“La prohibición ha hecho desaparecer el estigma”, dice una de las activistas que hace campaña puerta a puerta a favor de la Proposición 139 que se votará el mismo día de las elecciones presidenciales
La calurosa tarde del 24 de junio en que el Tribunal Supremo derogó la sentencia de Roe v. Wade, Nikole Walker, a sus 50 años, sintió que ya no quería estar más callada ni sentirse avergonzada. Que no tenía por qué seguir escondiéndose del caso de abuso sexual que sufrió con 10 años y el aborto que tuvo con 11. “Solo unos pocos amigos cercanos y mi marido sabían la historia al completo. Incluso mis hijos no sabían lo del aborto. Pero ese día se lo conté y sentí que me quitaba un peso de encima”, dice Walker. Dos años después, sigue explicando su historia para defender el derecho al aborto en Estados Unidos, incluida la Proposición 139 que se votará el cinco de noviembre en Arizona.
Este estado clave votará durante las presidenciales si incluye una enmienda a la constitución estatal para proteger el derecho al aborto. Otros nueve estados también celebrarán referéndums el cinco de noviembre para decidir si hacen lo mismo: Montana, Missouri, Nebraska, Colorado, Florida, Maryland, Nevada, Nueva York y Dakota del Sur. En total, 13 estados ya han ilegalizado el acceso al aborto y 12, entre los cuales se cuenta Arizona, son etiquetados por el Center for Reproductive Rights como “hostiles”.
El aborto se ha convertido en uno de los temas centrales de la campaña y en los últimos meses ha generado algunos problemas a Donald Trump. El republicano mantiene un frágil equilibrio en su posicionamiento. Por un lado, presume de haber nombrado a tres de los seis jueces conservadores que derogaron Roe y por otro afirma que no prohibirá el aborto a nivel federal si gana las elecciones.
“Desde el minuto uno que cayó Roe me sentí tan enfadada y tan segura de que esto estaba mal, que ya no sentí esa vergüenza. Y desde entonces, la gente está usando la palabra ”aborto“ de maneras en las que no lo habían hecho antes. Paradójicamente, prohibir el aborto ha hecho desaparecer el estigma”, explica Walker en su casa en Flagstaff, a dos horas de Phoenix. “Lo siguiente en lo que pensé fue en mi hija, que por entonces tenía 17 años. Por precaución compré Mifepristona [medicamento para abortos farmacológicos] porque no sabía qué podría pasar después de eso”.
Un año y diez meses después de que Walker se temiera lo peor, la Corte Suprema de Arizona ponía sobre la mesa la posibilidad de recuperar una ley del 1864 que prohibía el aborto en casi todos los casos. Aunque finalmente no salió adelante, supuso “un cambio total sobre cómo veían el aborto muchas personas”. En su lugar, los congresistas aprobaron una ley para prohibir el aborto a partir de las 15 semanas de embarazo.
El resultado fue que en agosto se presentaron 577.971 firmas, más del 50% necesario, para que la propuesta de enmienda constitucional aparezca en las papeletas de Arizona este noviembre. Se trata de la mayor cantidad de firmas certificadas para cualquier medida electoral en la historia del estado.
“Todas hemos estado compartiendo no solo nuestras historias de aborto, sino también nuestras historias sobre ser violadas, abusadas y maltratadas. Y las mujeres se empiezan a dar cuenta de que no deben ser culpabilizadas. No aplaudo que se haya revocado Roe, pero ha habido un gran cambio de paradigma con todos estos temas. Hemos visto como contar nuestras historias nos da poder en un contexto donde sientes que te están quitando la autonomía sobre tu propio cuerpo”, reflexiona Walker.
Actualmente, en Arizona solo se puede abortar hasta la semana 15. “Las pruebas para ver si el feto tiene malformaciones o problemas se realizan entre la semana 15 y la 20. Ya con eso se ve como de limitante es la prohibición de Arizona. Esto tiene como consecuencia que las personas que necesitan atención médica tienen que salir del estado o se ven forzadas a continuar con un embarazo sabiendo que el bebé morirá en unas horas después de nacer”, expone Walker.
En la recta final de la campaña para conseguir los apoyos necesarios, Hannah y Erika van puerta a puerta para recordar la importancia de votar por la Proposición 139. “Decidí empezar con el puerta a puerta un poco antes de las elecciones de 2020 porque ya estaba frustrada de los cuatro años de Trump y necesitaba sentir que estaba haciendo algo para cambiar las cosas”, explica Erika mientras antes de llamar a la puerta de una de las 51 casas que visitó el mismo día. “Sabíamos que la derogación de Roe podía ocurrir, así que ya teníamos un plan para cuando pasara”, añade Hannah.
La defensa de los derechos reproductivos ha sido el principal caballo de batalla de Harris durante la campaña. Nada más convertirse en la nueva candidata de los demócratas después de la renuncia de Joe Biden, Harris prometió firmar una protección del aborto a nivel federal. Es por ello que en Arizona hay quien interpreta que el referéndum podría favorecerla. Aunque los últimos sondeos no dicen lo mismo.
Trump sigue sacando una ventaja de dos puntos porcentuales a Harris en Arizona, según el agregador de encuestas FiveThirtyEight. En cambio, la última encuesta del Sienna College muestra como el 58% de posibles votantes en el estado clave dice que votará a favor de la Proposición 139.
En una de las casas donde nos acercamos nos atiende una mujer de mediana edad. Es republicana y no le interesa saber nada sobre los candidatos demócratas de Arizona, pero cuando Erika le habla sobre la Proposición 139, su actitud cambia: “Sí, votaré a favor de ella”.