Otras democracias occidentales celebraron antes que España la caída de sus dictaduras con el mismo hito cronológico usado por el Gobierno de Sánchez, la presencia de sus jefes de Estado y de todas las fuerzas políticas y sin atisbo de confrontación política
Sánchez evita mencionar a la Monarquía (y a Franco) en el primer acto de conmemoración de los 50 años del fin de la dictadura
Cuando la memoria pretende olvidar, se moldea o se adapta a la coyuntura, condenar una dictadura se convierte en un problema, recordar es un embrollo y acordar, un imposible. Nada como el 50 aniversario de la muerte de Francisco Franco para que asomen de nuevo esas dos Españas. La que bosteza con el recuerdo de un país en libertad y la que quiere celebrarlo. Porque merece la pena evocar la gran transformación económica, social, cultural y política que ha vivido el país. Porque hay que homenajear a todas aquellas personas, colectivos e instituciones que lo hicieron posible, Y porque, hoy más que nunca con los fantasmas que nos acechan, es necesario transmitir a nuestros jóvenes la importancia de vivir en democracia. Eso es lo que se ha propuesto el Gobierno de Pedro Sánchez con los actos que se celebrarán durante todo 2025 bajo el lema “España en libertad. 50 años”. Y eso es lo que ha despertado la ira de las derechas y de quienes prefieren extender un manto de silencio sobre la figura de quien llevó al país a una cruenta guerra civil y le sometió a una atroz dictadura durante 40 años.
La Moncloa no pretende arrogarse ni originalidad ni primicia alguna con la iniciativa. De hecho, no puede porque siendo la de España la última dictadura occidental en caer durante el siglo XX, otras democracias ya conmemoraron antes su propia efeméride. Y todas con el mismo hito cronológico que el Gobierno de España. ¿Qué por qué en 2025? Porque este año se cumple el medio siglo del inicio de la Transición española. Y porque, para la Secretaría de Estado de Memoria democrática que es quien ha diseñado en estrecha colaboración con más de medio centenar de expertos y numerosas entidades de la sociedad civil los actos programados, “es evidente que la muerte de Francisco Franco, el 20 de noviembre de 1975, no supuso la transformación inmediata del régimen político en España, pero sí que la mayoría de historiadores coinciden en que esa fecha marcó el final simbólico de la dictadura y el arranque de un largo proceso social e institucional que desembocó en el regreso de la democracia”.
Está detallado así en la página web “España en libertad”, donde se defiende como referencia esta fecha para la conmemoración y se recuerda que ha sido la práctica habitual en los países de nuestro entorno que han celebrado sus aniversarios democráticos. El hito cronológico en todos ellos fue la fecha del fin del régimen autoritario previo y el inicio del proceso democratizador, nunca la celebración de elecciones o la aprobación de los nuevos marcos constitucionales, como reclama el PP.
Un repaso a cómo y cuándo se conmemoró por ejemplo en Italia, Alemania, Francia o Portugal el tránsito de la dictadura a la democracia resta argumentos a quienes han puesto el grito en el cielo por lo que entienden es una iniciativa “partidista y oportunista del gobierno para ocultar sus escándalos”. Lo ha hecho Alberto Núñez Feijóo, asumiendo como propia la línea marcada por Ayuso que fue la primera dirigente del PP en fijar posición; lo ha hecho por supuesto Vox que reivindica el franquismo como una “etapa de prosperidad y estabilidad” y lo ha hecho de algún modo Felipe VI al declinar por “razones de agenda” la invitación al primer acto celebrado el pasado martes en el Auditorio del Museo Reina Sofía en el que se presentó la iniciativa.
El rey asumió en consecuencia una posición política muy alejada del papel que le otorga la Constitución, si bien con posterioridad Casa Real ha plegado velas y hecho saber que le parece una buena iniciativa y que el jefe del Estado estará en una visita institucional a los antiguos campos de concentración de Auschwitz (en este mismo enero) y Mathausen (en mayo) y que también presidirá otro acto, que se celebrará en España el próximo noviembre. Para conmemorar el importante papel que jugó la monarquía durante la Transición. El Gobierno entiende que le corresponde a Casa Real determinar quién representará a la institución monárquica en ese acto, además de Felipe VI, y si debe estar en él o no Juan Carlos I. Pero ese asunto, seguro, dará para más entregas.
Ayuso marca la línea del PP
Hasta entonces, basta con rescatar la prensa europea para comprobar que en otras democracias conmemoraciones homólogas a la española lejos de ser motivo de confrontación política contaron todas ellas con la participación de sus respectivos jefes de Estado y todas las fuerzas políticas. Cada una a su manera, sí, pero con unas mismas señas: la condena explícita a las dictaduras, participación unánime de las instituciones democráticas y la puesta en valor de la democracia.
Italia celebró el 50 aniversario de la democracia italiana en 1995, tomando como fecha de referencia la liberación del fascismo en 1945, y no las primeras elecciones generales de 1946 o el establecimiento de la Constitución de la República Italiana en 1947. En los festejos participaron el Jefe del Estado, el presidente de la República Francesco Cossiga, y el entonces presidente del Gobierno, Óscar Luigi Scalfaro. Pero eso fue, sí, hace 30 años porque en los últimos la efeméride tampoco ha estado exenta de debate porque la fiesta nunca fue del gusto de la derecha italiana. De hecho, Silvio Berlusconi, líder de Forza Italia, estuvo durante años ausente de la celebración institucional cuando era primer ministro, aunque en 2009 zanjó la cuestión acudiendo a un encuentro de partisanos en Onna (Abruzos). Hoy, el gobierno de Giorgia Meloni, líder de Hermanos de Italia, un partido surgido de los rescoldos del posfascismo, ha vuelto a enfangarse en el debate.
Alemania, por su parte, celebró en 2019 los 30 años de la reunificación alemana tomando como referencia la Caída del Muro de Berlín (noviembre de 1989) y no la celebración de las primeras elecciones federales (1990). Lo hizo bajo el lema “Nuestra historia hace nuestro futuro” con un extenso programa que incluyó ceremonias oficiales, exposiciones y conciertos. Los actos estuvieron encabezados por el Jefe del Estado, el presidente federal Frank Walter Steinmeir y la canciller Angela Merkel.
“Los valores fundadores de Europa (…) deben ser siempre defendidos. En el futuro hay que comprometerse con la democracia, la libertad, los derechos humanos y la tolerancia”, dijo entonces Merkel en la Capilla de la Reconciliación, uno de los lugares históricos y emblemáticos de Berlín que representa la división que vivió la ciudad tras la edificación del Muro.
“El Muro de Berlín pertenece a la historia y nos enseña que ningún muro que deja fuera a la gente y restringe la libertad es tan alto o tan largo que no pueda franquearse”, agregó antes de depositar una rosa en el lugar donde se alzó el Muro, acompañada por los presidentes de Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia, países que se prepararon durante mucho tiempo para la caída del Muro. En total, hubo cerca de 200 eventos conmemorativos y bajo el lema “7 días, 7 lugares” se celebraron conferencias, exposiciones y charlas con los protagonistas de la época. La histórica Puerta de Brandeburgo de Berlín fue el escenario de una instalación de arte con alrededor de 30.000 cintas, que mostraban los deseos, esperanzas y recuerdos de las personas, suspendidas en el aire para formar una “nube de libertad” de 150 metros de largo.
Nuestra vecina Portugal hizo lo propio en 2024 para conmemorar los 50 años de la revolución de los claveles de 1974, que marcó el inicio el proceso de democratización que culminó en las elecciones libres de 1975 y la Constitución de 1976. Las celebraciones se extendieron durante todo el año e incluyeron conferencias, actividades educativas, conciertos y eventos culturales que resaltaron la importancia de la libertad, el pluralismo y la democracia. También participaron el Jefe del Estado, Marcelo Rebelo de Sousa, y el Primer Ministro Luís Montenegro. Lo hizo, con el país volcado en la conmemoración del fin de la represión que duró cerca de medio siglo, y con Chega, un partido de ideas reaccionarias, en pleno auge después de alcanzar un 18% de los votos en las últimas elecciones.
En Grecia, el 50 aniversario de la Metapolitefsi, el periodo de restauración democrática iniciado en 1974 con la caída de la dictadura militar, se celebró también en 2024 y, bajo el título “Los logros y limitaciones de la tercera república helénica”, participaron en los actos tanto la Jefa del Estado, la presidenta Katerina Sakellaropoulou, como el Primer Ministro Kyriakos Mitsotakis. “En este día de celebración de los 50 años desde la restauración de la democracia, quería estar en el Parlamento, el sitio que la dictadura profanó durante siete años”, dijo el conservador Mitsotakis al tiempo que recordó cómo el país se encontraba “asfixiado” por la dictadura, con miles de presos políticos en las cárceles y exiliados en el extranjero, mientras los coroneles violaban de forma sistemática derechos y libertades.
En 2024 también Francia celebró el 80 aniversario del final de la ocupación nazi con conciertos, exposiciones y desfiles. Participaron tanto el Jefe del Estado, el presidente Emmanuel Macron, como el primer ministro, Gabriel Attal. Y las celebraciones se hicieron en agosto, conmemorando la liberación de París, no las primeras elecciones legislativas (octubre) o el establecimiento de la nueva República (1946). El país quiso además rendir homenaje a los españoles que tuvieron una contribución decisiva en liberar París de la ocupación hace 80 años, en una ceremonia nacional que evocó el espíritu de la ciudad tras cuatro años bajo el yugo nazi. Se buscó en todo momento resaltar la unidad nacional ante el ocupante, pero sin dejar de denunciar la colaboración de la extrema derecha francesa con los nazis ni el papel cómplice del régimen de Vichy con la detención y envío a campos de concentración de los judíos franceses.
España no parece, por tanto, diferente ni Sánchez muy distinto a sus homólogos de las otras democracias occidentales que, con similares iniciativas y sin atisbo de polarización entre las fuerzas políticas, quisieron conmemorar el fin de sus dictaduras. Ni la fecha elegida puede ser una excusa de las derechas, ni los desmarques anunciados se justifican porque haya mácula alguna de partidismo. Los actos se llevan programando desde hace dos años, como puede acreditar la secretaría de Estado para la Memoria Democrática y la programación sigue abierta a la incorporación de propuestas y proyectos durante todo el año 2025.
Que la muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1975, no supuso la transformación inmediata del régimen político en España es una obviedad, pero también que la mayoría de historiadores coinciden en que la fecha marcó sin duda alguna el final simbólico de la dictadura y el arranque de un largo proceso social e institucional que desembocó en el regreso de la democracia. “Por eso el año 1975 suele ser considerado el inicio de la Transición y por eso es tomado ahora como referencia para la conmemoración”, defienden los responsables de la programación.
Que el PP se haya borrado de todo esto no responde más que a un permanente equilibrismo con el que taponar la fuga de votos hacia Vox. O a que a algunos de sus dirigentes les sigue incomodando hablar del franquismo. O a que han comprado el disparatado relato de una Ayuso que acusa a Sánchez de querer llevar con esta iniciativa “la violencia a las calles”. En lo que respecta a la Casa Real, el Gobierno intenta no polemizar, pero hasta el diario británico The Times ha afeado la ausencia de Felipe VI en el primer acto por los 50 años de la muerte de Franco. Algo que ha coincidido además en el tiempo con la decisión del jefe del Estado de obviar de su discurso durante la pasada Pascua Militar, el 6 de enero, una alusión a la dictadura de Franco en la que se habla de “una página oscura de nuestra historia común y un tiempo de división de los españoles, hoy felizmente superado”. La frase estaba en el borrador inicial de la intervención que se colgó en la página web de la Casa Real y luego fue retirado y sustituido por el texto definitivo.