El Partido Popular sigue en estos días, 13 años después del fin de ETA, como siempre que no tiene el poder, en la caza al socialista, en contra del Gobierno progresista y en espera permanente de una convocatoria electoral. Y para eso les vale todo
Este domingo, 20 de octubre, se cumplen 13 años desde que en España derrotamos a la última banda terrorista de Europa. Tras más de 50 años de historia de sangre, dolor y muertes, de acoso y persecución, lo que era un sueño se convirtió en una celebrada realidad: el fin de ETA. Luego llegaría su certificado de defunción, con su disolución.
ETA se acabó, pero siguen presentes sus víctimas: las que fueron asesinadas, las heridas, y aquellas que son pacientes crónicos de dolor en estos tiempos de paz, las víctimas de la violencia de persecución, que siguen muy presentes sobre todo en Euskadi. Todas estas víctimas merecen una política de memoria digna que –además de los derechos de verdad, justicia y reparación– demanda un reconocimiento político e institucional unánime de su papel imprescindible en el fin de ETA. Un reconocimiento que vaya más allá de los silencios y los actos protocolarios, poniendo en valor la memoria de su sufrimiento y la injusticia del daño sufrido.
Quizá se pregunten los porqués de esta afirmación. Pero creo que sólo nos hace falta echar un vistazo a la política indecente del Partido Popular desde el final de ETA, manteniendo viva a la banda terrorista en su política de desmemoria –concertada a su propio equipo vital de interés electoral– para resucitarla cuando sea necesario para agredir políticamente al adversario, el Partido Socialista. Una política contra la memoria injustificable de un partido que fue imprescindible en la lucha contra el terrorismo y que –siendo uno de los partidos ejes de la política española– también es un partido esencial en la construcción de una memoria digna.
La política de desmemoria y el uso indecente de las víctimas del PP se hicieron visibles estos días en el Congreso y en el Senado. Las primeras figuras de ese partido celebraron la semana pasada un espectáculo de risas y baile sobre las imágenes de las víctimas socialistas, protagonizado por Tellado y Montesinos, entre aplausos de todos los demás. Después, el martes de esta semana, volvieron a traer a las Cortes Generales el fantasma de ETA, en una clara vulneración de los derechos de las víctimas. Cosificándolas y usándolas de la manera más interesada para agredir políticamente al adversario.
La excusa era una Proposición de Ley Orgánica de modificación de la ley electoral; la finalidad, otra muy distinta: usar a las víctimas otra vez contra el presidente del Gobierno y el Partido Socialista, porque no soportan que estén el Gobierno de España.
Decía Bismarck que cuando más se miente es cuando se está de caza, en guerra o de campaña electoral. Y el Partido Popular sigue en estos días, 13 años después del fin de ETA, como siempre que no tiene el poder, en la caza al socialista, en contra del Gobierno progresista y en espera permanente de una convocatoria electoral. Y para eso les vale todo. También volver a sacar el fantasma del pasado de ETA y seguir manoseando, con fruición y asiduidad, la memoria de sus víctimas.
Como socialista vasca que vivió en primera línea la lucha y la resistencia democrática frente al terrorismo, me veo en la obligación de hacer una enmienda de totalidad a esa política de desmemoria del Partido Popular.
Exigiendo el fin del uso partidista y electoral del dolor y el abandono de las mentiras sobre ETA. Reivindicando la unidad en la contribución imprescindible de las víctimas –todas– en la consecución de la paz. Demandando su colaboración para la construcción de una memoria limpia.
Ante la desmemoria del PP, los socialistas tenemos que responsabilizarnos de mantener esa enmienda de totalidad frente a la indecencia del uso y abuso de las víctimas, ondeando la bandera de la dignidad en la memoria e impulsando nuevas políticas que construyan alianzas en ese objetivo común.
Para ello es imprescindible empezar por plantar cara al uso partidista del dolor.
Señores y señoras de las derechas patrias, se acabó. Los socialistas no vamos a consentir, sin contestar y contradecir, los ataques indecentes a la memoria de las víctimas; tampoco en las más altas instituciones como ha pasado con Tellado, Montesinos y el Partido Popular estos días. Porque esas víctimas socialistas que usaron de forma vergonzante son -como todas las víctimas- las y los valientes que apretaron los dientes y resistieron, con voluntad inquebrantable, haciendo frente a ETA. Sin dejarse llevar por el odio, el rencor o la venganza. Sin dejar que ETA les arrancara la confianza en la democracia.
Por eso les exigimos respeto, para que todas las víctimas se sientan respaldadas en el orgullo de saber que estuvieron allí y fueron las protagonistas de la gran victoria de la democracia y el Estado de Derecho sobre la violencia. No las vuelvan a invisibilizar y abandonar al olvido de la historia, como hicieron con las víctimas del franquismo. Pero sobre todo no vuelvan a mentir: ETA no puede estar más fuerte porque no está viva. Hace 13 años que desapareció. Las derechas españolas no pueden volver faltar a la verdad para resucitar el fantasma de ETA, porque ninguna víctima quiere que le devuelvan a sus vidas a esta organización terrorista.
Y si no pueden guardarles el respeto y honor que merecen las víctimas, al menos déjenlas en paz, porque han demostrado hacer más por esta España de las libertades, mucho más, que quienes exhiben ahora patrioterismo rancio y pulserita con la bandera de España.