Luis ‘‘ Pérez dejó muy claro en infinidad de ocasiones para qué quería ser eurodiputado: quedar aforado ante el Supremo y protegido para seguir desarrollando lo que él denomina, con diferentes nombres, su lucha contra la corrupción y el sistema. Tres meses después de recoger su acta y prometer una batería de audios comprometedores que no llegan, el líder de ‘‘ se enfrenta a un escenario muy distinto del que dibujó en campaña: sin relación con ninguna lucha contra la corrupción y unas apariciones en Bruselas que se limitan a vídeos sobre gastos superfluos en el Parlamento Europeo además de a otros eurodiputados españoles. Todo mientras la extrema derecha se resiste a acogerle en su seno.