Qué ocurre cuando se pierde la confianza en la democracia

‘Política para supervivientes’ es una carta semanal de Iñigo Sáenz de Ugarte exclusiva para socios y socias de elDiario.es con historias sobre política nacional. Si tú también lo quieres leer y recibir cada domingo en tu buzón, hazte socio, hazte socia de elDiario.es

Había tantas elecciones previstas en el mundo en 2024 que hace doce meses se dijo que era el año de la democracia, el momento en que se dilucidaría el destino no ya de esos países, sino del futuro de la democracia representativa. Aquella que, con todos sus defectos, permite elegir cada cuatro años a un Gobierno en las urnas. El Financial Times ha hecho un recuento y el resultado arroja un resultado pesimista. El partido en el poder perdió votos en las doce que se celebraron en países occidentales. Es algo que no había ocurrido en más de un siglo. El fenómeno se produjo incluso en estados con un Gobierno de perfil autoritario, como India y Turquía. Habría que ver quién se ha beneficiado de esta tendencia.

Lo que el FT llama partidos “centristas” –por tales entiende conservadores, socialdemócratas y liberales– vieron reducido su apoyo en la mayoría de los países, siendo beneficiadas formaciones más radicales, sobre todo en la extrema derecha. Hay que puntualizar que en casi todos ellos se vivió una época de alta inflación, que es un factor que suele ser lesivo para los que están en el poder. Con razón o sin ella, la opinión pública tiende a creer que cuando los precios se descontrolan tiene que ser culpa del Gobierno. Algo habrá hecho mal.

El temor a la inmigración, azuzado por la extrema derecha, fue otro elemento relevante que benefició a esos partidos en Francia, Reino Unido, Austria y Portugal. En los años anteriores, había tenido el mismo efecto en Italia, Holanda y Suecia. Incluso sin llegar al Gobierno, los ultras han aumentado su influencia en la derecha, como se ha visto en Francia, Holanda y Portugal. En este último país, el Gobierno conservador está siguiendo el mensaje contrario a la inmigración de los ultras de Chega. En España, el Partido Popular se ha negado a firmar un acuerdo que libere a Canarias de la presión por las llegadas por mar de miles de inmigrantes a causa del temor a que Vox se aproveche de ese pacto.

Una consecuencia más interesante del análisis que hace el FT es la comprobación de que esos partidos ultraderechistas se están beneficiando de un incremento de apoyos entre los jóvenes en la última década, con números más altos entre los hombres de menos de 25 años que en las mujeres. Esta diferencia es especialmente acusada en la Unión Europea. En última instancia, los jóvenes están perdiendo la confianza en la democracia como sistema de gobierno. Utilizando los datos de un estudio de la Universidad de Cambridge de 2020, el FT ofrece este gráfico.

El nivel de satisfacción en la democracia ha caído de forma clara en la generación X y la de los ‘millennials’ con respecto a los que llegaron a la edad adulta al final de la Guerra Fría. Eso es cierto en EEUU, Europa occidental y Latinoamérica (en este último caso, ese nivel ha sido históricamente más bajo en todas las generaciones). El estudio citado revela que un factor que favorece ese descontento es el sentimiento de “exclusión económica”, creer que nunca podrán disfrutar de los niveles de prosperidad que tuvieron sus padres y abuelos. Se manifiesta en altos niveles de paro juvenil y el aumento de la desigualdad en un sistema económico que favorece a los que más tienen. Cada año que pasa, el acceso a la vivienda se convierte en un objetivo más inalcanzable, lo que dificulta la emancipación económica, en definitiva, poder ser autosuficiente y, en su caso, formar una familia.

En sus conclusiones, los autores destacan que lo más importante no es analizar el ascenso de partidos radicales, sino descubrir por qué la democracia y el sistema político están fracasando a la hora de cumplir uno de sus objetivos esenciales, el de representar a todos sus ciudadanos y defender sus intereses. Las estructuras políticas y económicas no están afrontando problemas que no son de ahora, como “la desigualdad en el acceso al bienestar, la inseguridad económica y la mala conducta de las élites económicas y sociales”, en otras palabras, sus privilegios. La mayoría de los daños que está sufriendo la democracia liberal son autoinfligidos. 


Jóvenes acuden a las pruebas de la EvAU en Pamplona en 2022.

Una encuesta de septiembre de 2024 en El País ofreció resultados no muy distintos entre los jóvenes y no tan jóvenes. A la pregunta de si creían que “en algunas circunstancias, el autoritarismo puede ser preferible a la democracia”, un 25,9% de los hombres de la generación Z (18-26 años) decían que sí. Entre las mujeres de esa edad, el porcentaje era menor, 18,3%. Entre los ‘millennials’ (27-42 años) los porcentajes eran 22,9% y 12,7%. Los números eran mucho más bajos entre los mayores de esa edad (generación X y ‘baby boomers’).

Más allá de las diferencias generacionales, aumenta el pesimismo sobre el funcionamiento de la democracia en España. Un 68,5% dice que se está deteriorando, un porcentaje que es altísimo entre los votantes de derecha y extrema derecha. La adscripción política es esencial en estos casos. Si gobernara la derecha, esos votantes no estarían tan enfadados. Es lo que ha pasado en EEUU, donde los republicanos han cambiado de opinión sobre la situación económica desde la victoria de Trump en noviembre. Ahora son muy optimistas sobre el futuro (y eso que Trump no tomará posesión del cargo hasta el 20 de enero), mientras que los demócratas han hecho el camino opuesto. 

Hay cuestiones que van más allá de las preferencias políticas. El ejemplo obvio es el de la vivienda. Si está fuera del alcance de la mayoría de los jóvenes, no se les puede pedir que tengan confianza en el futuro del país. Ni pueden estar contentos con la forma en que el sistema político resuelve sus problemas económicos. Como se vio con la crisis a partir de 2010, la legitimidad de la política sufre un duro golpe en su credibilidad cuando la economía o parte de ella se encuentra en una situación desastrosa. 

Otros asuntos provocan un pesimismo cuya relación con la realidad es discutible. Un 52% de las personas de entre 30 y 44 años no cree que tendrá una pensión pública cuando se jubile, según una encuesta de El Mundo. Es imposible hacer pronósticos económicos a muy largo plazo, pero hay temores que son alimentados por razones políticas. Nos llevan dando la matraca con lo mismo desde los años ochenta.

Hay una parte de ese cabreo generalizado que tiene que ver con circunstancias políticas de cada país. Ya sabemos que en España la oposición ha decidido que la izquierda es una amenaza para la democracia y eso ha calado entre sus seguidores. El presidente de la Conferencia Episcopal, Luis Argüello, compró enterito el discurso de la extrema derecha y anunció en noviembre que hay líderes con el deseo de reunir “poderes fuertes o semidictatoriales” y hasta que en España existe “una supresión de facto de la separación de poderes”. Claro que sí, monseñor, por eso el Gobierno es incapaz de aprobar unos presupuestos en el Congreso, porque puede hacer lo que quiera. 

Algunas encuestas indican que los españoles no están tan polarizados en su vida cotidiana como lo está el sistema político. Quizá todo eso forme parte de lo que llaman la burbuja de la M30. Citemos aquí al presidente de Andalucía. “De lo que más orgulloso de siento es de que en Andalucía no ha llegado con las virulencias, las formas que se ven en otros espacios, especialmente en Madrid, esa confrontación, esos bloques, ese nivel de tensión que se vive allí”, dijo hace unos días Juanma Moreno. 

Eso es cierto en buena parte, pero no hay que olvidar una idea más general. La democracia necesita protección y cuidados, y su futuro se hará más oscuro si no soluciona los problemas de la gente. O al menos lo intenta.

Un peligro llamado Elon Musk


Elon Musk presencia un combate de artes marciales mixtas en noviembre.

Una amenaza se cierne sobre Europa y se llama Elon Musk. Es lo que piensan en Alemania y Reino Unido después de que el dueño de Twitter y Tesla se haya lanzado a una campaña en favor de la extrema derecha, es decir AfD y Reform UK. Su repertorio incluye una buena dosis de mentiras e ignorancia. Entre ellas, afirmar que el programa de AfD es idéntico al del Partido Demócrata en la época de Obama, una idiotez tan grande como su ego. En Alemania celebran elecciones en febrero y ya temen qué hará Musk, que viene de haber financiado la campaña de Trump con 250 millones de dólares, algo que dijo que no iba a hacer, lo que le ha permitido influir poderosamente en las primeras decisiones del presidente electo.

En relación a Reino Unido, insulta de forma habitual al primer ministro, Keir Starmer, desde su cuenta de Twitter y ha llegado a decir que es un “Estado policial”. Ha exigido la liberación de Tommy Robinson, líder de la extrema derecha británica más radical. Está en prisión con una pena de 18 meses por desacato a un tribunal al negarse a dejar de publicar mentiras sobre un refugiado sirio menor de edad que fue víctima de acoso escolar. En Reino Unido vas a la cárcel si desobedeces una orden judicial de este tipo. Musk denuncia que Robinson sufre confinamiento solitario. Fue él mismo quien pidió ser aislado de otros presos por miedo a su seguridad.

¿Cuál puede ser la influencia de Musk en ese país? No demasiada, según un sondeo de noviembre de YouGov. Un 64% de los encuestados tiene una opinión negativa de él. ¿Cuál es el porcentaje entre los usuarios británicos de Twitter? Un 67%. Quizá los que usan esa red social cada día tengan una opinión diferente. Pues no. Cae mal a un 61%. 

Aun así, sería arriesgado desdeñar la influencia de un empresario que cuenta con un altavoz con su cuenta de Twitter con 210 millones de seguidores en todo el mundo y que además es el nuevo mejor amigo de Donald Trump. Un payaso reaccionario siempre es peligroso.

La foto


Donald Trump y Elon Musk en la misma imagen.

Es la imagen del Cybertruck –fabricado por Tesla, la empresa de Elon Musk, una mezcla horrenda de pickup, todoterreno y nave espacial–, que estalló hace unos días ante un hotel de la cadena Trump en Las Vegas. Murió su ocupante, un sargento del Ejército que lo había llenado de morteros de pirotecnia y bidones de gasolina. El FBI ha informado de que el militar se pegó un tiro momentos antes de la explosión. La imagen es también una metáfora de lo que se le viene encima a EEUU en unas semanas al colocar en el mismo fotograma a dos productos de Trump y Musk. Como ejemplo, esta viñeta.

Libros


Buscando lecturas en una librería de Madrid.

Se dijo que la venta y lectura de libros aumentaron durante la pandemia, pero en realidad la tendencia venía de atrás y ha seguido en esa línea. La venta de libros en papel ha aumentado en España un 30% en la última década. Si leemos todo lo que compramos, eso ya es otro asunto. Las compañeras de la sección de cultura de eldiario.es han elaborado una lista con los libros más esperados de 2025. Casi imposible no encontrar algo que te guste. Puestos a poner deberes, en Vertele nos cuentan que en enero se estrena la escalofriante cifra de sesenta nuevas series televisivas o que estrenan temporada. Como es imposible verlas todos, destacan las diez más interesantes. 

Una lectura reciente que recomiendo es ‘La lealtad de los caníbales’, del escritor peruano Diego Trelles Paz, que publicó Anagrama en 2024. Con una estructura coral que recuerda a ‘La colmena’, la novela utiliza la historia de varios personajes, la mayoría de ellos relacionados con un bar como trabajadores y clientes, para trazar un retrato desolador de la vida en Lima y de la violencia que ha herido al país en las últimas décadas.

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