“La prioridad es que la Comisión Europea esté en marcha el 1 de diciembre”. Esa es la frase de la vivida en Bruselas los últimos diez días después de que el Partido Popular Europeo pusiera en riesgo la aprobación del nuevo gobierno comunitario con una maniobra dilatoria para satisfacer los intereses nacionales de Alberto Núñez Feijóo que le sirvió, además, para elevar la presión sobre socialistas y liberales para que apoyaran al candidato de Giorgia Meloni como vicepresidente. Pero la maniobra ha dejado heridas en la coalición que gobierna la UE.