El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca a partir de enero va a suponer una nueva vuelta de tuerca a la pelea comercial global, sobre todo porque una de las primeras medidas que ha anunciado , lo que va a golpear, sobre todo, a la industria automovilística. Trump aspira a revitalizar la producción local, pero, en realidad, puede llevarse por delante una parte sustancial de la rentabilidad de los grandes fabricantes de coches estadounidenses y, también, europeos. Compañías que tampoco viven su mejor momento, mientras que la .