El hombre más rico del mundo ha puesto su red social y 100 millones de dólares al servicio de Trump, que le ha prometido un puesto en su gobierno
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Si puede señalarse un momento en el que Elon Musk se volvió totalmente impredecible incluso para aquellos que llevan décadas estudiando su figura, fue el verano de 2023. El magnate decidía entonces cambiar el nombre de Twitter, una de las redes sociales más reconocidos a nivel mundial y verbo propio, tuitear, por el insulso y carente de fondo “X”. El movimiento resultó inexplicable para los expertos en marketing e imagen de marca y suponía un paso más en la aniquilación del valor comercial de una empresa por la que Musk había pagado 44.000 millones de dólares.
La jugada coincidió con la definitiva radicalización de Elon Musk hacia la extrema derecha. El multimillonario tecnológico que votó a Obama, Clinton y Biden pasó a compartir el ideario de la turba que asaltó el Capitolio en 2020. Es decir: una desconfianza extrema en las instituciones derivada de la pandemia y su supuesta claudicación al “virus woke”, un término reaccionario que asimila la lucha por la diversidad, la inclusión y el progresismo con una enfermedad social.