Chimenea y manta: siete sitios acogedores para desconectar este invierno

El frío invita al recogimiento. Llueva, hiele o nieve fuera, no hay mejor plan que pasar las tardes junto al fuego y con vistas en alguno de estos pueblos llenos de encanto

Una escapada para huir del frío: islas europeas donde el invierno es cálido y asequible

El invierno, esa época para disfrutar de la calma. Hay algo especial en esta estación del año que nos invita a cambiar el ritmo. Las tardes cortas y el frío que cala hasta los huesos nos dan una excusa perfecta para refugiarnos en lugares acogedores. Es el momento ideal para disfrutar de una escapada tranquila, lejos de esas ciudades que enloquecen con las compras navideñas y conectar con lo esencial: la calma, la naturaleza y los momentos compartidos con quienes más queremos.

Imagina la escena: una casa rural con la chimenea encendida, el aroma de la leña llenando la estancia, un juego de mesa sobre la mesa del salón y, fuera, una fina capa de escarcha cubriendo el paisaje, o incluso un blanco manto de nieve. Este es el plan perfecto para un invierno diferente, rodeado de la belleza de los pueblos más acogedores de España.

Lejos de las luces comerciales y el bullicio urbano, una escapada rural puede ofrecer todo lo que necesitamos para encontrar unos días de recogimiento invernal en una época tan especial. Paisajes serenos, calles tranquilas y sin ruidos, gastronomía reconfortante y la oportunidad de perderse en la naturaleza. Si este es el plan que más encaja contigo, aquí te proponemos siete pueblos que parecen hechos a medida para desconectar y disfrutar de esta estación en todo su esplendor.

Sallent de Gállego, en Huesca

Rodeado por los imponentes picos del Pirineo aragonés, Sallent de Gállego es uno de esos pueblos que parecen sacados de una postal. En invierno, las montañas cubiertas de nieve crean un paisaje espectacular que invita tanto al descanso, en una acogedora casa rural, como a la aventura fuera de ella.

El casco antiguo del pueblo, con sus casas de piedra y tejados de pizarra, es perfecto para pasear mientras el frío te anima a abrigarte hasta las cejas. Desde aquí puedes acercarte al embalse de Lanuza, donde el agua refleja las montañas como si fuera un espejo, o a Formigal, donde podrás disfrutar de diferentes actividades en la nieve. Y después de un día en la naturaleza, nada como un plato caliente de olla tensina, el potaje tradicional del Valle de Tena, para reponer fuerzas.


Bárcena Mayor

Bárcena Mayor, en Cantabria

Escondido en el Parque Natural Saja-Besaya, Bárcena Mayor es un lugar donde la tranquilidad está garantizada. Este pequeño pueblo cántabro, con sus casonas de piedra y sus balcones de madera, es un refugio perfecto para disfrutar del invierno en plena naturaleza. Un lugar lleno de encanto que, al ser una de las mejores representaciones de la arquitectura popular montañesa, está considerado Conjunto Histórico-Artístico.

Los alrededores de Bárcena Mayor ofrecen rutas de senderismo que te llevarán por bosques de robles y hayas, ideales para desconectar y respirar aire puro. Además, su gastronomía local es otro de sus grandes atractivos. Verás que no hay día lo suficientemente frío que se resista al poder calórico del cocido montañés, tan contundente como apetecible en esta época del año.

Valldemossa, en Mallorca

Valldemossa es un lugar que sorprende en cualquier época del año, pero en invierno tiene un encanto especial. Que no te confunda el hecho de que se encuentre en las Baleares y que se le presuponga un clima cálido, pues aquí no es raro que la nieve haga acto de presencia. Este pueblo de la Sierra de Tramuntana, con sus calles empedradas, sus casas de piedra y el olor a leña que sale de las chimeneas, es perfecto para quienes buscan un refugio tranquilo lejos del ajetreo de las ciudades.

Además de pasear por sus coquetas calles, no puedes perderte la Cartuja de Valldemossa, donde vivieron personajes como el músico Frédéric Chopin y la escritora George Sand. En los alrededores encontrarás rutas de senderismo que ofrecen vistas espectaculares de las montañas y el mar. Y, por supuesto, no te vayas sin probar la famosa coca de patata, un dulce típico que sabe aún mejor acompañado de un chocolate caliente.


Puebla de Sanabria.

Puebla de Sanabria, en Zamora

Con su castillo medieval del siglo XV dominando el paisaje, Puebla de Sanabria es uno de esos pueblos que conquistan a primera vista. En invierno, su casco histórico, con calles estrechas y casas de piedra, se convierte en un escenario ideal para pasear y disfrutar de la calma, con la iluminación navideña necesaria para que todo sea aún más bonito.

A pocos kilómetros, el Lago de Sanabria ofrece un espectáculo natural que en invierno luce con una belleza especial, con sus aguas tranquilas rodeadas de montañas. Y en la sierra, en caso de nevada puedes recorrer el Cañón del río Tera haciendo trekking con raquetas de nieve. Puebla de Sanabria también es famosa por su gastronomía, con platos como el caldo sanabrés, que es un auténtico placer en esta época del año.

O Cebreiro, en Lugo

Ubicado en lo alto de la montaña y rodeado de naturaleza, O Cebreiro es un lugar mágico en cualquier momento del año, pero especialmente en invierno. Sus pallozas, las tradicionales casas de piedra con tejados de paja, y el Santuario de Santa María la Real de O Cebreiro, un precioso templo prerrománico que data del siglo IX, crean un paisaje que nos hace viajar en el tiempo.

Además de disfrutar de su tranquilidad, puedes explorar los alrededores. Aquí es fácil encontrar pequeños senderos o incluso el propio Camino de Santiago, que nos regalan unas preciosas vistas de los montes gallegos y el mugir de alguna que otra vaca. Y si buscas algo realmente especial, prueba el queso de O Cebreiro, una auténtica delicia de la gastronomía gallega que, acompañado de pan de centeno, es un manjar para cualquier viajero.


Cocido Maragato en Castrillo de los Polvazares.

Capileira, en Granada

En la Alpujarra granadina, Capileira ofrece una combinación perfecta de paisajes de montaña, tranquilidad y tradición. Este pueblo blanco, situado a más de 1.400 metros de altitud, tiene unas vistas espectaculares de Sierra Nevada, especialmente en invierno, cuando las cumbres se visten de blanco por la nieve. De manera que pasar aquí unos días en un alojamiento acogedor puede ser un plan invernal perfecto.

Capileira es un lugar ideal para disfrutar de la gastronomía local, con el plato alpujarreño o las migas, que siempre saben mejor al calor de una chimenea. También es un punto de partida ideal para rutas de senderismo que te llevarán a descubrir la belleza de la Alpujarra, como el popular sendero del Barranco de Poqueira, que comienza en Pampaneira y pasa por Bubión.

Castrillo de los Polvazares, en León

Castrillo de los Polvazares es uno de los rincones más bellos de la Maragatería leonesa. Este pintoresco pueblo, con sus calles empedradas y casas de arquitectura tradicional, ha sido declarado Conjunto Histórico-Artístico, y no por casualidad. Su trazado urbano mantiene intacto el encanto de antaño, con fachadas de piedra y arcilla roja, donde destacan sus casas blasonadas. Su encanto rural visto desde el calor de una chimenea sin duda cautiva a cualquiera.

Famoso por su cocido maragato, un plato contundente que se sirve ‘al revés’ (primero las carnes, luego los garbanzos y finalmente la sopa), este pueblo es un paraíso para los amantes de la buena mesa. Además, sus calles rezuman paz y tranquilidad, por lo que es fácil desconectar del mundo mientras ves caer el frío bajo la calidez de una manta.

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