Valencia necesita a los mejores, de España y de Europa, y los necesita ya. Asumir el mando y quitárselo a una autonomía lleva asociado riesgos y polémicas. Pero no asumir el mando ante la proporción bíblica de esta catástrofe lleva asociados otros riesgos, y Valencia bulle de rabia estos días. Hay que sacar a los muertos, atender a los vivos y dar agua corriente para evitar enfermedades
Crónica – Cogí un autobús y en siete paradas estaba a las puertas del infierno
Valencia ha sido el centro de la peor catástrofe natural de Europa. Eso desgraciadamente ya pasó y más adelante se podrá ahondar en las responsabilidades políticas y judiciales, aunque con echar un ojo a la cronología de Twitter podamos ya intuirlas. Estamos en otra pantalla. Salir del fango. A Fina, de Chiva, le queda comida para un par de días. Vicente, de Catarroja, lleva cinco sin ducharse y ha bebido siete sorbos de agua desde el martes. Antonia, de Paiporta, no encuentra a su marido ni a su hija. En l’Horta Sud, Utiel, La Ribera y Chiva nadie trabaja y nadie duerme. Casi todos ellos comparten, además, otra cosa: viven a 20 minutos de la tercera capital de España y el mejor lugar para vivir, según la revista Forbes.
Que el gobierno de la Generalitat, liderado por Carlos Mazón lo ha hecho casi todo mal es una evidencia en lo que no es momento de gastar más letras. Lo descorazonador es que siga al mando, no solo no mejorando la situación, sino empeorándola. Pidieron pocos militares porque no alcanzaron a ver la magnitud de la tragedia. Los colocaron solo en tres localidades. Han hecho una llamada masiva a que miles de valencianos se vayan a ayudar a zonas donde hay lodos y bacterias con cuerpos en descomposición. Un capitán de la UME contó en TVE que no vinieron más militares porque además de tener efectivos hay que organizarlos, algo que no está pasando. Dos helicópteros que mandó la Junta de Andalucía a ayudar se han vuelto porque nadie les ha dicho qué tienen que hacer. Las carreteras han estado bloqueadas sin que pudiera pasar la ayuda porque no han restringido el uso a la población hasta el viernes por la noche.
Visto esto, y que la Generalitat Valenciana considera que seguimos en un nivel de emergencia 2 de un máximo de 3 (el 2 es el que permite a la autonomía seguir con el mando), el Gobierno de Pedro Sánchez tiene la obligación moral y política de asumir el mando sin esperar a ver cuánto se puede llegar a meter la pata. Se puede hacer dentro de los cauces que le da la ley, decretando una emergencia nacional que permita una organización logística más profesional. ¿No es esto un nivel 3? Hay que atender urgentemente a los vivos y rescatar a los muertos, arreglar infraestructuras y puentes rotos para que podamos movernos en los próximos meses, hacer que llegue el agua corriente para evitar riesgos de salud pública, gestionar ayudas y viviendas. Todo eso, todo el rato, en todas partes.
Que el que metió la pata sea uno, no significa que el que está enfrente y lo vio no pueda ayudarle a sacarla de la alcantarilla hasta que este primero “se lo pida”. Valencia necesita a los mejores, de España y de Europa, y los necesita ya. Asumir el mando y quitárselo a una autonomía por supuesto que lleva asociado riesgos y polémicas. Si las dos administraciones hubieran sido del mismo partido, es probable que Fina de Chiva ya tuviera a estas alturas la nevera llena. Pero no asumir el mando ante una situación de esta envargadura lleva asociados otros riesgos, y Valencia bulle de rabia estos días. La incompetencia de Mazón no puede eternizarse porque le ha tocado, porque estaba en el peor momento en el lugar inadecuado. Tampoco puede eternizarse porque Sánchez no quiera hacerse cargo de algo que tiene unas dimensiones bíblicas, porque no se atreva, no quiera o no quiera generar una crisis reputacional o un lodo mediático. No, mientras el lodo real siga enfangando la vida de cientos de miles de personas. Si seguimos así, no va a haber plazas suficientes que den cabida a los manifestantes.