Un clan napolitano en Madrid

Quien dice viviendas después de un terremoto dice mascarillas en medio de una pandemia. El ‘shock’ de la ciudadanía en pleno desastre siempre puede ayudar para hacer negocio. El hermano y el novio de la líder de la familia lo saben bien

Madrid cada día se parece más a Nápoles. Los elementos de la política madrileña que la hacen asimilables al funcionamiento de un clan napolitano están ahí para quien quiera verlos. Una tragedia y un popular del que aprovecharse, una familia que hace negocio, una líder cesarista y omnímoda que humilla a sus correligionarios y unos camorristas a su alrededor dedicados a hacer pagar cuentas a los que ponen en riesgo el negocio familiar. 

shock

Las tragedias como elemento de instrumentalización para la conformación de empresas y negocios es algo propio de la construcción de grupos familiares de tinte mafioso. Son elementos coincidentes en la mafia y en la política. La pandemia fue el elemento fundacional del surgimiento de un modo de funcionar para la política madrileña de la familia ayusista del mismo modo que funcionó el terremoto de Irpinia en 1980 para la camorra napolitana. Indro Montanelli lo llamó el Irpiniagate porque la reconstrucción precisa después de la tragedia funcionó para la Camorra y los políticos adscritos a la mafia como el gran negocio con el que expoliar los recursos públicos que llegaban de Roma y de las administraciones locales y así poder consolidar el poder de los clanes de la camorra con grandes pelotazos urbanísticos. Una tragedia, cuando todo el mundo necesitaba viviendas, hacía más sencillo aparecer como salvadores a la vez que se enriquecían. Quien dice viviendas después de un terremoto dice mascarillas en medio de una pandemia. El de la ciudadanía en pleno desastre siempre puede ayudar para hacer negocio. El hermano y el novio de la líder de la familia lo saben bien. 

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