El declive definitivo de tradiciones rurales, como el rezo por las almas de los difuntos, hoy solo se recuerda por capillas y pinturas en los templos
Documentar la muerte, contar un país que ya no es
“Cuando el conde iba a morir, mandó que lo enterrasen junto a su segunda esposa, junto a la señora, y que a los pies del sepulcro pusiesen ese cepillo de ánimas en recuerdo del crimen que cometió”. Esta frase es parte de un diálogo entre los actores José María Caffarel y Julio Núñez en la película , dirigida por Chicho Ibáñez Serrador en 1966, dentro de la serie de Televisión Española. Aunque relatos como este, ligados al miedo y a la muerte, tuvieron una enorme repercusión en la cadena española, algunos de sus términos resultan hoy incomprensibles. ¿A qué se refiere Caffarel cuando habla de ese “cepillo de ánimas”? El desconocimiento actual de rituales tan arraigados en el mundo rural como el culto a las ánimas benditas tiene una fecha de origen, la mitad del siglo pasado, y un conjunto de motivos bien definidos: la aparición de la televisión, la alfabetización y la emigración acabaron con tradiciones transmitidas de forma oral.
La casa