El nuevo jefe del Ejecutivo, aliado de Macron, tiene el reto de lograr acuerdos estables en el marco de una Asamblea Nacional muy dividida
La izquierda francesa intenta diseñar la línea a seguir tras la caída del Gobierno Barnier pese a sus diferencias
Una semana después de la caída de Michel Barnier, obligado a presentar su dimisión por una moción de censura votada por una mayoría de la Asamblea Nacional, el presidente Emmanuel Macron ha anunciado el nombramiento del primer ministro centrista François Bayrou, presidente del partido MoDem, que a su vez forma parte de la coalición parlamentaria macronista Ensemble.
Bayrou tiene una larga carrera política en Francia, llegando a ser candidato a la presidencia en varias ocasiones. Su trayectoria se ha realizado en el seno de partidos centristas como el MoDem que hoy representa. Pese a no pertenecer al partido de Macron, ha sido un apoyo político clave en la trayectoria del presidente de la república. Durante los últimos años ha sido asesor del Elíseo, pero anteriormente ocupó cargos como la Alcaldía de Pau o distintos ministerios con tres presidentes: Miterrand, Chirac y Macron.
En los días posteriores a la censura contra Barnier, el jefe de Estado francés (al que la Constitución otorga la potestad de designar al jefe de Gobierno sin especificar condiciones ni plazos) había anunciado un “cambio de método” respecto a las conversaciones con las fuerzas políticas que llevó a cabo el pasado verano y previas al nombramiento del antiguo negociador del Brexit.
Entonces Macron había esperado dos meses desde las elecciones legislativas del 7 de julio para acabar decantándose por el conservador Barnier, un político que no pertenecía al partido del presidente, pero que aseguraba cierta continuidad ideológica.
Sin embargo, el apoyo parlamentario de los diputados de centroderecha a Barnier —respaldado por los 163 diputados centristas y los 47 del partido Los Republicanos— resultó insuficiente para sacar adelante unos presupuestos en contra del Nuevo Frente Popular (192 diputados) y de la extrema derecha (140), que votaron juntos la moción de censura de la semana pasada.
Como su predecesor, el nuevo primer ministro se encuentra en una situación de gran fragilidad ante una Asamblea dividida en la que es difícil asegurar apoyos duraderos. No obstante, ese “nuevo método” defendido por Macron abre la posibilidad de llegar a un pacto de mínimos en las próximas semanas que asegure una cierta estabilidad.
En este sentido el martes, en el jardín de invierno del Palacio del Elíseo, el presidente invitó a representantes de la mayoría de fuerzas políticas francesas para que discutieran durante casi tres horas a puerta cerrada en un intento de encontrar una salida pactada al bloqueo provocado por la caída del Gobierno Barnier.
Acudieron al encuentro la secretaria nacional de Los Ecologistas, Marine Tondelier, el primer secretario del Partido Socialista (PS), Olivier Faure, el secretario nacional del Partido Comunista Francés (PCF), Fabien Roussel, el secretario general de Renacimiento, Gabriel Attal, el presidente de MoDem, François Bayrou, el presidente del partido Horizontes, Édouard Philippe y el presidente del grupo parlamentario de Los Republicanos, Laurent Wauquiez.
Sin LFI ni la extrema derecha
No hubo en la reunión representantes de la extrema derecha, excluidos de esta ronda de negociaciones, ni de Francia Insumisa, que no fue invitado después de que sus dirigentes declinaran esta semana formar parte de las conversaciones. “No puede haber ninguna discusión con el jefe del Estado que no sea el nombramiento de un gobierno del Nuevo Frente Popular (NFP)”, afirmó entonces su coordinador, Manuel Bompard.
La presencia del resto de líderes de la coalición progresista y la ausencia de LFI ilustra las diferencias de posición, cada vez más profundas en el NFP. Socialistas, ecologistas y comunistas han cambiado el discurso respecto al pasado verano, cuando los cuatro partidos cerraron filas con el programa y la candidata común, Lucie Castets.
Pacto de “no censura”
Según el diario Le Parisien, el presidente afirmó en esta reunión su voluntad de no disolver de nuevo la Asamblea Nacional en lo que le queda de mandato, que finaliza en 2027. Un deseo y no un compromiso, aclaró el Elíseo poco más tarde. Al alejar la posibilidad de elecciones legislativas (una cita en las que las alianzas entre partidos son particularmente importantes), Macron espera dar un argumento adicional a socialistas, comunistas y ecologistas para que rompan con LFI y acepten negociar con el nuevo jefe de Gobierno.
A la salida del encuentro, los líderes de los diferentes partidos explicaron que Emmanuel Macron evocó tres opciones posibles para asegurar la estabilidad del nuevo jefe de Gobierno: un “pacto de gobierno” similar al que firmó el conservador Barnier con los centristas, al que se añadirían nuevos partidos dispuestos a participar en el Ejecutivo; un “pacto legislativo” para sacar adelante los presupuestos y, tal vez, una selección de proyectos de ley de consenso con el apoyo de varios partidos, aunque sin participación en el Gobierno; y, por último, un “pacto de no censura”, es decir un acuerdo de mínimos con formaciones que estarán en la oposición pero que se comprometen a no hacer caer al nuevo Ejecutivo.
La mayoría de líderes presentes parecen haber descartado las dos primeras y privilegiar la opción de la “no censura”. “Después de esta reunión no se hablará más de un posible contrato de gobierno con personas con las que no compartimos los mismos valores”, resumió el líder de los conservadores, Laurent Wauquiez, a su salida del Palacio del Elíseo.
Esa opción del acuerdo “de no censura” supondría un pacto de equilibrio con concesiones mutuas entre los poderes ejecutivo y legislativo: el Gobierno renunciaría a utilizar el artículo 49.3 de la Constitución, que permite aprobar ciertos textos presupuestarios sin pasar por una votación en la Asamblea, a cambio, una mayoría de diputados se comprometería a no votar de nuevo una censura. No obstante, en el estado actual de la política francesa y dado el deterioro de la situación de las finanzas públicas, la elaboración de unos presupuestos que cuenten con el visto bueno de partidos políticos de ideologías muy diferentes se antoja extremadamente difícil.
Mientras tanto, el miércoles por la mañana se presentó en el Consejo de Ministros (con el Gobierno en funciones) el proyecto de ley especial para “garantizar la continuidad de la vida nacional”, un texto legislativo encaminado a asegurar el funcionamiento del Estado a la espera de que el nuevo Ejecutivo pueda presentar ante la Asamblea unos nuevos presupuestos. Esta ley especial debe ser examinada el lunes 16 de diciembre en la Asamblea Nacional y posteriormente el 18 de diciembre en el Senado.
Otros nombres
A lo largo del día circularon varios posibles candidatos en los medios de comunicación. El nombre del ex socialista Bernard Cazeneuve, ya mencionado insistentemente este verano, volvió a situarse entre los favoritos a lo largo del jueves. También se barajó el nombre de Roland Lescure, miembro del partido de Macron desde 2017, procedente del Partido Socialista.
Otro de los posibles candidatos evocados por la prensa francesa, el exministro de Asuntos Exteriores Jean-Yves Le Drian confirmó el viernes al semanario bretón Le Penthièvre que había rechazado el puesto. “Me lo ofrecieron. Pero lo rechacé. Dentro de dos años y medio, tendré 80 años, no sería serio”, explicó.