Los efectos del cambio climático son un enorme desafío que solo se puede abordar desde la coordinación y cooperación entre las partes que son Estado. Produce rubor escuchar a responsables políticos de muy alto nivel confundiendo todavía Estado con gobierno central
Un trauma colectivo es muy difícil de superar. Y la devastación de estos días permanecerá en la memoria colectiva durante mucho tiempo. Imposible contener las lágrimas cuando escuchas a ciudadanos preguntarse dónde estaba el Estado durante tres días, por qué el sistema de emergencias no funcionó adecuadamente y no se avisó con la antelación debida cuando ya se tenían datos oficiales de la Agencia Estatal de Meteorología. Yo mismo tal vez estaría ahora escribiendo con otros sentimientos, si no hubiera sido por la muy acertada decisión del alcalde de Utiel que a las 7,17 del martes 29 de octubre decidió suspender las clases en su municipio, evitando con ello el desplazamiento de estudiantes, profesorado y personal de administración, entre ellos un familiar muy próximo. Justo es reconocer también la decisión de mi rectora en la Universitat de València, decretando la suspensión de las actividades en la tarde-noche del lunes 28, reduciendo así la movilidad de estudiantes y personal docente y de servicios, muchos procedentes del área metropolitana, y evitando así un número de desgracias que afortunadamente no han ocurrido.
Pero cuando el duelo lo permita, será el tiempo de la reflexión y sería muy deseable que fuera el momento de revisar políticas e iniciar un nuevo tiempo para los acuerdos. Porque hace mucho tiempo que las cosas no van en la buena dirección en España. La conversación democrática ha llegado a tal nivel de degradación que no solo resulta imposible alcanzar acuerdos entre actores políticos, sino que los pocos espacios institucionales disponibles para ello han quedado invalidados. Ya no existen espacios de confianza para alcanzar acuerdos estratégicos.
“Cuestión de Estado” o “interés general” se han convertido en significantes vacíos. La política se ha vuelto tóxica. Se hace política (mala política) hasta con los desastres colectivos. No hay espacio ni para “treguas humanitarias”. Algunos no han dado ni siquiera tiempo para las gentes que ahora quieren velar a los suyos o que quieren salir de la situación de desamparo. No es posible construir alianzas en positivo, solo en negativo y para destruir al adversario. Muchas veces he llegado a preguntarme si realmente determinados actores políticos están interesados realmente en procurar resolver problemas muy importantes para las mayorías sociales, para la gente corriente.