Cuando parecía que el partido se encarrilaba hacia el cierre de filas alrededor de la ley trans, la aprobación de dos enmiendas a la ponencia marco en su Congreso vuelve a poner en entredicho su posición política sobre los derechos LGTBIQ+ en plena ofensiva de la extrema derecha
El PSOE aprueba una enmienda en su ideario que llama a acotar la participación en el deporte femenino a “personas con sexo biológico femenino”
El PSOE llegaba a su 41º Congreso con unos cuantos aprietos y polémicas, internas y externas, de fondo. Pero ni el liderazgo de Pedro Sánchez, ni la dimisión de Lobato, ni los comentarios a la contra de Emiliano García Page, ni ninguna de las propuestas debatidas en Sevilla o de las promesas del presidente han dejado tanto revuelo y preocupación como lo sucedido con los derechos trans. Cuando parecía que el partido se encarrilaba hacia el cierre de filas alrededor de la ley trans, la aprobación de dos enmiendas a la ponencia marco del Congreso –el documento que marcará el rumbo del partido durante los próximos años– han vuelto a poner patas arriba el discurso socialista sobre los derechos LGTBIQ+.
Esas dos últimas siglas –la Q de Queer y la +, que se refiere a otras identidades– no estarán en el término con el que el PSOE se referirá a las personas LGTBIQ+, un gesto cargado de simbolismo e impulsado por la facción del feminismo tradicional que combatió con dureza la autodeterminación de género y el ministerio de Irene Montero. La otra enmienda parece hablar de algo obvio: que en deporte los hombres no pueden competir en categorías femeninas, una afirmación que solo constata algo que ya sucede, pero que hace una velada alusión a la participación de las personas trans.
Ambas propuestas, aprobadas, caminan en contra tanto de la posición que el partido ha tratado de apuntalar en los últimos años como de la acción de Gobierno, y no solo por la ley trans. El Ministerio de Igualdad, en manos socialistas, cuenta con una “Dirección general para la igualdad real y efectiva de las personas LGTBI+”.
Sumar, socio de coalición, ya ha advertido de que no “permitirán retrocesos”: su portavoz, Lara Hernández, lamentaba este lunes los posicionamientos que el PSOE había alcanzado en este sentido durante su Congreso. La exministra de Igualdad, Irene Montero, también criticaba las enmiendas aprobadas: “Una mujer trans es una mujer. Lo demás es transfobia, aunque lo diga el PSOE”. La Federación Estatal LGTBI+ aseguraba que “cualquier ideario que no se quiera quedar atrás en el camino hacia la igualdad real” tiene que entender que las mujeres trans “son mujeres” y que el colectivo también incluye “+ disidencias y diversidades sexuales, de género, familiares y corporales”.
Revuelo interno
Pero el revuelo es también interno. Voces significativas del partido lamentan lo sucedido en el Congreso de Sevilla que, aseguran, no se corresponde ni con el sentir mayoritario ni con la intención de cambiar de rumbo. Desde que la negociación de la ley trans quebrara al PSOE, la tensión ha sido constante. Si bien una vez aprobada la norma, el mandato fue achicar las divisiones y adoptar el discurso de las feministas socialistas que no ven incompatibilidad entre la igualdad y los derechos LGTBIQ, las posturas discordantes han seguido haciendo ruido para desesperación de quienes intentan reconducir al partido en los últimos años.
El intento de encaminar la posición del partido y de cerrar heridas cristalizó con el nombramiento de Ana Redondo como ministra de Igualdad, una política sin perfil feminista (para evitar ser encuadrada en ningún bando) que ha defendido sin fisuras la norma. Sin embargo, Pedro Sánchez ha prescindido ahora de Redondo en su nueva Ejecutiva socialista. Aunque la decisión no está relacionada con la aprobación de las enmiendas, una cosa y otra puede dejar en entredicho, no solo la posición de Redondo, sino la del propio PSOE. La ministra ha sido sustituida por Pilar Bernabé, hasta ahora delegada del Gobierno en Valencia, a quien Sánchez ha querido premiar por su actuación durante la DANA.
La ponencia marco con la que el PSOE llegaba al Congreso mencionaba en varias ocasiones las siglas LGBTIQ+ o LGBTIQ. Entre las 6.000 enmiendas recibidas a esa ponencia, al menos una pedía continuar con el término LGTBI (el utilizado en la ponencia anterior, en 2021, cuando el partido socialista andaba en plena batalla interna alrededor de la ley trans) y no añadir el +, que era la propuesta final de los y las ponentes. La enmienda salió adelante a última hora del sábado, más allá de las diez de la noche, cuando la presencia de delegados era ya escasa y un grupo de militantes feministas de la órbita de Carmen Calvo y Ángeles Álvarez insistieron en que, aun así, se votara.
¿Qué es ‘queer’ y por qué importa esa sigla?
Pero, ¿qué es lo queer y la + y qué importancia cobra este gesto? Si resumimos mucho (mucho), el término anglosajón Queer engloba un conjunto de prácticas e ideas que rechazan la concepción del género, la identidad o la orientación sexual como etiquetas y categorías fijas. Lo queer traspasa las fronteras de lo socialmente aceptado, cuestiona el sistema binario y se aleja de los postulados hegemónicos de la comunidad LGTBI. Aunque primero fue utilizado como insulto (algo similar a desviado, raro), a partir de los 80 la comunidad LGTBI se reapropió del término. El símbolo + busca incluir todas las identidades y expresiones no contenidas en las otras siglas.
El término está asentado, no solo entre la comunidad, sino en organizaciones internacionales o tratados. ONU Mujeres es clara: “Trabajar por los derechos humanos de las personas LGBTIQ+ es indivisible de trabajar por los derechos de las mujeres y la igualdad de género”, dice en uno de sus argumentarios. La Unión Europea cuenta con una estrategia de igualdad “LGBTIQ” para el periodo de 2020 a 2025. “En las últimas décadas, la evolución legislativa, la jurisprudencia y las iniciativas políticas han mejorado la vida de muchas personas y nos han ayudado a construir sociedades más igualitarias y acogedoras, también para las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans, no binarias, intersexuales y queer (LGBTIQ)”, señala la introducción.
Sin embargo, en los últimos años un sector del feminismo ha señalado ‘lo queer‘ como un discurso peligroso para los derechos de las mujeres. La confrontación no solo ha sucedido en España, también en otros países, y muy especialmente en Reino Unido. Al mismo tiempo, desde posiciones políticas aparentemente opuestas, grupos ultra y partidos de extrema derecha han hecho bandera de la lucha contra “la ideología de género” y en contra de los derechos de las personas LGTBIQ+.