El autor de ‘El tiempo del fuego’, finalista del premio Pulitzer 2024, analiza desde su casa a 50 km del epicentro de los incendios cómo este sistema económico adicto a los combustibles fósiles ha creado «la atmósfera más propicia a la combustión de los últimos tres millones de años”: «Solo hace falta una chispa»
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Desde su casa situada a 50 kilómetros del epicentro de los incendios que están arrasando Los Ángeles, el escritor y periodista John Vaillant (63 años), está angustiado por el “trauma existencial” que están sufriendo sus vecinos. Para él, la naturaleza nos vuelve a recordar “que hay demasiado CO2 en la atmósfera”.
Vaillant ha retratado lo que él considera “un nuevo tipo de incendio ante el mundo” tras el devastador fuego que en 2016 arrasó la ciudad canadiense Fort McMurray y que obligó a evacuar a 88.000 personas en una sola tarde. En su libro El tiempo del fuego. Historia de un incendio en un mundo más cálido, finalista del premio Pulitzer 2024 y editado en España por Capitán Swing, el periodista escribe que aquellas llamas eran una advertencia de lo que estaba por venir en un mundo cada vez más caliente e inflamable. “Este no es el planeta Tierra tal y como lo encontramos. Este es un nuevo lugar: un planeta de fuego que hemos creado, con una atmósfera más propicia a la combustión que en cualquier otro momento de los últimos tres millones de años”.
“La catástrofe de Fort McMurray es probablemente un presagio de lo que nos espera”, dice en su libro El tiempo del fuego. ¿Cuál es la sensación al ver lo que está ocurriendo en Los Ángeles?
Es aterrador y terriblemente familiar. Para la gente de Los Ángeles es un shock. Se oye a los bomberos decir: “Nunca había visto algo así”. Hay residentes que repiten: “¿Cómo ha podido pasar esto aquí?”. Estoy en el condado de Orange, al sur, y todo está seco como una cerilla. Todo es increíblemente inflamable. Pensemos en el sur de España, también es súper inflamable. Aquí es lo mismo, y solo se necesita una chispa. Hay miedo y tristeza reales, pero está pasando lo esperable.
Después de la publicación de su libro se han producido decenas de incendios extremos en diferentes partes del mundo. ¿Comprendemos los ciudadanos la magnitud del problema al que nos enfrentamos?
La cantidad de personas que han muerto por estos incendios en los últimos 15 años es completamente diferente a la de los 15 años anteriores. Los fuegos de los años 2000 son otra cosa respecto a los incendios de los años 90. En aquella época había fuegos terribles, pero no tantos. Y cuando se cuenta el número de casas quemadas en los últimos diez años, comprendemos este salto. Hablamos de miles de millones de dólares y miles de vidas completamente trastornadas. Y estos incendios convierten a las personas en refugiados en su propio país. Yo los llamaría refugiados climáticos.
¿Tiene que ver este “planeta de fuego” con un sistema económico adicto a los combustibles fósiles?
Yo quería escribir un artículo para Globe and Mail de Canadá, uno de los principales periódicos de ese país, sobre Suncor, una gran compañía petrolera de Alberta que miente sobre el clima y está destruyendo el medio ambiente. Lo ha estado haciendo durante 50 años. El editor me dijo: “Ya sabes, si publicamos eso, el dueño de Suncor llamará al dueño del periódico, tu artículo nos va a dar muchos problemas”.
El CO2 es la deuda de la civilización impulsada por el fuego. Los intereses sobre esa deuda son el aumento de la temperatura y ese interés crece sin parar porque no estamos haciendo los pagos. Y cuando el interés es demasiado alto y no pagas, el banco te quita tu auto, te quita la casa
Cuando piensas que Jeff Bezos es dueño del diario The Washington Post, eso compromete a ese periódico. Esto no es nuevo, claro. Ha sido así durante 200 años. La gente rica tiende a ser dueña de periódicos. Creo que en este momento, luchar por el clima es luchar contra nuestra dependencia de los combustibles fósiles. La gente que invierte mucho en estos productos no quiere hacerlo, pero debe quedar claro que la alternativa es más sequías, incendios, inundaciones y el colapso climático, que no es otra cosa que el colapso de la civilización. Esta es la elección que estamos haciendo en este momento.
¿Qué responde a quienes repiten: “Los incendios forestales siempre han existido”?
Siempre han existido, pero no de esta manera. Les preguntaría: ¿Cuántas casas se quemaron entre 1990 y 2000?; ¿cuánta gente murió? Las personas que dicen esto no están interesadas en aprender. Es pura ortodoxia. Y la ortodoxia es realmente lo más peligroso para la civilización y para el discurso cívico. Mucha gente no está dispuesta a recibir información que pueda desafiar su punto de vista. Lo que no ha existido siempre son los niveles de CO2 que tenemos en la atmósfera. Les diría que miren la curva de CO2 a lo largo de los últimos 50 años, o la evolución de la temperatura a lo largo de los últimos 50 años y los costes económicos de los desastres climáticos de América del Norte en ese mismo periodo.
¿Este tipo de incendios nos obliga a replantearnos la forma de construir ciudades?
Tal cual. Lo único positivo que veo aquí es que la naturaleza nos está tratando de decir que hay demasiado CO2 en la atmósfera. Es como un préstamo bancario: tomaste dinero prestado para comprar tu casa. Hay intereses sobre eso, y el CO2 es la deuda de la civilización impulsada por el fuego. Los intereses sobre esa deuda son el aumento de la temperatura y ese interés crece sin parar porque no estamos haciendo los pagos. Y cuando el interés es demasiado alto y no pagas, el banco te quita tu auto, te quita la casa.
¿Cree que este incendio, que ha afectado a una de las zonas más ricas de Estados Unidos, puede generar un punto de inflexión en prevención y mitigación?
Esa es la esperanza eterna. Esperé que esto sucediera después del incendio de Fort McMurray, pero no ha pasado; también después de los incendios de Redding, Lahaina, Valparaíso (Chile), y tampoco ha sucedido. Creo que este incendio será utilizado por políticos cínicos y será tratado como un evento local por residentes de Los Ángeles genuinamente traumatizados.
No hay forma de salir de esto sin apostar por el decrecimiento. No hay forma física de hacerlo. Y no hay forma de salir de esto sin hacer la transición a una energía baja en carbono
Creo que no dimensionamos lo que está ocurriendo: Los Ángeles tiene hoy una gran crisis de refugiados. Hay más de 150.000 personas evacuadas, si esa gente cruzara el mar de Libia hacia Creta o hacia el sur de Italia sería una crisis total. De la noche a la mañana, Los Ángeles, la gran ciudad norteamericana, tiene 150.000 personas sin hogar. Es una crisis mayúscula. Ojalá pudiera tener más esperanza. He estado observando esto durante 10 años. Y aquí estamos, con 150.000 refugiados climáticos en Los Ángeles y quemando más petróleo que nunca.
¿Cómo sería entonces la segunda parte de tu libro? ¿Cómo acaba la película?
Con una calidad de vida que se degrada constantemente. Más aún con Donald Trump en el cargo de presidente de Estados Unidos, a quien, desafortunadamente, gran parte del mundo lo sigue. Perderemos tiempo, pero hemos estado perdiendo un tiempo valioso durante 50 años. Por suerte hay muchas comunidades pequeñas y muchos individuos que están haciendo cambios significativos, que apuestan por una relación diferente con la naturaleza, con lo que consumimos y producimos. Tenemos que vivir de forma más sencilla.
No hay forma de salir de esto sin apostar por el decrecimiento. No hay forma física de hacerlo. Y no hay forma de salir de esto sin hacer la transición a una energía baja en carbono. Estos son los dos grandes desafíos. En este segundo punto hay avances, basta ver el poder de las tecnologías solar y eólica para generar energía en España, es increíble. Y pensemos en lo rápido que lo hicimos. Los humanos somos totalmente capaces de abordar esta transición y lo estamos haciendo. Pero lamentablemente de una forma muy fragmentada. Tengo confianza en que sobreviviremos, pero tenemos que hacer grandes cambios.