Quedarse y ayudar, soportar, manejar y renunciar. O marcharse, regresar a lo construido fuera, lejos. Esta es la dicotomía con la que convive Antonio, el protagonista de , la primera película de Sandra Romero que, tras su presentación en el pasado , llega a las salas convertida en uno de los debuts más singulares, personales y excepcionales del cine español reciente.