El último año sin comicios generales, autonómicos, municipales o europeos fue 2013, en plena mayoría absoluta de Mariano Rajoy
Las guerras cruzadas entre los socios del Gobierno complican la mayoría parlamentaria de Sánchez
Cuatro legislaturas, dos presidentes, una moción de censura, la llegada de Pedro Sánchez, la irrupción de Podemos, Ciudadanos y después de la extrema derecha y dos gobiernos de coalición. Todos esos acontecimientos han sucedido desde 2013, el último año en el que no hubo convocatorias electorales de ningún tipo. Y sin descartar un adelanto en alguna de las comunidades o incluso un nuevo giro de timón del presidente que convoque unas generales –algo que se niega por activa y por pasiva por parte de Sánchez–, los partidos preparan este 2025 como un escenario desconocido y calientan sus maquinarias para el próximo ciclo, que comenzará con las andaluzas de 2026.
En 2013 Mariano Rajoy gobernaba con una amplísima mayoría absoluta de 189 diputados. España sufría todavía los efectos de la crisis económica y el clima social ponía las condiciones para el nacimiento de un partido, Podemos, que fue el inicio del fin del bipartidismo que ha marcado más de una década de repeticiones electorales, adelantos inesperados y la primera moción de censura exitosa de la democracia: la de Sánchez de 2018.
Aunque los últimos años han constatado un fuerte declive de la izquierda alternativa y una recuperación de los dos grandes partidos, el Gobierno de coalición carece de estabilidad en el Congreso de los Diputados. Esa fragilidad invita a pensar, a medida que crecen las dificultades para sacar leyes adelante, en un nuevo adelanto electoral que de momento Sánchez descarta: tanto el PSOE como Sumar están decididos a culminar la legislatura, aunque para eso necesitan sacar adelante sus primeros Presupuestos Generales del Estado.
La segunda vía que podría romper ese hito de un 2025 sin elecciones es la de las comunidades autónomas. En las últimas semanas, han surgido algunos rumores que hablan de una posible convocatoria anticipada en Castila y León y Balears, ambas con gobiernos del PP que han quedado debilitados después de que Vox decidiese en verano salir de todos los ejecutivos de coalición tras el pacto que alcanzó Alberto Núñez Feijóo para el reparto puntual de migrantes desde Canarias, Ceuta y Melilla a otros territorios del país.
Vox amenaza además con no apoyar los presupuestos de los gobiernos del PP después de que el principal partido de la oposición mantuviese una reunión con Moncloa para negociar un reparto estable de migrantes, que acabó de forma infructuosa por el bloqueo total del partido de Feijóo.
En Castilla y León Vox ya ha asegurado que se ve “preparado” para un escenario de adelanto que el presidente autonómico, Alfonso Fernández Mañueco, rechaza. Pero no sería la primera vez que Mañueco intenta una maniobra en busca de una mayoría absoluta. En 2022, cuando gobernaba en coalición con Ciudadanos, ya convocó elecciones de manera anticipada. Entonces la jugada le salió mal y lo que consiguió fue sustituir a los autodenominados “liberales” por los de Abascal. Fue tras esos comicios la primera vez que la extrema derecha accedió a un gobierno autonómico desde la vuelta de la democracia.
Si el primer gobierno de coalición trajo estabilidad por primera vez desde las elecciones de 2016, desde 2020 tanto el PSOE como Unidas Podemos tuvieron que introducir en sus análisis al menos una elección por año. En 2020 se celebraron los comicios gallegos y vascos. Un año más tarde se produjeron los adelantos en Catalunya y la Comunidad de Madrid. En 2022 hubo elecciones en Castilla y León y se celebraron las andaluzas que dieron la mayoría absoluta a Juan Manuel Moreno Bonilla. En 2023 hubo autonómicas y las generales que Sánchez adelantó unos meses. Y el año pasado, ya con Sumar en el nuevo Gobierno de coalición, se celebraron gallegas, vascas, europeas y las catalanas que Pere Aragonès anticipó y que dieron la victoria al socialista Salvador Illa.
El Gobierno se prepara este año ante un escenario incierto en el que sus negociaciones parlamentarias no están condicionadas a lo que pueda ocurrir en alguno de los territorios de España. El año pasado Sánchez decidió postergar la negociación de Presupuestos tras el adelanto en Catalunya al entender que en un contexto electoral en aquel territorio le sería imposible poner de acuerdo a tiempo a Junts y ERC.
2024 estuvo marcado también por las contiendas electorales cruzadas de algunos de los principales socios del Gobierno, como EH Bildu y PNV, con quien el PSOE mantiene también un acuerdo para gobernar en Euskadi que fue revalidado en las elecciones vascas que dieron por primera vez la victoria a la izquierda independentista, pese a que no pudo gobernar. Otro conflicto es el choque entre Sumar y Podemos, que después de romper a nivel estatal compitieron en Galicia, Euskadi y también en las europeas de junio.
Después de ese ciclo muchas miradas estaban puestas en los congresos que los dos partidos independentistas celebraban a finales de 2024 para reorientar el rumbo de cara a los próximos años. Carles Puigdemont salió reforzado de la cita de su partido y Oriol Junqueras venció hace apenas unas semanas en una disputada contienda.
Pero no solo los independentistas catalanes han hecho procesos para preparar el nuevo ciclo electoral. El propio PSOE celebró en noviembre un Congreso Federal con el que Sánchez activó además procesos orgánicos en sus territorios, con la mirada puesta en las siguientes elecciones autonómicas, y especialmente en aquellas más sensibles para el partido.
Una de ellas es Andalucía, que puede ser además la primera en celebrar elecciones. Las siguientes están programadas para el verano de 2026. De ahí el movimiento del PSOE para colocar a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, como secretaria general del partido en esa región, con la idea de que sea ella quien compita con Juan Manuel Moreno Bonilla para tratar de arrebatarle el gobierno y mandar un mensaje para las generales en el territorio que más escaños aporta al Congreso, 61, y que hasta la llegada del actual presidente había sido el principal feudo socialista.
También la izquierda, en continua reorganización, tiene este año procesos congresuales. Sumar celebrará en marzo una asamblea que convertirá a la formación de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, en un partido tradicional, Movimiento Sumar, y ya ha activado también un despliegue territorial para ir generando cuadros en las principales comunidades autónomas. Podemos, por su parte, acaba de renovar liderazgos en varios territorios, entre ellos Andalucía, y en verano está prevista una nueva Asamblea Ciudadana.