Una València desamparada pide a Mazón que se vaya mientras intenta salir del abismo

Once días de rabia acumulada bombeaban una vena que tuvo al fin plaza para desahogarse. Miles de personas dijeron que quienes no avisaron y llegaron tarde al rescate deben irse y dejar de gestionar las consecuencias. Estos días, València hace malabares en dos pistas: salir de la catástrofe con una crisis política abierta y un president acorralado

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Cualquier experto en gestión de crisis y catástrofes sabe que lo más importante para no caer al precipicio de una tragedia es la prevención y la información. Una vez dentro, lo más importante para salir del abismo es la respuesta rápida, una buena gestión y la estabilidad política. Valencia no puede estar más lejos de ese punto once días después de que una riada engullera en media hora más de 200 vidas, dejara noqueadas a 300.000 personas y arrasara un territorio equivalente a la ciudad de Lugo.

El centro de València palpitaba este sábado y no era por las compras ni el tardeo. hacia la capital desde la zona cero, llenos de barro. De camino, un murmullo sordo atravesaba tiendas abiertas y terrazas. Se contaban historias, se hacía tertulia, se expresaba la angustia. En la plaza del Ayuntamiento, cuerpo a cuerpo, latía una rabia contenida, ante el muro de silencio a preguntas incomprendidas: “¿Por qué no avisaron?”. “¿Por qué no vinieron antes?”. “¿Por qué nos han abandonado?”. Una vena cargada de ira y pena que tenía al fin una calle para derramarse. Once días limpiando con escobas compradas por ellos mismos. Once días suministrando alimentos o pañales, sobreviviendo sin luz ni agua, cocinando para los vecinos. Once días buscando cuerpos, rezando para que aparezca el coche y quizás, dentro, tu padre, tu hermana, tu tía.

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