Las redes sociales e Internet han ido dejando cada vez más de ser un espacio de encuentro y de descubrimiento de discursos disidentes y han pasado a sentirse como un gran centro comercial en el que nos ofrecen sus productos tanto grandes marcas como . Un lugar donde campan a sus anchas los discursos de odio y se va haciendo más difícil imaginar ese Internet diverso y colectivo con el que soñábamos hace décadas. fueron de las primeras en darse cuenta de ello y en 2018 surgieron como colectivo para analizar las nuevas manifestaciones del fascismo en Internet. Estas investigaciones las volcaron en su primer libro, . (Descontrol, 2018), cuando mucha gente aún no le prestaba atención a la comunicación a las cibercomunidades misóginas o al papel que en todo ello tenían las Big Tech (las gigantes tecnológicas) como Facebook o Twitter.