Cristina Sánchez Andrade, escritora: «Prefiero pelearme con el texto que pelearme por conseguir lectores»

La reedición de su primera novela descatalogada, ‘Las lagartijas huelen a hierba’, en otra editorial permite hacer un repaso a la literatura de esta autora singular y de culto

Ni nombres ilustres ni gestas heroicas: crónica de una huida de la escritora desencantada con la Revolución Rusa

Cristina Sánchez Andrade (Santiago de Compostela, 1968) es un secreto a voces, una escritora de culto con un universo particular, tanto en la forma (narrativa pero lírica) como en el fondo (rural gallego con toques de realismo mágico). Su lirismo es sensorial y sinestésico, hermoso y terrible. Un cuadro de pinceladas pestilentes y crudas, pero también sensuales y ardorosas donde abundan las mujeres raras, los personajes estrambóticos, las viejas siniestras, las chicas jóvenes que se dejan llevar por el deseo repentino con un desconocido a las puertas de su propia boda. Los enigmas. Lo atávico del origen como destino fiero y los personajes femeninos indómitos que no resultan cómodos para su comunidad. El tiempo y el espacio indefinido y brumoso.

“Debajo de la luna, mi abuela Idalia y yo comíamos cebollas. Nos gustaban crudas y crujientes, porque comerlas así era comer la escarcha de la noche”, escribe en (2001, Siruela). O: “Aquí. Lejos quiero estar, porque aún tengo la galopada latiéndome en las sienes. Nunca más volveré a columpiarme; tengo el estómago lleno de cardos”. O “las mujeres del pueblo en sus puertas con sus alientos podridos y lavados con jabón”. 

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