Lo ocurrido en Gerena, donde un joven de 17 años ha sido asesinado por otro de su instituto, no es tan diferente a lo del hombre que mata al ladrón que entra en su casa: ha actuado contra quien se acerca a aquello que considera de su propiedad: su novia
Lo ocurrido en Gerena, donde un joven de 17 años ha sido asesinado por otro joven de su instituto, no es tan diferente a lo del hombre que mata al ladrón que entra en su casa, o a lo de aquel otro que agrede a quien toca algo que es suyo. Al final el asesino de Aarón en Gerena, como los otros, ha actuado contra quien se acerca a aquello que considera de su propiedad, da igual que sea algo material o una persona, como ha ocurrido en este caso con su novia, porque al final también la cosifica y se convierte en propiedad. Una idea esa de defender lo propio tan arraigada en la masculinidad, que siempre encuentra a otros hombres para que lo acompañen en la consecución de su objetivo.
El machismo es posesión y ejemplaridad. Posesión construida sobre la idea de que cualquier hombre por poco que tenga, aunque sea el hombre más pobre del planeta, al menos posee a la mujer que lo acompaña. Y ejemplaridad para que el modelo androcéntrico, es decir, el machismo, se mantenga bajo esas mismas referencias y así poder mantener los privilegios masculinos, entre ellos poseer a la mujer con la que se mantiene una relación de pareja.
Esa es la motivación que actúa en la violencia contra las mujeres para conseguir su control y sumisión, y la que lleva hasta el homicidio de la mujer que rompe ese control con la separación. Pero también la que se utiliza contra aquellas otras personas que el agresor interpreta que pueden influir sobre su mujer para que esta cuestione el tipo de relación que ha impuesto, o como ejemplo de todo lo que la “quiere” y “protege” frente a quienes puedan “atacarla”.
Todo forma parte del ejemplo que tiene que dar como “hombre-macho” para facilitar que su mujer acepte ese “control y protección” en nombre del amor romántico, y como hombre comprometido con los valores que definen esa masculinidad. Por eso no actúan solos y con frecuencia hay otros hombres que los acompañan en sus decisiones, lo hemos visto en el homicidio de Aarón en Gerena, y lo vimos en el asesinato de Samuel Luiz en A Coruña: hombres que acompañan a otro hombre que decide aleccionar al hombre que atenta contra lo que considera propio, bien sea la posesión ideológica de su identidad androcéntrica, o bien la posesión material en la que convierten a su mujer.
Son crímenes morales dirigidos a defender su imagen y posición ante los demás, el precio no les importa, lo importante es que todo el mundo vea lo hombres que son.
Lo terrible del homicidio de Aarón es que refleja cómo los valores de la cultura androcéntrica siguen presentes en la juventud de la sociedad del siglo XXI, y el fracaso de una democracia incapaz de entender que no puede haber cambio social sin cambio individual, y que este solo se puede alcanzar transformando las identidades impuestas por el machismo.
El arraigo cultural que define esa masculinidad es tan fuerte que, según el Barómetro del Centro Reina Sofía de 2021, un 41,8% de los jóvenes de 15 a 21 años afirma que “un chico debe proteger a su chica”, un 27,9% dice que “los celos son amor”, y todo ello lleva a que un 18,1% pase a la acción y manifieste que “es normal mirar el móvil de tu pareja si piensas que te está engañando”, pues puestos a proteger de quien primero tiene que proteger a su pareja es de ella misma, de ahí la necesidad de controlarla en todos los sentidos.
Y la situación no pinta bien cuando al comparar los barómetros de 2019 y 2021 vemos que la idea de que el chico debe proteger a su chica ha subido 2,5 puntos, la de los celos como expresión de amor 3,8 puntos, y la justificación para mirar el móvil de la chica 2,1 puntos. Es decir, estamos mal y vamos a peor.
El mandato principal que el machismo impone a los hombres con relación a sus parejas es el de “protección a cambio de sumisión”, pero con la trampa de dejar en manos del hombre lo que debe ser entendido por “protección” y lo que es la “sumisión”. La violencia contra la persona que atente contra la protección, como ha ocurrido en Gerena, o contra la sumisión, como vimos en el asesinato de una chica de 15 años en Orihuela el pasado mes de noviembre, es la consecuencia de ese mandato machista. No lo olvidemos.