular está ya cocinado: Fulano niega haber mantenido relaciones sexuales con una cabra. En cuerpo bien grande. A partir de ese momento, es posible que, cada vez que aparezca el nombre de Fulano, la gente no se quite de la cabeza la imagen del titular y de algo más. Lo negó, pero ya sabemos que los políticos no siempre dicen la verdad, ¿no?

Eso es lo que vino a hacer Alberto Núñez Feijóo en la sesión de control del miércoles. Se avecinaba borrascosa y acabó siendo un huracán de fuerza cinco que se llevó por delante los restos de decencia de algunos parlamentarios. El líder del PP inició su intervención con esta pregunta: “Señor Sánchez, ¿podría decir a los españoles cuántas veces, dónde y sobre qué hablaron usted o su mujer con el señor Víctor de Aldama, actualmente en prisión?”. Es decir, como lo de la cabra, pero relacionado con el caso Koldo.

Aldama es uno de los protagonistas de ese escándalo de corrupción que ahora ha sido detenido y encarcelado por otro presunto fraude. Tiene toda la pinta de ser un pieza de mucho cuidado. Preside el Zamora Club de Fútbol que juega en la Primera Federación, que es la antigua Segunda División B. No le van bien las cosas en esa liga. Va decimoquinto en la clasificación tras ocho partidos. Aun así, tiene menos derrotas (cuatro) que coches de los que es propietario Aldama y sus empresas (seis). A saber, un Ferrari Portifino, un Ferrari F 12, un Range Rover, un Porsche Macan, un Volkswagen Golf R 32 y un Audi A-8. Los dos primeros coches no bajan juntos del medio millón de euros.

Pedro Sánchez no respondió directamente a la pregunta –esa no es una costumbre muy extendida en la sesión de control–, porque tampoco iba a caer en la trampa. No hay en el sumario judicial ninguna prueba de contactos personales entre Sánchez y Aldama, aunque eso es lo que menos preocupa a Feijóo. El presidente traía la respuesta preparada, al igual que los ministros de su Gobierno: “Tápense un poco, que desde la A de Ayuso a la Z de Zaplana, tienen un caso de corrupción por cada letra del abecedario”.

Hasta ocho diputados del Partido Popular enfocaron sus preguntas en la denuncia de la corrupción. Los ministros interpelados tenían instrucciones de responder recitando la lista de casos de corrupción en los que estuvieron implicados dirigentes del PP. Comenzó la vicepresidenta María Jesús Montero y la siguieron otros cinco ministros: “Gürtel, Púnica, Lezo, Kitchen, Palma Arena, Bárcenas, Campeón, Fabra, Fitur, Auditorio, Tándem, Erial, Guardería, Acuamed, Mercamadrid, Arromolinos, ayer Zaplana”.

El ‘Hall of Fame’ de la corrupción del PP. La lista no era exhaustiva. Los dos minutos y medio de una intervención en la sesión de control no dan para tanto. La creatividad en la malversación de fondos públicos por parte de ese partido llegó a niveles difícilmente superables. Alcanzó hasta lo más sagrado, que se dice en estos casos, con el intento de llevarse mordidas a cuenta de la organización de la visita del Papa Benedicto a Valencia en 2006. Como lo de las indulgencias de la Edad Media, pero modernizado.

Lo de la sesión de control fue la apoteosis del ‘whataboutism’, una costumbre parlamentaria presente desde hace años y que consiste en preguntarle al rival qué hay de lo tuyo, a lo que también se suele llamar ‘y tú más’. Nadie se resiste a la tentación de utilizarlo.


María Jesús Montero habla con los periodistas en el Congreso desde la silla de ruedas por tener un pie escayolado.

El calendario le jugó una mala pasada al PP. La sesión se celebraba un día después de la condena de Eduardo Zaplana a diez años de prisión por corrupción. Como presidente del Gobierno valenciano hasta 2002, ministro de Aznar, portavoz parlamentario del partido y luego premiado con el puesto de directivo de Telefónica con un sueldo de 800.000 euros, Zaplana hizo gala de una gran coherencia a lo largo de su carrera política: “Tengo que ganar mucho dinero. Me hace falta mucho dinero para vivir”, había dicho antes en su mejor contribución a los valores del PP valenciano.

Zaplana ya no existe para su partido. Los socialistas les recuerdan que aún les quedan “38 juicios” por casos de corrupción.

En la sesión, el PP se aplicó a llamar a Sánchez “el número uno”, el nombre en clave que utilizó Aldama en algunas conversaciones intervenidas en la investigación del caso Koldo. “Todos los caminos conducen a usted”, le dijo Feijóo. Cuca Gamarra habló de “bolsas de dinero que circulaban por Ferraz” aludiendo a una información con fuentes anónimas de un medio en la que se ha basado el PP para presentar una denuncia contra el PSOE en la Audiencia Nacional. Es una denuncia de la que hasta El Mundo ha informado de que se quedará en nada y no será admitida a trámite.

Para el apartado de la diversión queda el comentario de la periodista que firmó el artículo utilizado por el PP y que ha dicho en televisión que su medio “en ningún momento ha hablado de financiación irregular del partido socialista porque no tiene indicios de que eso se haya producido así”.

Es un misterio por qué Feijóo convocó una reunión de la dirección del PP en un domingo para decidir presentar una querella al día siguiente que no va a llegar a ninguna parte. Será que quería aparentar que está reaccionando con dureza ante las últimas revelaciones del caso Koldo y la implicación de José Luis Ábalos para el que la Fiscalía Anticorrupción ya ha pedido que sea imputado. Es eso o que sencillamente estaba improvisando.

El Gobierno tuvo que hacer frente el miércoles a la decisión del Tribunal Supremo de investigar al fiscal general del Estado por un posible delito de revelación de secretos. Frente a lo que había denunciado el PP madrileño, no es por el comunicado con el que la Fiscalía quiso responder a una información falsa promovida por Miguel Ángel Rodríguez y publicada por El Mundo. El jefe de gabinete de Isabel Díaz Ayuso intentó presentar al novio de la presidenta, que ya había reconocido haber cometido dos delitos fiscales, como la víctima de los manejos de la Fiscalía.

La investigación del Supremo se hará por la presunta filtración de los correos en los que el abogado de Alberto González Amador reconocía los delitos y se ofrecía a pactar una confesión de culpabilidad.

Por lo que se sabe, esos correos se encontraban en un buzón de la Fiscalía al que tienen acceso 18 personas, la mayoría fiscales. ¿Cuántos fiscales han sido ahora imputados? Dos, el jefe de todos y la fiscal jefe de Madrid.

La Sala Segunda del Supremo afirma que en esa filtración hay “una carga de lesividad que afecta al posible perjuicio al derecho de defensa” de González Amador. Es un ejemplo de la creatividad de algunos magistrados que se considere que la defensa sale perjudicada porque se conozca que esa misma defensa ha reconocido que el cliente es culpable de al menos dos delitos.

En otras palabras, el Supremo decide investigar al fiscal general por haber hecho supuestamente lo que jueces de toda España han hecho durante años en investigaciones sobre corrupción sin que esas filtraciones hayan sido perseguidas. Siempre decían que era muy difícil encontrar al responsable, aunque los sospechosos eran muy pocos.

Habrá quien piense que no había dudas de que pasaría algo así desde el momento en que Rodríguez dijo que ya estaba hecho. Esto va “pa’lante”, anunció en varios tuits. Y lleva mucho tiempo diciéndolo, dando a entender que la venganza de Ayuso sería terrible contra los que habían osado investigar los delitos de su pareja.

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