«Consigue un sabor agradable en tu zona íntima»: tu coño no es el problema a pesar de los anuncios

Hemos aprendido a avergonzarnos del olor de nuestras vulvas y desde hace un tiempo la industria cosmética explota ese malestar aun cuando los productos que vende para los genitales sean incluso contraproducentes, según las expertas

Complejo por tener “labios grandes” u oscuros: la presión estética (y el mercado) también llega a las vulvas

“Sé la única comida que quiera devorar estas Navidades”. Un melocotón abierto por la mitad y chorreando miel acompaña esta frase tan sugerente. Y por si te quedaba lugar a dudas, una frase completa el anuncio: “Consigue olor dulce, sabor agradable y suavidad en tu zona íntima a base de ingredientes naturales”. Es decir, ese melocotón es un coño, y esa publicación de Instagram, un recuerdo contemporáneo de un estereotipo antiguo y misógino: las vulvas huelen y saben mal. No es un anuncio aislado ni un producto único, sino parte de una industria cosmética que explota las inseguridades y los malestares, especialmente los de las mujeres, y que desde hace un tiempo ha invadido también vulvas, vaginas y anos. Hacer caja, aunque sea a costa de que te sientas mal con tu coño.

Ese malestar no es nuevo. “Hemos aprendido a avergonzarnos del olor de nuestras vulvas, a sentirnos mal con ello. Hemos interiorizado que el flujo vaginal es algo sucio y el olor es algo que debemos esconder. Y eso es un problema no solo para nosotras mismas sino que genera inseguridad a la hora de tener relaciones. Sentir inseguridad y malestar con el cuerpo, el olor, el flujo… impide tener un sexo despreocupado y centrado en el placer”, resume la matrona y experta en atención sexológica de mujeres con problemas ginecológicos Laura Cámara. Lo que es más reciente es el negocio: “Claro está que donde hay una inseguridad de las mujeres, hay alguien queriendo hacer dinero. Vender que tu coño va a oler bien y que así va a ser más deseable… es vender desde el dolor”, remata la también autora de los libros Desearte y Sexopausia (editorial Vergara).

La sexóloga Arola Poch subraya que los productos que prometen hacer que la vulva huela y sepa “mejor” están basados en un “prejuicio”. “Lo que hay que hacer es entender de una vez por todas que los genitales no tienen ni mal olor ni mal sabor, es un mito que se lleva arrastrando muchísimo tiempo y que ya es hora que dejemos atrás. Y eso es así tanto para los genitales femeninos como masculinos, pero cuando se trata de olor o sabor siempre se habla de los nuestros”. Y ese mito, lejos de ser neutro, va en contra de nuestro disfrute. Y de la propia noción de sexo: “El sexo no es aséptico, el sexo huele, tiene sabor, es sonido, son estímulos visuales, es tacto y todos los estímulos y sentidos son los que hacen que disfrutemos. Ese olor y ese sabor es también para mucha gente un factor de excitación importante”, explica Poch.

Todo, eso sí, partiendo de una higiene habitual. Por más productos y anuncios que nos prometan “frescor”, “olor dulce”, “suavidad”, “prepararte para una cita spicy [picante]” o “volverle loco” (en masculino, siempre), el olor y sabor de los genitales “es natural, algo normal del cuerpo” que, con una higiene diaria, no necesita de productos ni rituales extra, destaca Poch. Laura Cámara prosigue: “El olor de la vulva y la vagina es personal. Cada cual tendrá un olor corporal, como pasa con el sudor o el cuero cabelludo y, más allá de una higiene diaria, no debe suponer ningún problema”. Es más, el uso de desodorantes o productos con perfume puede ser contraproducente. Por un lado, porque causan irritación “y no benefician ni a la piel ni a la mucosa”.

Por otra, porque pueden enmascarar una infección, por ejemplo, una vaginosis bacteriana. Es decir, el mal olor existe y, salvo falta de higiene, sirve de alerta para saber que algo va mal. “Desde un punto de la salud, camuflar olores es incluso perjudicial. Un mal olor o un olor más fuerte es señal de que hay que revisarse y conviene pedir una cita médica”, dice Laura Cámara. Y un producto cosmético no soluciona un problema médico.

Usamos cremas para la cara, para el cuerpo, el cuello, las manos, los pies. Sérums. Antiojeras. Antibolsas. Antiarrugas. Anticelulíticos. Reafirmantes. Antiestrías. Cuando repasas mentalmente la lista de productos diferentes que llegan a colarse en nuestros neceseres comprendes por qué es tan difícil para una mujer estar mínimamente a gusto en su cuerpo.

Pero en el caso de las vulvas y vaginas, los cosméticos que prometen “hidratación” tienen un doble filo. “Tienen un punto más retorcido que la propia hidratación; una cosa es tratar un problema de sequedad de piel y mucosas, que puede aparecer en un momento dado por la toma de anticonceptivos, por un posparto, por la menopausia… y puede servir para mantener el confort genital. Y otra cosa es que ahora parezca que todas nos tenemos que hidratar el coño y no es así”, afirma la matrona. Es decir, si no tienes molestias, no necesitas hidratación. Si las tienes, es mejor consultar con una profesional antes de optar por cualquier producto sin saber qué necesitas exactamente.

Hemos pasado de normalizar el dolor y las molestias genitales a crear necesidades… y acentuar complejos. “Está muy bien que conozcamos y respetemos nuestro olor corporal, que si notamos un olor diferente nos llame la atención y consultemos, o que sepamos que hay productos para hidratar si hay molestias o problemas, de ahí a crear una inseguridad y una fuente de malestar…”, concluye Laura Cámara. Porque los coños no huelen a rosas ni tienen por qué hacerlo. Huelen a coño y así está bien.

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