Si se los mira no son más que pequeños muretes que, muchas veces, apenas sobresalen ya de la superficie. El agua incluso los rebasa sin esfuerzo cuando hay algo de caudal. No retienen apenas volumen y no detienen ninguna crecida. Son la mayoría antiguos azudes ya sin uso, alguna estación de aforo o un pequeño desvío de curso para llevar agua a alguna explotación.