Indignación social: un volcán que puede estallar

Transcurridos dos días, no hay detenidos por las agresiones. El rey no corría ningún peligro directo, la reina sí y el presidente del gobierno de España, todavía más. Es de lamentar por los hechos en sí, pero también porque la impunidad y la burla de los autores en diversos grados debilita la democracia a extremos insoportables

Vaya por delante que lo primero es atender a las víctimas de la DANA que ha causado tan grandes destrozos en Valencia, pero también hay que reparar en la explosión de ignominia que intenta aprovechar esta catástrofe para sus fines. El PP, sus medios y voceros, nos han dado, concentrado en una semana, el repertorio completo de su infamia. Y no ha faltado ni el apéndice nada superfluo de la ultraderecha.

Y aquí seguimos achicando las mentiras y el odio con las que el PP y su brazo mediático intentar tapar la irresponsabilidad del gobierno de Mazón en Valencia ante la que iba a ser la peor Dana del siglo. Sobre el terreno las cosas empiezan a mejorar algo una semana después de la catástrofe, pero todavía hay desaparecidos incluso y queda una ingente tarea para recuperar siquiera las condiciones mínimas del vivir cotidiano. Ingente, no se engañe nadie. Llevará su tiempo. Nos golpean las historias de las vidas perdidas, la angustia incontenible que se percibe, aunque alienta la solidaridad desplegada de tantos ciudadanos que, entendida la tragedia, se vuelcan en ayudar a los que han salido peor parados.

Les confieso que pocas veces he llegado a un nivel de indignación mayor. Y conste que no soy la única, que crece un auténtico clamor y una vez más ni se enteran. Es como si se acumularan de golpe el Prestige, el Yak 42, la invasión ilegal de Irak, el 11M, el repugnante uso de ETA, el accidente del Metro de Valencia, el tren de Angrois, el rescate bancario, la pandemia, los 7291 ancianos de las residencias de Ayuso… El PP todo lo salda igual: mintiendo. Lo ha venido haciendo sobre cadáveres y daños inmensos y siempre les ha salido bien. A lo sumo perder las elecciones de 2004. Ver que, de nuevo, se plantan en la misma estrategia produce auténtica ira. Porque cada vez es peor y acumula más depravación.

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