Zonzamas, el único yacimiento canario con el sobrenombre de Palacio

El poblado indígena más importante de Lanzarote tendrá un centro de interpretación en 2026, pero aún le faltan deberes al Cabildo Insular para alcanzar el objetivo de parque arqueológico

Zonzamas es uno de los yacimientos arqueológicos más sobresalientes de Canarias porque atesora un amplio abanico de vestigios de los primeros pobladores de Lanzarote: los majos. Tiene dos núcleos arquitectónicos de viviendas de tipologías muy diferentes y únicas en el contexto de la arqueología del Archipiélago; también elementos rituales, grabados rupestres en el entorno, tumbas y una conexión astral –hilo conductor de esta investigación periodística sobre la arqueoastronomía de Canarias que ya ha recorrido cinco islas-, certificada por astrónomos. Además, hay restos de una muralla de aspecto ciclópeo por unas piedras que superan la tonelada, rodeando un peñón con una cueva natural en su interior; este conjunto fortificado tiene el nombre de Palacio de Zonzomas y ahí se encontró su famosa estela. Después de veinte años de olvido, de excavaciones sin criterio científico, en algunos casos, y  salpicadas por la desaparición de fondos en otros, todo ello en el siglo XX, ahora se abre un nuevo horizonte tras varias campañas de excavaciones realizadas a partir de 2015. El objetivo del Cabildo Insular es convertirlo en parque arqueológico y para ello ha encargado un proyecto de musealización, pero aún faltan deberes por cumplimentar para llegar a la meta de 2026, año previsto para su inauguración.

Esteban Pérez, 32 años, es el arqueólogo lanzaroteño que nos guió durante la visita que realizamos el pasado lunes 7 de octubre al yacimiento. Dos anécdotas ilustran el olvido en el que estuvo inmerso desde 1996, cuando se canceló la investigación que realizaban las dos universidades públicas canarias por un litigio judicial porque un arqueólogo supuestamente no justificó cinco millones de pesetas. “De niño, cuando me hablaban de Zonzamas lo relacionaba con un instituto o con el vertedero, ya que en el colegio nunca nos informaron sobre la existencia de un yacimiento”. Algo similar le ocurrió a Marco Moreno, codirector de Tibicena -empresa puntera en el sector y adjudicataria de las campañas de excavación desde 2015-, cuando el taxi que lo recogió en el aeropuerto hace nueve años lo llevó a un CEIP y después al inmenso vertedero que se construyó en el cráter de un volcán a menos de un kilómetro del antiguo poblado indígena.

En noviembre de 2015, cuando se realiza la primera intervención de este siglo XXI, del yacimiento solo se veía la peña rodeada por la muralla. La gruta del interior, la Cueva del Majo, se cree que pudo ser un almacén y se amuralló para evitar robos por parte de otros aborígenes. El resto del conjunto estaba cubierto por toneladas de rofe, como denominan los lanzaroteños a la ceniza volcánica, para protegerlo. Se realizaron dieciséis sondeos aleatorios en un área de casi dos campos de fútbol, de los cuales “en quince tocamos con algo”, recuerda Moreno en declaraciones a pocos días antes de visitar Zonzamas. “Ahí nos dimos cuenta de su potencial”. 

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