El protocolo es un fajo de papeles que puede resultar muy útil, porque tiene la ventaja de que no habla y se le puede echar la culpa sin que rechiste. Como la fuerza de la naturaleza, a la que no se puede llamar con antelación para confirmar por dónde piensa llover. Si la culpa fue del protocolo, la fuerza del agua o el “sistema”, entonces no fue de Carlos Mazón. Si la culpa es de todos, entonces no es de nadie en concreto. Con esa actitud para explicar su visión, muy particular, de lo que pasó el día 29 de octubre y postularse como un hombre capaz que da datos y que va a liderar una reconstrucción tan compleja como millonaria si la calle no se lo impide.